El tranquilo municipio de Arboleda (Berruecos) en el norte de Nariño, ubicado en el norte del departamento de Nariño y habitado por menos de 6000 personas, se encuentra en medio de una tormenta de denuncias de corrupción que amenaza con desestabilizar su integridad social y política.
En un escenario que recuerda al popular refrán de "no existe ni Dios ni Ley", las acusaciones de prácticas corruptas se intensifican en el umbral de las elecciones locales previstas para el 27 de octubre.
En un país que ansía la rectitud en la administración pública, la temporada electoral ha sido históricamente un momento propicio para los intereses mezquinos, donde los avivatos y los corruptos encuentran terreno fértil para sus actividades ilícitas.
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Sin embargo, en Arboleda (Berruecos), este año parece marcar un nuevo nivel de audacia y descaro en la búsqueda de poder a cualquier costo.
Con la llegada de las elecciones a la vuelta de la esquina, han surgido señales alarmantes de actividades corruptas que van más allá de las promesas vacías y los sueños rotos que generalmente acompañan este periodo.
La comunidad local ha sido testigo de un aumento de la entrega masiva de materiales de construcción desde la "casa del Café", un evento que ha dejado a muchos perplejos y preocupados por la integridad de su municipio.
Los informes y videos que circulan en las redes sociales y en medios locales muestran vehículos cargados hasta el tope de materiales de construcción como Eternit, varillas de acero y cemento, circulando por las calles a plena luz del día y en las oscuras horas de la noche.
A pesar de las acusaciones y las señales claras de una posible manipulación de recursos públicos, las voces que podrían poner fin a esta ola de corrupción parecen haber quedado en silencio.
Aunque la Ley 996 de 2005, conocida como la Ley de Garantías Electorales, establece reglas claras para garantizar elecciones equitativas y transparentes, parece que estas normas han sido pasadas por alto en la administración municipal de Arboleda y su señor alcalde del Partido Centro Democrático.
Las prohibiciones explícitas de celebrar contratos o convenios administrativos, de modificar la estructura del personal y de utilizar recursos públicos para fines políticos no parecen haber sido respetadas por quienes deberían ser guardianes de la ética pública.
Aunque la ley es la ley acá es un papel, puesto que “Utilizar la autoridad de la cual están investidos para ponerla al servicio de una causa política, acosar, presionar, o determinar en cualquier forma, a subalternos para que respalden alguna causa, campaña o controversia política, usar los elementos destinados al servicio público para hacer proselitismo o desempeñar en cualquier sentido la actividad política electoral, disponer del tiempo de servicio u horario de trabajo para gestionar actividades de tipo político y ofrecer algún tipo de beneficio directo, particular, inmediato e indebido para los ciudadanos o para las comunidades, mediante obras o actuaciones de la administración pública, con el objeto de influir en la intención de voto”.
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Este pequeño municipio, que alguna vez fue conocido por su calma y tranquilidad, ahora se encuentra en medio de una agitación política y social que amenaza con corroer la confianza de sus ciudadanos en el sistema y en sus líderes.
La comunidad, consciente de la gravedad de la situación, clama por respuestas y acciones para abordar esta crisis de corrupción que ha ensombrecido su futuro.
Si bien no queda duda que algo raro pasa en Arboleda, nadie se pronuncia, un secretario de gobierno que presiona a conductores de ruta escolares, una concejala activa entregando materiales, funcionarios presionados para asistir a reuniones, carros y carros llenos de materiales a altas horas de la noche, funcionario de Gestión del riesgo municipal ofreciendo cemento, en fin en el País potencia de la vida, se volvió Potencia de la Corrupción, testimonios de ofrecimiento de llantas y tanques llenos de gasolina! Y no pasa NADA!
En medio de estos tiempos turbulentos, Arboleda Berruecos se ha convertido en un reflejo doloroso de un problema más amplio en Colombia, donde la corrupción parece haberse arraigado profundamente en las instituciones y en la cultura política.
A medida que las elecciones se acercan y las acusaciones persisten, es crucial que la verdad salga a la luz y que se tomen medidas concretas para restaurar la integridad y la confianza en este rincón de la nación.