Mientras que Sergio Fajardo sigue perdiendo adeptos y su campaña promete no despegar; al parecer, sus más fieles seguidores, apoyados por la maquinaria que ha podido recoger Claudia López, quieren fortalecer el bloque en la ciudad de Medellín.
Una de las más recientes adquisiciones del equipo que pretende resucitar a Fajardo es Ariel Ávila, que con su candidatura al Congreso y su llegada a la ciudad pretende apalancar la oposición sin argumentos de Daniel Carvalho, Daniel Duque y el mismo Fajardo, que ha tenido que poner sus esperanzas en no ser condenado por la justicia y por la Contraloría en el escándalo de Hidroituango, entre otros que lo tienen al borde incluso de la prisión.
Para nadie es un secreto que Ávila y su mentor, León Valencia, han logrado posicionarse y garantizar su permanencia en la vida política gracias a los contratos con administraciones públicas. En este caso, los contratos con la alcaldía de Claudia López, que han obligado a Ávila a ponerse del lado de Fajardo y silenciar sus críticas a la corrupción, que lo habían caracterizado hasta el momento.
No es de extrañar que no se haya dicho una sola palabra sobre la responsabilidad de Fajardo en el caso Hidroituango, o en la biblioteca España, o en el detrimento patrimonial con el banco Corpobanca y otros escándalos no menores; así como es muy poco lo que se dice de los escándalos de Centros Poblados que llegaron a Bogotá de la mano de López.
Como diría Carvalho, la política es dinámica y un día se autodenominó como antiuribista, pero al otro día llenó de halagos a Ramos, que es de extrema derecha uribista. Así mismo, parece que Ávila está emprendiendo el camino; no importa lo que defienda con tal de que le convenga.