Fue el sábado 2 de mayo en el poblado de Ross en Pensilvania. Eran las nueve de la noche y el científico de la universidad de Pittsburgh Bing Liu salía del condominio donde vivía, el The Mews of the Town North, cuando un hombre le pegó un tiro en la cabeza, después de asegurarse de que el científico estuviera muerto se llevó la pistola en la sien y se mató. Nadie sabía en ese momento que la muerte de ese científico era un golpe durísimo para la investigación contra el coronavirus.
Es que Bing Liu estaba participando en una investigación, bastante adelantada, que se llevaba a cabo en la Universidad de Pittsburg para contrarrestar el Coronavirus. Además había publicado más de 30 artículos en las más importantes revistas científicas del mundo. Una pérdida irreparable que hoy lloran los Estados Unidos.
La universidad de Pittsburgh, de donde también era profesor, sacó esta comunicación: "Bing estuvo a punto de hacer hallazgos muy significativos para comprender los mecanismos celulares que subyacen a la infección y la base celular de sus siguientes complicaciones".