Título de la novela (1964) de Larry Collins y Dominique Lapierre, que relata los días y horas previas a la Liberación de París en la Segunda Guerra Mundial, como la de los cinco millones de parisinos. Historia que pone la piel de gallina. Sobrecogedor libro que añade el último acto de locura de Hitler, al ordenar arrasar el 25 de agosto de 1944 dicha capital. Libro que además expone el conflicto desde diversos puntos de vista.
Simbólicamente, la crispada y polarizada Francia, está que arde. Faltan pocas horas para que se levante el telón y emerja una realidad que rebulle hace tiempo, en medio de la pasión política. Hoy se sabrá si esta se acalla o aviva, marcando el rumbo, junto a las regiones de ultramar: La isla de Córcega, Guayana Francesa, Martinica, Guadalupe, San Bartolomé, San Martín, San Pedro, Miquelón, Mayotte, Reunión, Polinesia Francesa, Wallis, Futuna, Nueva Caledonia, los deshabitados, atolón de Isla Clipperton (administrada desde la Polinesia) y tierras Australes y Antárticas, Isla Europa, las Gloriosas, Juan de Nova, Tromelín y Bassas da India, (gobernadas por Reunión).
Francia atada inmemorialmente a Colombia, en razón a que sus librepensadores filósofos del siglo XVIII, ejercieron notable influencia en los dignatarios y próceres nuestros. “Ciudad de la luz”, que pase lo que pase, seguirá siendo guía y la atractiva y pomposa metrópoli de siempre, unida a la nostalgia y recordación, hasta que los yihadistas acaben con ella, si nadie los detiene. Son múltiples los que piensan que esta crisis —en fase terminal— , no se arregla con ganar o perder unas elecciones, pues aseguran que es demasiado tarde, grave y profunda la crisis y peligros de lo que aparecen. Espejo en el que —guardadas proporciones— no está mal que los colombianos no miráramos, por ser un funesto proceso que debiera alertarnos sobre los riesgos que entrañan el uribismo en 2018.
La Constitución -semi-presidencial- de la quinta república, aprobada por referéndum el 28 de septiembre de 1958, dispone la elección por sufragio directo del presidente, por un período de cinco años. País reconocido por ser el primer destino turístico, y la sexta economía del mundo, con elevada expansión cultural en un contexto internacional. Allí se redactó, como se sabe, en 1789, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Miembro fundador de la ONU. Integrante de uno de los cinco cupos permanentes del Consejo de Seguridad, con EEUU, Rusia, Reino Unido y China. Una de las ocho potencias nucleares, sumadas India, Pakistán y Corea del Norte, con suficientes indicios para incluir a Israel. Miembro de la OTAN. Alberga las sedes del Consejo de Europa; Parlamento Europeo; Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y la Unesco.
La Asamblea Nacional es el principal cuerpo legislativo, compuesto por 577 diputados, elegidos por voto directo. El Senado —321 miembros y 9 años de período— con poderes legislativos limitados, elegidos por sufragio indirecto del colegio electoral, que se renueva cada tres años por terceras partes. La Asamblea Nacional, en caso de disputa, provee la última palabra. El Consejo Constitucional (9 miembros) tiene el control constitucional de las leyes y resuelve los contenciosos electorales. Nación unitaria administrativamente, dividida en regiones que no poseen autonomía legislativa, departamentos, distritos, cantones y municipios (o comunas). Extensión: 643 801 km².
Sucinto resumen geopolítico. Hoy se da como fijo ganador — 62 %— al centrista Emmanuel Macron (1977) de 39 años, independiente, “favorito” de las élites; de la poderosa Masonería; banqueros y grandes empresarios; pro-inmigracionista. La perdedora (38 %), Marion Anne Perrine Le Pen (1968), conocida a secas como Marine Le Pen, del Frente Nacionalista (FN), de extrema derecha, señala a Macron como representante del liberalismo globalizador, dama que abandonó la pestilente y lunática retórica del progenitor Jean-Marie, neofascista antisemita, por ella eclipsado, que no se arrugó para expulsarlo de su partido (que fundó) en 2015. Es señalada como “enemiga de la República”; acusada de plagio a François Fillon; de desviar € 4,9 millones de fondos públicos, según denuncia de la Euro-cámara. Tachada de embustera y de amenaza a las libertades civiles.
