El vicario de Arauca, José María Bolívar recordó, entre lágrimas a Monseñor Jesús Jaramillo. Lo acompañó en sus correrías en medio de las amenazas de la guerrilla del ELN y vivió la manera como los enfrentó con sus obras, con la fuerza de su convicción. Nunca lo entendieron. Les estorbaba porque la gente creía en él; lo respetaban, lo seguían. Fue el propio Bolívar, entonces un joven sacerdote, quien recibió a su compañero Elmer Muñoz con las malas nuevas: la guerrilla se habia llevado al obispo. De ahi en adelante todo fue tragedia.
Este es su dramático relato: