Las rabias en este país se pasan muy rápido. O mejor dicho, solo son apariencias para mostrarnos conmovidos frente a los demás. Pura banalidad de misericordia barata que tiene rápida fecha de vencimiento.
La comunidad de los Emberá estaban antes que este caldo de impuros que somos ahora poblara y asesinara a esta tierra de selvas y montañas que nunca soñaron con enterrar tanta sangre vista de tanto muerto.
Los Emberá parieron a Aquileo Mecheche hace más de 52 años de nuestros calendarios y quizá más en el de ellos y sus estaciones lunares y de lluvias eternas.
Los Emberá enterraron a Aquileo Mecheche ahora en estos días y el resto del país conmovido ya se olvidó del asunto.
Los Emberá jamás conocerán castigo para sus asesinos y ellos preferirán que los espíritus de este mundo y del otro, se encarguen de hacer justicia.
Otro indio más que muere.
Otro indio desagradecido con la civilización occidental que seguía reclamando para los suyos lo que le arrebatamos desde hace tiempo.
Los Emberá quedaron sin un maestro, sin un rector de su colegio y sin el padre y amigo.
Otro líder social asesinado y la cuenta como en un rosario cristiano, no para en medio de gozosos y dolorosos.
Los Emberá no volverán a ser los mismos sin Aquileo Mecheche.
Me lo imagino vivo entre los muertos soñando y haciendo para su Jagual y la comarca de Riosucio en el Chocó e intentando que los Emberá sobrevivan en medio de la barbarie de la civilización que nos creemos casi que perfecta.
Me lo imagino vivo entre los muertos soñando
e intentando que los Emberá sobrevivan en medio de la barbarie de la civilización
que nos creemos casi que perfecta
Ellos aprendieron a sobrevivir en medio de la complejidad de la selva que los nutre y fortalece, mientras nosotros con un simple “frutiño” los queremos incorporar a esta barbarie con discursos vacíos de inclusión y diversidad étnica y cultural.
Pura paja.
Los Emberá son más avispados que nosotros a pesar de que tenemos metralleta y buseta.
Seguramente uno de sus viejos y buenos sabios habrá lanzado en su lengua nativa una oración por nosotros y nos habrá perdonado.
Los Emberá saben que su lucha es contra ellos mismos que se resisten a entregarse a una cultura dominante y asesina.
Nosotros sus verdugos históricos bebemos su sangre en copas de cinismo sin saber que después se convierte en veneno que lento y seguro hace su viaje por el cuerpo enfermo.
Aquileo Mecheche no está descansando en paz. Sigue inquieto desde donde esté porque jamás habrá tranquilidad para seres como él, que no conocieron el cansancio de la vida para servirle a su pueblo.
Coda: gracias a las palabras y al lente con sus imágenes de país del horror y la verdad de Jesús Abad Colorado por recordarnos de que piel estamos hechos.
