Dicen los expertos que el mejor ambiente para que el virus se esparza son los ambientes cerrados y llenos de gente. Hay lugares, cultos evangélicos, que les cabe 5.000 personas, completamente encerradas. Osea, los cultos deberían ser los últimos lugares para ser abiertos. Pero sabemos la cantidad de votos que han dado los cristianos para que Duque sea presidente. Sabemos lo fundamental que fue el lobby cristiano para echar abajo el plebiscito que propuso Juan Manuel Santos y sabemos el agradecimiento que le tiene el uribismo a los evangélicos.
En fin, ellos son los que mandan en este país. Me imagino la presión. El propio Arrázola ha salido a decir que no existe el virus, que la vacuna, cuando la saquen, será un plan de Bill Gates para meternos robots que se cuelan por nuestras venas y nos controlan. Esos delirios, dignos de Miguel Bosé, son los principales argumentos que esgrimen los pastores evangélicos, los principales electores de este país.
Ahí es donde uno tiene que analizar a fondo las falacias de la democracia en un país como Colombia. ¿Cómo es posible que las personas que mueven los votos del país sean estos ignorantes, fanáticos, llenos de odio? Está claro que pastores como Arrázola dependen monetariamente de sus diezmos. Si uno tiene a Dios a su corazón, si en realidad esa entelequia exista, es eterno, inmaterial, no se necesita un lugar para irlo a adorar porque existe adentro de uno. El Dios de nuestros pastores evangélicos necesita un local para recibir plata. Y de eso viven estos farsantes, de la fe.
Lástima que la Iglesia Católica y sus sacerdotes hayan caído en tantos problemas, en tantos escándalos y que justamente hayan caído en el descrédito absoluto. Pero uno no puede comparar la preparación de un sacerdote con el de un pastor evangélico que muchas veces no tienen ni el bachillerato. Por culpa de ese descrédito de la iglesia y sus sacerdotes es que los pastores han tenido ese crecimiento en opinión e influencia hasta el punto de que pueden tener tanto poder como para hacer doblegar al gobierno de Duque y abrir esos hervideros de virus que son los cultos, sus espacios cerrados, sus aglomeraciones.
No les importamos nada, como dijo Petro, nos mandan al matadero y, en este caso, un culto puede ser tan mortífero en estos momentos como una cámara de gas.