Artefactos del tiempo
Opinión

Artefactos del tiempo

Calendarios, agendas, los noticieros diarios, ya no son de uso privilegiado en nuestro entorno, ¿por qué hemos llegado a desechar estos artefactos del tiempo?

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enero 10, 2025
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El 6 de enero, preparando el inicio de labores del nuevo año, nos aparecieron en casa cinco calendarios 2025 de diverso diseño y carácter, regalados en medio de las fiestas de Navidad; se preguntó quién quería o necesitaba un póster de los obsequiados y todos fuimos enfáticos en no necesitarlos; lejos están las épocas en las que se competía en el hogar por el afiche del anuario más significativo para cada uno y hasta se apostaba codiciosamente por obtener el almanaque de bolsillo para anexarlo a la cartera de  los documentos personales; al parecer este tipo de artefactos han sido sustituidos. Lo mismo nos sucedió en el balance y repartición de cuadernos-agenda; habían varios entre los elementos que llegaron a casa en diciembre y en el momento de compartirlos tuvieron la misma suerte de los póster calendario; en mi caso, desde hace mucho tiempo prefiero los cuadernillos sin rayas para todo uso; sin embargo, me llamó la atención que incluso mi madre, la persona de más edad y tradición al respecto, poco se interesó en retener las agendas con sus diarios, cuadros de información y marquillas institucionales.

También nos pasó que a inicios de semana tuvimos la ocasión de ver colectivamente uno de los telediarios o noticieros de medio día, tradición que solo la mayor de la casa sostiene, porque los otros miembros del hogar hace años desertamos de ese ritual por considerarlo tóxico. No logramos sostener la mitad del grupo frente al televisor más de quince minutos por razones distintas: la información era trasnochada, repetida, con sesgos o simplemente ya cada uno se había informado por otros medios y tenía interpretaciones de los sucesos referidos más precisas y adecuadas según su gusto; igualmente entonces la sala se desocupó rápidamente.

Los tres asuntos: los calendarios, las agendas, los noticieros diarios, ya no son artículos de uso privilegiado en nuestro entorno. ¿Por qué hemos llegado a desechar o por lo menos a disminuir la recurrencia a estos artefactos del tiempo? Hay por supuesto un factor tecnológico asociado a la emergencia de nuevos dispositivos como las computadoras portátiles, la telefonía celular, los relojes digitales, la mutación de la prensa y el periodismo a las redes sociales, entre otros aspectos; pero también vale decir que es la noción misma del tiempo la que se ha sometido a dos movimientos simultáneos y contradictorios: por un lado asistimos a la implosión, dispersión y aceleración de la vida, de tal forma que un calendario es una herramienta muy simple para organizar la complejidad de la acción personal y colectiva, una agenda impresa en papel demanda escribir a mano, algo que ya no es tan posible y sentarse a ver un telediario, que además de su calidad y parcialidad, suele tratar la velocidad del acontecer cotidiano con mucha paquidermia, es algo insostenible; el otro asunto que se ha movido es que esos elementos ya no son tan necesarios, porque la funcionalización  del tiempo la tenemos insertada en la maquinización del cuerpo; hemos incorporado esos artefactos de forma tan alienante y totalizante a nuestras existencias que ya funcionan como si fueran imágenes holograma en nuestras ideologías incorporadas.


Un calendario es una herramienta muy simple para organizar la complejidad de la acción personal y colectiva, una agenda impresa demanda escribir a mano, y el noticiero trata la velocidad del acontecer con mucha paquidermia


Los nacidos en el pasado siglo XX, podemos sentir una extrañeza con estos desplazamientos y es sano que así sea, que seamos capaces de reportar la novedad, sea esta de malestar o de júbilo ante los cambios que nos aligeran la maleta para ir más rápido en el fluir del mundo actual; las generaciones recién nacidas de este siglo, nativas digitales, tienen una tarea más ardua y es darse cuenta de qué, quién y cómo gobiernan sus tiempos y destinos, ya verán cómo lo logran; por ahora y repensándolo bien, voy a quedarme entre los artefactos de salida con el clásico calendario de Piel Roja que me hace memoria larga de las necesarias luchas con la rutina y del peso de las responsabilidades asumidas. ¡Bienvenido sea el 2025!

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