El sueño de Arturo Char a sus 18 años era la música. Quería seguir a su tío Mike, músico que cantaba en las playas de Puerto Colombia y que terminó de director de las cadenas radiales Olímpica, y vivir cantando salsa como Joe Arroyo. Pero su padre le cerró el camino al sueño musical y lo mandó a Estados Unidos a estudiar. Un hijo bohemio era lo último que necesitaba Fuad Char, quien ya tenía consolidado el emporio de las tiendas Olímpica, el Junior de Barranquilla y empezaba su carrera política como flamante gobernador del Atlántico.
Para esto, Fuad envió a su segundo hijo a terminar el bachillerato en Boston y estudiar administración de negocios en la Kennesaw State University de Georgia. El plan del patriarca de la familia era organizar su emporio empresarial mientras él se concentraba en la política, con Alejandro convertido en un empresario de la construcción y Arturo tomando las riendas de los supermercados. Antonio, el menor, pronto entraría al mismo grupo que dominaba en la política barranquillera.
Pero desde la llegada del padre al Congreso en 1991, el camino de todos se dirigió a la política. Alex entró al Concejo de Barranquilla en 1997, mismo año en que políticos apoyados por Fuad Char tomaron la mitad de las alcaldías del departamento del Atlántico, y siguió a su padre en una carrera política que lo tiene en la actualidad como presidenciable. Arturo, entre tanto, dio el salto a la dirección del Junior.
El Junior de Barranquilla al mando de Fuad Char ha contratado jugadores muy reconocidos, sobre todo en períodos electorales
Le dio al equipo ‘tiburón’ un título en 2004 y una inversión que sería crucial en el futuro: la creación del Barranquilla en la B y la consolidación de la cantera juniorista, que dejó millones de dólares a la familia. También seguía expresando su lado bohemio con un grupo de salsa que cantaba en fiestas familiares y pequeñas participaciones. Nuevamente el interés musical dio un paso al costado por una decisión de su padre: la de irse del Congreso.
El entonces presidente Álvaro Uribe ofreció a Char una embajada en Portugal. Antes de aceptar, el patriarca decidió enviar a uno de sus hijos para que lo reemplazara por los próximos cuatro años, pero no sería Alejandro, que aspiraba a llegar a la Alcaldía de Barranquilla en 2008, sino Arturo. Con una campaña sencilla y usando los recursos de su papá, fue elegido como uno de los primeros senadores de Cambio Radical.
Su primer paso por el Congreso fue oscuro y deslucido: no presentó proyectos de relevancia ni tomó la palabra. Al contrario del dinámico Alex, a Arturo se le notaba el desgano de estar ahí. Esperó a 2010 para dar el paso al costado y permitir la reelección de su padre, pensando más en regresar a hacer música.
Arturo (derecha) y Alejandro (izquierda) han seguido el camino de Fuad Char: Alex como alcalde de Barranquilla y gobernador del Atlántico y Arturo en el Congreso.
Trató de montar una orquesta de salsa y no logró ni siquiera grabar un demo. Grabó una canción con el legendario champetero de Cartagena Ant Man, aunque no pasó de ser más allá de una novedad: oír a un exsenador cantando “no hay money en mis bolsillos, estoy pelao” resultó ser el único valor de la obra.
Al final, la política siguió metiéndose en su camino y llevándolo de regreso al alto poder. Arturo Char regresó al Senado en 2014, reemplazando nuevamente a su papá Fuad. Volvió a sumirse en la política cruda apoyando a Alex desde una curul que parecía tan escriturada para la familia como un almacén Olímpica o un palco del Estadio Metropolitano.
De cuando en tanto sacaba tiempo para componer y cantar, como la canción que escribió en apoyo al plebiscito de 2016. También publicó un disco entero en la plataforma Spotify. En el Congreso se hizo más reconocido por su ausentismo que por su labor legislativa: en promedio se ausentaba una vez por mes de las sesiones.
El otro peso fue una mención en las investigaciones por compra de votos de Aída Merlano: la senadora conservadora aseguró que los Char le habían ayudado en la compra de votos para apoyar las aspiraciones presidenciales de Germán Vargas Lleras. Aún así, el peso de su apellido hizo que desde diciembre de 2018 fuera postulado para presidente del Senado en el turno de Cambio Radical, en la legislatura 2020-21.
Las dificultades para el nuevo presidente del Senado empezaron con las decisiones sobre el regreso a las sesiones presenciales del Congreso. Char duró varios meses retrasando el inicio de las sesiones presenciales con la excusa de la pandemia, mientras que decisiones muy difíciles como la suspensión de Álvaro Uribe debieron ser tomadas por Zoom. El regreso a sesiones presenciales solo se aprobó tras una demanda en el Consejo de Estado.
Además, la parsimonia y pasividad de la presidencia del Senado frenó debates de leyes de tal importancia como la de etiquetado de comida chatarra, la ratificación del acuerdo de Escazú, la renta básica y la jurisdicción agraria que ratificaba algunos elementos del acuerdo de paz con las Farc.
El Senado solo regresará a sesiones presenciales el 20 de julio, aunque desde marzo la oposición pidió que los congresistas volvieran al Capitolio.
En cambio, proyectos como la reforma a la justicia, la cadena perpetua a violadores de menores y la reforma a la Procuraduría, surgidos desde los partidos de Gobierno, tuvieron un trámite extremadamente rápido. También pasó lo mismo con la reducción de la jornada laboral, una norma de Álvaro Uribe a la que le dio la prioridad en los últimos días de sesión.
Char no tuvo ningún pudor a la hora de alinearse con el gobierno Duque y enredar los trámites de la leyes con marullas que ni siquiera permitieron el debate de las mismas. Le cumplió al Presidente y la coalición que lo llevó a la presidencia y cumplió con su agenda: no se aprobó el acuerdo ambiental de Escazú y la ley anti-fracking ni siquiera se debatió. Tampoco se debatió la especialidad agraria al no entrar a los órdenes del día en la plenaria. Le hizo la tarea al gobierno con la reforma de la justicia y de la Procuraduría y la sobretasa a la gasolina y en que se hundieran iniciativas como matricula cero y la renta básica que movió la oposición y que pedía el paro nacional.
Retoma Arturo Char a su tranquila vida en Barranquilla, una zona de confort de la que nunca quiso apartarse y que influyó para hacerle operación tortuga a las sesiones presenciales en la fría Bogotá y aplicará el poder que acumuló y las buenas relaciones con el ejecutivo en función del proyecto político familiar y de Cambo Radical, que tiene en el foco la aspiración presidencial de su hermano Alex.
