Desde hace más de cinco décadas nuestra democracia se ha venido debilitando progresivamente como consecuencia del irregular reparto burocrático de las diversas instituciones del Estado, que se han puesto al servicio personal de los voceros o representantes legales de los partidos o agrupaciones políticas que detentan el poder público.
Esta situación ha llegado a tal nivel de degradación que el actual presidente ha logrado ridiculizar la independencia del poder legislativo al conseguir el apoyo del Congreso para colocar a sus incondicionales servidores en la dirección de los organismos de control de la administración pública; hecho que interpretó correctamente la candidata del presidente a la Procuraduría al afirmar en su presentación ante el Congreso que como procuradora iba a “abandonar la estrecha visión tradicional del organismo de control, siempre encasillado en la lucha contra la corrupción“.
Esta afirmación es la garantía que le da la doctora Cabello a sus electores de no investigar a los funcionarios públicos que cuenten con el apoyo de los congresistas que la van a elegir; en otras palabras, la corrupción podría fluir libremente por la administración pública bajo la mirada indiferente de la procuradora, dejando de lado la obligación de cumplir con la función fundamental de este organismo, como es la de “iniciar, adelantar y fallar en investigaciones que por faltas disciplinarias se adelanten contra los servidores públicos y contra los particulares que ejercen funciones públicas o manejen dineros del Estado”.
La situación que crearía la administración de la nueva procuradora sería la metástasis de la corrupción en el Estado colombiano. ¡Qué horror! ¡Qué tiempos difíciles nos esperan! Parece que el encanecimiento prematuro del presidente Duque ha minimizado su capacidad mental para analizar e interpretar la realidad de nuestro país y tomar las medidas que tal situación requiere.
Y, ahora, ante estas circunstancias, ¿qué hacer? ¡La situación es difícil! ¡No es momento de lamentarnos! Hay necesidad de actuar ya.
Llegó la hora de levantar la cabeza, poner a trabajar nuestras mentes para generar ideas y propuestas, y organizadamente construir la fuerza necesaria para romper las cadenas de la corrupción que impiden que el Estado colombiano cumpla fielmente con los postulados de su Constitución Política, generando oportunidades de bienestar para todos los nacionales.
