Argentina, la madre sustituta de los jóvenes colombianos

Argentina, la madre sustituta de los jóvenes colombianos

'Le ha dado educación a miles de muchachos que no pudieron estudiar en su propio país'

Por: Fabio Andrés Olarte Artunduaga
mayo 31, 2016
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Argentina, la madre sustituta de los jóvenes colombianos

Si fuera cierto que la patria es la segunda madre de los humanos, entonces Colombia sería la peor de las mamás del planeta tierra. De eso estoy seguro, aunque debo aclarar que aquello no lo digo porque tenga resentimiento en el alma, ni mucho menos porque odie a Colombia, tal y como dirán mis detractores. Hago tal afirmación porque, a diferencia de Colombia, la mujer que me trajo al mundo nunca se dedicó a negarme oportunidades ni a cerrarme puertas ni mucho menos me echó de su casa. Sé, entonces, lo que es tener una buena madre.

Hace casi tres años y medio vivo en Buenos Aires, Argentina, una ciudad que, como todas las de nuestro caótico continente, no es perfecta. A este lugar llegué con una maleta llena de sueños, y con un par de pañuelos de papel higiénico que estuve mojando, con mis lágrimas, durante casi todo el vuelo que abordé una madrugada fría en Bogotá. Sin embargo, al bajarme del avión en el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini tuve que dejar de llorar y empezar a ponerle el pecho a la situación. Sabía, como todos los que algún día dejamos el país para siempre, que en Colombia nunca volvería a radicarme.

En la Argentina, por supuesto, existe la corrupción como en Colombia, y por eso este país también me duele. Acá también existen algunas enfermedades humanas como la mediocridad, el lagartismo, el machismo, la injusticia, la intolerancia, la indiferencia y muchas más que diariamente pueden ver ustedes magníficamente ejemplificadas en Colombia. Este país no es perfecto, y dudo que exista uno que sí lo sea. Pero, y esto me parece clave, acá por lo menos la educación y la salud son públicas, gratuitas y, en la mayoría de los casos, de calidad. Esas bondades, obviamente, en Colombia no existen. Allá el que no tiene plata difícilmente se educa y es privilegio exclusivo de las clases altas el contar con un sistema de salud digno.

Seguramente por eso, al igual que yo, decenas de miles de jóvenes colombianos han venido a la Argentina a radicarse en los últimos años. Muchos vienen con la meta de estudiar pregrados y posgrados, y otros vienen exclusivamente a trabajar. No obstante, ahora es común que vengan familias colombianas enteras a vivir en este suelo. Colombia, como ven, no se limita a echar a los más jóvenes del país. Ahora también expulsa a niños y ancianos.

Ayer, mientras me entrevistaba con un funcionario de la Dirección Nacional de Migraciones de la República Argentina, nuevamente lloré. Me dolió el hecho de tener que enterarme que, en apenas 11 años, 62.830 ciudadanos colombianos obtuvimos un Documento Nacional de Identificación temporario acá. No podía creerlo porque sé que esa cifra es superior a la del total de la población de departamentos colombianos como el de Guainía y Vaupés. Comprendía que eso era similar a que la mitad de la población de la capital del departamento de Casanare, Yopal, huyera en poco más de una década del territorio colombiano con un destino en común.

Lloraba porque me duelen mis paisanos que se vienen a este país y la fortuna no les sonríe. Lloraba porque recuerdo las caras de varios muchachos y chicas a las que, de una u otra forma, les he podido dar la mano acá cuando la desdicha aparece. Lloraba porque sé que es injusto que los “hijos” de un país tan rico como Colombia tengan que pasar por situaciones como esas. Lloraba por mis lágrimas y las de varios colombianos, que hace unos años veíamos llorar a los familiares de un joven humilde, al que lo mató un automóvil hace unos años acá, porque no contaban con el dinero necesario para repatriar el cadáver de su ser querido. Lloraba porque sé lo duro que es cumplir el rol de inmigrante. Lloraba por eso y mucho más.

La Argentina, en suma, es la madre sustituta de los miles de colombianos que vivimos acá. La Argentina, hasta el día de hoy, le ha dado educación superior a miles de jóvenes colombianos que, sabiendo que en Colombia no podían estudiar, se escaparon del país. Lo malo o lo bueno, depende de cómo se mire, de todo esto es que de a poco la mayoría de los muchachos que acá se gradúan como médicos, ingenieros o lo que sea, no vuelven a Colombia. Y no lo hacen en la mayoría de los casos porque, inconscientemente, desarrollan una suerte de gratitud por el país que sí les abrió las puertas y, obviamente, no anhelan retornar al que le estaba prohibiendo cumplir el sueño de ser profesionales.

@andresolarte

 

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