Francia votó en la primera vuelta por la renovación, al sacar a los socialistas y a la centro-derecha, que gobernaron en los últimos 60 años. Quienes dirimen la supremacía en el balotaje, lo hacen mediante propuestas radicalmente antagónicas: Economía, inmigración, integración europea. Doctrinariamente Le Pen se nutre de un brasero populista, escoltada por una clase media despojada, desencantada; de desempleados; obreros golpeados por la crisis económica; por aterrorizados con los atentados del fundamentalismo islámico; policías ansiosos de perder el control; una segunda y tercera generación de inmigrantes afanosos por cerrar las puertas a los nuevos inmigrantes que compiten por los puestos de trabajo.
Propone: Un referéndum para el retiro de la Unión Europea; el restablecimiento del franco como moneda nacional en reemplazo del euro. Postulados: El pueblo contra las élites; protección contra la globalización; nación contra la UE; urbes contra las zonas periurbanas y rurales; romper con Schengen para restablecer la policía aduanera; recuperar la soberanía monetaria; utilizar la imprenta para monetizar el déficit público. Habla de un “proteccionismo inteligente”. Del aumento del gasto público; rebajar la edad de jubilación a los 60; aumento del salario de los empleados públicos; el incremento de la inversión en infraestructuras, etc. La panacea, sin decir ni cómo, ni con qué.
Brutal discurso que la muestra contra el ‘sistema’; la inmigración; el islam; la globalización; el multiculturalismo; la OTAN; las élites; los mercados; los medios, y de la UE, “monstruo responsable —concluye— de todos los males de Francia”.
Resalta aquí la dimensión humana, intelectual y moral de la egregia y fascinante figura del general De Gaulle (1890-1970), héroe de la Segunda Guerra Mundial, cuya sombra o luz gravita aún y condiciona la política francesa. Inolvidable fue su frase: "La France ne peut être la France sans la grandeur" -Francia no puede ser Francia sin grandeza-.
Acude a la memoria la anécdota que vivió hace 53 años en su visita -como presidente- a Colombia, donde hubo que hacerle una cama especial de las existentes en el Club Militar, en la que cupieran los dos metros de estatura. Encuentro —23 de septiembre de 1964— recordado por la histórica metida de pata del presidente, Guillermo León Valencia, en el banquete que ofreció en honor del ilustre huésped, en el Salón Bolívar del Palacio de San Carlos, en el que "con profunda emoción patriótica" -solía decir- no escatimó elogios, ni adjetivos, ni loas para resaltar la insigne figura del agasajado. Concluyó: “Señoras y señores, acompañadme a brindar esta copa por el futuro y la grandeza de España, y por la salud y ventura del general De Gaulle y su ilustre comitiva. ¡Viva España!”.
El peso de la campaña de Emmanuel Macron, recayó, del todo, en los voluntarios que en poco más de un año, lo tienen en las puertas del Elíseo. Político sin partido, exbanquero, exministro de Economía del presidente François Hollande, cargo del que dimitió para liberarse de toda atadura partidista. Las precitadas fuerzas del gobierno, no han dudado en pedir el voto para el recién llegado a la escena política, igual que los derrotados aspirantes, que luego del escrutinio, anunciaron que “había que cerrar el paso a Le Pen, votando por Macron”, considerado una barrera contra el nacional-populismo, un mal menor dijeron.
Se acepta que este no tendrá la mayoría legislativa. Todo indica que al finalizar el día: “Tout peut arriver” —Todo puede ocurrir—. Nada está definido. El epílogo que sea tendrá repercusión mundial.
