Con tres intentos desesperados por ocupar la alcaldía de Arjona, Esther María Jalilie prometía ser la persona que le daría rumbo al municipio ganadero, luego de las deficientes y desastrosas administraciones anteriores. Sin embargo, al llegar al cuarto año de gobierno, los arjoneros no se sienten conformes con su gestión. De hecho, en la última encuesta de opinión realizada por la firma Mediciones Estratégicas de la Revista Metro, la alcaldesa Jalilie tiene un desastroso 80 % de desaprobación y un vergonzante 20% de aprobación.
El panorama es curioso porque en un inicio para la mayoría de la población arjonera Jalilie era una promesa política: tenía credibilidad, preparación, había ocupado importantes cargos a nivel nacional, representaba una nueva generación de líderes, entre otras cualidades personales. Todos la visionaban como una excelente alcaldesa, es más el pueblo no le castigó el hecho de que en medio de la campaña, su esposo, el ganadero Nicolás Segrega, fuera detenido por la justicia por delitos de concierto para delinquir agravado, desaparición forzada y desplazamiento.
Sea como sea, tras su gestión, Jalilie quedará en la historia como una alcaldesa más. Su labor es comparable con la de sus antecesores: Orlando Cogollo, Julio Castellón, Zoraida Correa, Carlos Tinoco... mandatarios que crearon un ambiente de inseguridad, pandillas, atraso, desconfianza y pobreza.
Faltan 8 meses para escoger al nuevo burgomaestre que reemplazará a la alcaldesa Jalilie, muchos precandidatos ya están haciendo recorridos. En un pueblo como Arjona, todos sabemos quién es quién. El sabio dicho que señala “dime con quién andas y te diré quién eres” se comprueba, la experiencia nos lo enseñó.
En Arjona hay movimientos jóvenes independientes, apoyémoslos. Recordemos lo que decía nuestro Nobel de Literatura: “las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”, no condenemos Arjona.