Hace unas semanas los colombianos supimos que existen pruebas contundentes de que 1369 mujeres están hoy en riesgo de ser asesinadas por sus parejas en nuestro país.
¿Cuántas de estas son madres?
No nos lo dijeron. Pero pensemos que tan solo la mitad de ellas lo son y tienen cada una, dos niños. Estamos hablando de la misma cantidad de niños afectados por violencia y testigos de maltrato. Niños que están aprendiendo lo que ven, convirtiéndose rápidamente en nuevos generadores o receptores de violencia hoy y en el futuro. Con las madres maltratadas, mueren niños inocentes y se convierten en hombres y mujeres inseguros, violentos, agresivos, deprimidos. Futuras víctimas y victimarios del mismo problema.
En Estados Unidos se sabe que el 98 % de los niños que crecen en hogares violentos repetirán como adultos lo que vieron en sus casas. Los niños se convertirán en parejas agresivas y abusadoras. Las niñas repetirán el patrón de comportamiento de sus madres, juntándose con victimarios que podrían terminar asesinándolas. Crecen convencidas de que la violencia y la agresividad son normales en una relación, y la buscan hasta que la encuentran.
Muchos de estos niños también serán abusados directamente por su padres y se convertirán en hombres y mujeres con graves problemas de comportamiento. La depresión y la ansiedad les impedirá funcionar con todo su potencial en la sociedad.
Así que la cuenta es mucho más alta. El estudio, citado en varios artículos de prensa, hablaba también de que tan solo “en el 2014, según el informe Forensis, de Medicina Legal, 41.802 mujeres fueron víctimas de algún tipo de violencia por parte de su pareja; y de este número, 6219 fueron identificadas como personas que continuaban en algún grado de riesgo”.
Vuelvo a preguntar. ¿Cuántas de estas son madres?
Digamos que las que continúan en riesgo tienen cada una dos hijos. Estamos hablando de 12.438 seres humanos que están creciendo posiblemente en un ambiente hostil. Lentamente están perdiendo el chance de tener una vida diferente a la de sus madres.
El problema entonces no es solo inminente por el riesgo que corre la vida de estas mujeres.
Estamos hablando de una enfermedad social que se contagia generación tras generación. Ahí están las pruebas y los números. No es solo salvar 1369 vidas. Es cortar un círculo vicioso y destructivo que nos impide crecer como sociedad.
