Arturo Char tenía 18 años y un solo sueño: ser un salsero tan grande como Joe Arroyo. Desde el colegio sus profesores le llamaban la atención porque todo lo volvía un instrumento musical, una botella podría ser una flauta, un pupitre un bongó. Dos eran sus ídolos: el baladista José Feliciano y su tío, Miguel “Mike” Char, un bacán que componía canciones frente al mar y que ayudó a potenciar la emisora Olímpica Stereo. Arturo, con sus primos creó un grupo en donde él era el vocalista. Los contrataban para cumpleaños, grados, matrimonios.
Su papá, Fuad, con 55 años, estaba en otra cosa: viendo como proyecta su negocio familiar compartido con sus tres hermanos las tiendas Olímpica, un proyecto ambicioso que obligaba necesariamente a pensar en la política, algo nada ajeno a muchos de sus amigos barranquilleros.
Hijo de Ricardo Char Zaslawy, un aventurero sirio que llegó a Colombia en 1926 buscando morrocotas de oro de las minas de Marmato Fuad nació en 1937 en Lórica Córdoba, donde don Ricardo organizó una joyería que terminó vendiendo. Asi que pronto su hijo mayor Fuad, tuvo que quemar su sueño de ser médico para entrar a administrar el almacén Olímpico que la familia compró en 1956. El sacrificio solo valdría la pena si lograba poner al volar el negocio. Como lo consiguió.
La política le apareció en la vida, sin buscarla. El gran cacique liberal barranquillero Jose Name Terán lo impulsó en 1984 para ser gobernador del Atlántico, en un momento en el que dedo funcionaba como único criterio para ocupar cargos regionales. El Presidente Belisario Betancur lo nombró gobernador del departamento. ando, impulsado por el poderoso político costeño José Name, aceptó el nombramiento que le hizo el entonces Belisario Betancur, como gobernador del Atlántico. Poco pegaba tener un hijo bohemio. Asi que los planes musicales e Arturo se empezaron a marchitar con el ascenso de su papá a la cúspide de los negocios y la vida pública. La familia lo convención de empacar maletas y tomó rumbo Boston a concluir el bachillerato, la mejor manera de ponerle distancia a la rumba.
Concluido el high school, continuo el plan de estudios, lejos de su vocación, en administración de negocios, en Kennesaw State University en Georgia.
Fuad, el patriarca del clan Char avanzaba en Barranquilla en sus planes políticos después del paso por la gobernación. Apoyado por el partido liberal y después de haber apoyado a Cesar Gaviria para llegar a la Presidencia en 1990, llegó al primer congreso después de la Constituyente elegido en 1991. Con su investidura de senador empezó a construir su emporio electoral local: apoyó al cura Bernardo Hoyos para llegar a la alcaldía y a Gustavo Bell para la gobernación del Atlántico y gano con ambos. En 1997 logró tener once de los 22 alcaldes del departamento, según La Silla Vacía.
Aunque con una mínima participación legislativa se amañó y repitió en 1994, 1998 y 2002, al tiempo que afianzaba el emporio económico en Barranquilla, sin abandonar su horizonte familiar: sus hijos Alejandro, Antonio y Arturo, ya de regreso a Colombia.
Mientras Alex empezaba a mostrar su interés en la política Arturo seguía atrapado en los gustos por el entretenimiento. Tomó las riendas del Junior, una afición cultivada desde niños pero también un negocio familiar. Fue su presidente entre los años 2003 y 2004 retirándose con el sabor de la victoria con la Quinta Estrella del equipo Tiburón después de la sufrida derrota por penales al Atlético Nacional.
Regresó a lo suyo: a la música. Armó otra agrupación salsera con la que hacía pequeños toques en fiestas familiares. Quiso grabar un disco pero la ilusión sólo le duró dos años. Armó su propio equipo, el Barranquilla Fútbol Club, un equipo de la B que se ha convertido en semillero de súper estrellas del fútbol nacional como Carlos Bacca, Teófilo Gutiérrez y Luis Díaz que le han reportado millones de dólares a los Char por las ventas de exitosos jugadores.
Fuad Char se aburría en Bogotá y en el Congreso pero no pensaba perder el espacio ganado. Le propuso a su hijos Arturo reemplazarlo en la legislatura del 2006, él había aceptado la embajada en Portugal ofrecida por Alvaro Uribe en reconocimiento a su apoyo en la legislatura durante el primer gobierno. Ya habia hecho el tránsito hacia Cambio Radical.
El plan Char resultó y Arturo terminó elegido senador con 60 mil votos. Tan reservado y silencioso como su papá, entró a la Comisión V y no se le recuerda por debate alguno.
Fuad llegó de Portugal interesado en regresar al senado y a Arturo se hizo a un lado en las elecciones de 2010. Ya con 43 y con las alas desplegadas quiso jugársela una vez más por la música y en noviembre del 2010 armó su orquesta pero no le resultó. Herido, se escapó a las Islas del Rosario. Allí le escuchó a un vendedor de collares el estribillo de una canción que lo hipnotizó:
No hay money en mis bolsillos
Estoy pelao
No tengo nada
Le preguntó de quien era esa canción y él le respondió que de Papo Man, un champetero legendario del cual Arturo no había escuchado hablar nunca y sin pensarlo armó la canción con Papo Man.
Pero la política combinada con la presión familiar por parte del que manda donde los Char y su hermano Alex, el exitoso alcalde de Barranquilla, no le han permitido apostarle a fondo a su vocación. En el 2014 le tocó regresar al mundo electoral. Retomó la curul de su papá y terminó de nuevo atrapado en el Congreso. Luego, cuatro años después, repite senado en el 2018 y pasó lo inesperado: los acuerdos entre los partidos definidos en ese mismos años lo ponen en una ruta en la que jamás pensó: la presidencia del Congreso.
Un fardo acuestas amarrado a una rutina ajena a su personalidad que lo llevará a anclarse un año en las sesiones de un congreso enredado en la virtualidad y en un oficio que claramente no es el que más le gusta. Una vez más cumpliéndole a su papá y a su hermano Alex, la estrella de la familia que mira hacia la Presidencia en el 2022, una ambición para lo cual la tarea de su hermano Arturo al frente del Congreso le puede resultar fundamental.