La grandeza moral de los argentinos que nos hizo falta a los colombianos

La grandeza moral de los argentinos que nos hizo falta a los colombianos

En el momento cumbre de nuestra historia fallamos clamorosamente. El estreno de una película en Amazon Prim, pone el dedo en la llaga

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octubre 22, 2022
La grandeza moral de los argentinos que nos hizo falta a los colombianos

Es difícil seguir siendo el mismo después de ver 1985. Los comentarios ya se habían expandido con la intensidad de un incendio. En el Festival de Cine de Venecia el aplauso duró nueve minutos. Era el filme definitivo sobre el juicio a la Junta Militar, encabezada por Jorge Rafael Videla, quien fue presidente entre 1976 y 1981, un periodo que dejó 8.589 personas desaparecidas. Después del descalabro que significó entrar en guerra contra los ingleses por las Malvinas el último militar presidente, Leopoldo Fortunato Galtieri, dejó la Casa Rosada y regresó la democracia en 1983. Con timidez el gobierno de Alfonsín intentó juzgar a los militares. A un juez, Julio César Strassera, le correspondió acusarlos. Nadie quería esa responsabilidad. En la televisión aún no se aceptaba por completo la responsabilidad de Videla y sus perros en las atrocidades que dejó la dictadura. Así que se rodeó de un grupo de muchachos, varios de ellos venidos de familias de oficiales de la armada, reunió las pruebas y pudo condenar, a cadena perpetua, a Videla, después de demostrarle que había participado en los siguientes delitos: 66 homicidios, 306 secuestros, 97 torturas y 26 robos. Una bestia salvaje que, en un mundo sin Dios, aún tiene adeptos.

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Perdón si me extendí, pero en temas tan álgidos el contexto es una imposición. Hace rato no nos pasaba que una película era mucho más que un hecho artístico. Este filme de Santiago Mitre es precisamente eso, un acontecimiento. Un descubrimiento. Y si, logra lo que parecía imposible: estar a la altura de las expectativas e, incluso, superarlas. Ricardo Darín es un sello de calidad. El hombre que le dijo No a Hollywood porque no quería interpretar a un narco mexicano en Un hombre en llamas –el papel lo terminó haciendo Marc Anthony- escoge muy bien sus trabajos. Es un lector de guiones alucinantes y, cuando se sienta a trabajar con el director, tiene mil anotaciones. Su modestia le ha impedido recibir créditos como guionista, pero bien se lo ha ganado. Darín tenía un reto específico en 1985 y era la lectura de la acusación contra la Junta. Son cinco minutos de actuación intensa leyendo un papel. Y nos emocionamos. Y lloramos y nos partimos cuando cierra con ese ¡Nunca más! Que se convirtió también, para nosotros, en el mantra de que los crímenes, cuando son tan atroces, no se olvidan, no se perdonan.

Si usted es profesor de derecho o de lo que sea saquen 145 minutos de su tiempo y muéstrenle a los muchachos este testimonio de un país tan caótico, tan corrupto, tan disparatado como nosotros, pero, que a la hora de juzgar a sus verdugos, estuvo a la altura que le pedía la Historia. Y yo no pude dejar de pensar en mi país y en las oportunidades perdidas. Una de ellas fue en la lectura del informe final de la Comisión de la Verdad. Hecho a las 11 de la mañana, ninguneado por Caracol y RCN, intentando borrar un discurso tan potente como el que dio el padre Francisco de Roux al que hasta el entonces presidente Iván Duque le dio la cachetada de su desprecio cuando decidió no ir porque había cosas más importantes que hacer en Palacio. Lo transmitieron en el Canal Internacional y nadie se enteró. Estaban viendo La Rosa de Guadalupe. Hay una escena en 1985 cuando Darín sale al balcón y se pone a ver a sus vecinos. Todos, niños, viejos, apáticos, viendo los descargos contra la Junta Militar en directo, por televisión. Los argentinos estuvieron allí para ver comer vidrio molido a los oficiales que ordenaron violaciones, secuestros, desapariciones, asesinatos.

Era con nosotros, maldita sea, ese informe de la Comisión de la verdad nos habla a nosotros. Si lo leemos podremos conocer a nuestros verdugos. Para seguir, hay que mirar a los ojos a los verdugos. Fueron 124 mil desaparecidos en 60 años de conflicto. La cifra no importa. La mayoría de estos desaparecidos fueron campesinos, pobres que vivían lejos de las ciudades. Eran Nadies. Acá está el gobierno de la gente, ¿le alcanzará en su desorden poner en la mesa de todos los colegios el tema? Porque acá, para que no haya repetición, se necesita convencer a nuestros hijos, no a los papás que ya están muy viejos, que morirán odiando a los pobres, a los indios, a los salvajes.

Paren todo este fin de semana. Dejen todo lo que están haciendo y vean esta belleza dirigida de Santiago Mitre y que acaba de ser subida a Amazon Prime, una plataforma que se demora para sorprendernos pero que, cuando lo hace, tritura a Netflix. Y por favor, derrúmbense al final, cuando se cierren estas dos horas y media con Inconsciente colectivo y verán porque es verdad ese viejo adagio de que Charly García puede llegar a ser tan dulce como Los Beatles.

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