Lo pensé varias veces, si contestar o no un libelo mendaz, mentiroso y mal intencionado que encontró cabida en algunos medios, asaltando la buena fe de estos. Pero me resolví a hacerlo porque vi en esta embestida en contra de mi reputación y buen nombre una oportunidad para discernir y aclarar una decisión que tomé en su momento, de gran importancia y trascendencia para Colombia. En dicho artículo se pretende, sin fundamento alguno, sin asidero en los hechos, endilgarme a mí la responsabilidad de la desviación del Arroyo Bruno en La Guajira autorizado por la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) a la empresa Cerrejón, que solicitó dicha licencia con el objeto de expandir su producción. Dice que él que yo dizque fui el “artífice” de ello.
Para llegar a esa conclusión, traída de los cabellos, el embaucador alude a la expedición del decreto 3004 del 26 de diciembre de 2013, por medio del cual “se establecen criterios y procedimientos para la exploración y explotación de hidrocarburos en yacimientos no convencionales”. Según él, al suscribir este Decreto en mi calidad de Ministro de Minas, Energía e Hidrocarburos yo, supuestamente, me puse de parte de “las políticas extractivistas” con las que “antes discrepaba”. Está equivocado de medio a medio, la realidad, como lo demostraré, es contraria a su temeridad. Veamos.
El país posee unas enormes reservas de gas metano asociado a los mantos de carbón, conocidas como CBM, se estiman en más de 40 TPC del mismo, equivalente a 8 veces las reservas probadas disponibles actualmente, que están atrapados en los abundantes yacimientos de carbón con que cuenta el país. Resulta que uno de los mayores potenciales está en El Cerrejón y hace años se le otorgó un bloque del mismo para su explotación a DRUMOND, pero esta empresa no ha podido extraerlo por falta de acuerdo con la empresa Cerrejón, que explota el carbón. Ello resulta inadmisible, en momentos en los que debido a la rápida declinación de las mayores reservas de gas natural en el país, que están en los campos de Chuchupa, Ballenas y Riohacha en La guajira, tenemos escasez de gas y estamos ad portas de tener que importarlo, para lo cual se construye una planta regasificadora en Mamonal.
Ante este impasse, yo no me podía cruzar de brazos y procedí en consecuencia, sentando a las dos multinacionales; para presionar un arreglo entre ellas con miras a destrabar el proyecto de extracción del gas metano en dicho yacimiento y, de esta manera, poder disponer del mismo en beneficio del país que lo requiere, les di un plazo perentorio para ello. No me alcanzó el tiempo para lograr este avenimiento, lo que deploro, porque no hay derecho a que se anteponga el interés particular de estas dos empresas que rivalizan en la industria del carbón a los intereses del país. Será esto lo que me reprocha este detractor gratuito, será que con esta decisión que tomé estaba favoreciendo los intereses de las multinacionales, como el lo insinúa, para sacar como corolario que yo tuve un “repentino cambio de criterio y de concepto con respecto a lo que pensaba antes”. En auxilio de su tendenciosa aseveración, sin lograrlo y sólo para denostarme trae a colación, al desgaire, unas citas que no vienen al caso de mis primeras dos publicaciones de los ya remotos años de 1979 y 1980 del siglo pasado. Después de lo ya dicho, cabe preguntarse, qué tiene que ver la Resolución que expedí para liberar el gas metano asociado a los mantos de carbón, que allí sigue enterrado, con la desviación del Arroyo Bruno? Como dicen coloquialmente en mi tierra, qué tiene que ver el caldo con las tajadas?
Definitivamente la mentira tiene patas cortas y por ello no van muy lejos quienes las propalan sin ser desenmascarados. Pero a despecho de esta insidia, que sólo tiene el velado propósito el desdoro de quien tomó las decisiones que tenía que tomar pensando en función del país, me da pie para mostrar otro aspecto altamente beneficioso para Colombia y los colombianos. Me refiero al beneficio para el medio ambiente de recuperar ese gas metano que se encuentra confinado en los depósitos sedimentarios de carbón, en lugar de que el mismo se libere a la atmósfera, haciendo daño y contribuyendo al cambio climático. Es bien sabido que el gas metano es el segundo más contaminante de todos, después del dióxido de carbono y el más tóxico; de él se sabe que tiene más de 22 veces la capacidad de retención de calor y, por lo tanto, de contribución al calentamiento global, que el monóxido de carbono. De abrirse paso, como lo esperamos, la explotación de este enorme filón de gas proveniente de yacimientos no convencionales como este, se le dará un enorme apoyo al compromiso adquirido por el Presidente Santos ante la comunidad internacional de reducir en un 20% las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de aquí al año 2030.