De no haber sido porque aprendió a gatear en los suelos del municipio de Tame, Josué Castellanos no conocería los secretos de su tierra que lo llevaron a convertirse a los 38 años en el segundo campesino en vender semillas certificadas de banano de toda Arauca y estar a punto de ser el primero en conseguir el permiso del ICA para exportar el fruto, con el que el departamento desterró la hoja de coca hace dos años.
Josué Castellanos llegó en los brazos de su mamá mientras huían de la violencia entre liberales y conservadores, que ahogaba al departamento de Santander. Cuando estaba terminando su primaria, los cultivos de coca comenzaron a ganar terreno en Arauca, así como la guerra que le dejaba pocas oportunidades a los jóvenes de Tame. Pero Castellanos quería otro futuro. Arrancó de catequista y paso a recoger plátanos como cotero. Con los $10.000 que se ganaba, ahorró para pagarse el bachillerato.
Una vez Josué Castellanos terminó la escuela y fue reclutado para prestar el servicio militar obligatorio en 2004, Arauca ya estaba entre los territorios con más coca del país. Entonces era más fácil sacar de las fincas un kilo de hoja que una carga de plátano en burro. Pero las fumigaciones, las balas y la deserción escolar agotaron a los campesinos, que a través de organizaciones como la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), se opusieron a seguir sembrando.
De 2.116 hectáreas de coca en 2007 pasaron a 447 en 2008. En el 2018 eran solo siete y las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) declararon a Arauca como libre de cultivos. Los campesinos se volcaron de lleno a cultivar plátano hartón, pasilla, parejo y extra. En cuentas del secretario de Agricultura, Víctor Pinzón, son 32 mil hectáreas de plátano que convierten al departamento en el principal productor del país, que surte a Bogotá, los Santanderes, Boyacá y la Costa.
En 2010, Josué Castellanos consiguió que el dueño de la finca El Topacio, en la vereda Corocito, donde había trabajado en los últimos años, le vendiera 12 hectáreas para independizarse. Estaba estudiando también psicología en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD). Pronto sus plátanos comenzaron a ser reconocidos en la región por su sabor y calidad y obtuvo el primer certificado en Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA). Había encontrado su propia fórmula para sembrar: la psicología del plátano.
Los 14 empleados que tiene Josué Castellanos para mantener las 35 hectáreas de plátano de su finca Topacio Producción Agropecuaria el Amigazo, tienen claro que es mejor no pasarse con celulares por los platanales. Si la noche anterior estuvieron bebiendo, no pueden aplicar el abono por respeto a las plantas. Para Castellanos estas también merecen amor y cariño y por eso saca frutos de alta calidad.
Ahora la mira de Josué Castellanos está puesta en sacar su plátano fuera del país. Espera que el ICA le otorgue el certificado a su finca como predio exportador. Pero ya ha tocado varias puertas para arrancar, una de los primeros puertos sería Aruba. Con la Asociación de Plataneros de Tame, el gobernador Facundo Cabrales y los demás productores tiene además la tarea de sacar adelante la planta agroindustrial para la transformación del plátano, donde esperan fabricar incluso chips, empacar los frutos al vacío y tecnificar el empaquetado en cajas.
Pero Castellanos y los demás de cultivadores tienen claro que sin apoyo del gobierno nacional para pavimentar las vías, el sueño de llenar los mercados dentro y fuera del país será más difícil. En todo caso, no está entre sus planes rendirse para sacar a Arauca de la guerra, dando alternativas de sustento a la gente e impulsar su economía.