Aquí sí hay quien lea

Aquí sí hay quien lea

Existe una cultura lectora, lo que ha cambiado son sus gustos

Por: Yesenia Polanía Pascuas
junio 10, 2015
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Aquí sí hay quien lea
Imagen Nota Ciudadana

En Colombia, cuando se habla de la cantidad de personas que leen un gran número de libros, se habla de minoría. Sin importar el lapso de edad (niño, joven, adulto, anciano) en que se encuentre una persona, el factor común que se ha de hallar a la hora de preguntar acerca de ¿qué tanto lee usted?, es que no hay una cultura lectora.

Pero, ¿qué pasa con los jóvenes universitarios?, ¿acaso ellos leen?, o ¿será que solo se limitan a leer documentos obligatorios que les impone su plantel educativo?, ¿tendrán los estudiantes claridad de la importancia de la lectura tanto en su vida de estudiantes como de profesionales próximos?, éstas son algunas de las preguntas que le surgen a los profesores (en la mayoría de los casos) a la hora de pensar la concepción del mundo que se podría generar en el intelecto juvenil a partir de la percepción y recepción de información y conocimiento que los libros pueden llegar a transmitir.
La Cámara Colombiana del Libro, demuestra que en Colombia el promedio de lectura es de dos libros por persona al año, teniendo en cuenta que la mayoría de libros leídos (en los jóvenes) son impuestos por sus responsabilidades académicas; de modo que si eliminamos las lecturas impuestas de las estadísticas, se puede notar que el promedio de libros leídos por año se reduciría incluso más del 50 por ciento.

Hasta el momento en Colombia, no se ha realizado ningún estudio científico que permita dar a conocer con exactitud cómo es el verdadero comportamiento lector que se vive dentro de los planteles universitarios, y mucho menos que explique cuál es la cultura lectora que predomina en los jóvenes que hacen parte de estos lugares llenos de conocimiento.

La Feria del Libro, es un claro ejemplo de que sí hay muchos jóvenes interesados por la lectura, por los grandes y pequeños escritores; y por sus fantasiosas experiencias. Incluso en uno de los capítulos que se presentaron en este año (2015) hubo uno enfocado a tratar el tema de ¿qué leen los jóvenes, hoy?; en ese espacio, Antonio santana (editor) y Yolanda Reyes (editora y autora) desde su experiencia de elaboración de libros para jóvenes, han reconocido que hay un nuevo género, un nuevo tipo de literatura por la cual muchos jóvenes se sienten atraídos y que es labor de ellos, alimentar y utilizar esta estrategia para promover e incentivarlos a seguir en un ambiente lector.

A nivel internacional, se ha encontrado una tendencia lectora juvenil, lo que lleva a una gran cantidad de analistas a sentirse emocionados y a otra cantidad decepcionados dado que surge un nuevo inconveniente: Ya que se puede demostrar que los jóvenes si están leyendo, ¿cómo se puede determinar lo provechoso, benéfico e influyente del tipo de lecturas que ellos están realizando?, ¿aprenderán algo, o se quedaran sencillamente en lo fantasioso y bonito de esas historias que no tienen nada más que imaginación? ¿Dónde han quedado los clásicos y la lectura que alimenta el conocimiento?

La mayoría de títulos que se venden a los jóvenes, -tendencia que trasciendo lo muros nacionales- son aquellos como Harry Potter, Los Juegos del Hambre, Juego de Tronos y Crepúsculo, ésta inclinación es la fuente principal de preocupación por la clase de conocimiento que se va construyendo en el intelecto, lo cual pone en tela de juicio el conocimiento que ésta preferencia causa en los jóvenes. Pero, teniendo en cuenta que se añora la lectura en este rango de edad, ¿no es acaso más fácil promoverla en personas que ya tengan un consumo lector?, y de ahí comenzar a propiciar nuevos consumos, que influyan en la construcción de conocimiento o que a partir de cierto tipo de literatura se pueda interiorizar parte de la investigación y contexto que esta puede ofrecer, (premios nobel de literatura y libros de investigación).

Diferentes universidades de Colombia, han tomado la decisión de realizar pequeñas investigaciones que pueda mostrar como resultado lo que pasa con los jóvenes de allí y sus hábitos lectores, tanto la Universidad del Rosario como la Universidad Sergio Arboleda han encontrado una posición en defensa de aquellos jóvenes que si ven la lectura como algo fundamental en su vida cotidiana, y apoyan la idea de que ahora son pocos los que no leen.

El asunto radica en que se asume la falta de interés que muestran los jóvenes hacia lo que el sistema escolar exige leer y escribir, lo cual no demuestra que los jóvenes universitarios no lean ni escriban. Además, se debe evaluar y tener en cuenta de que por lo regular este tipo de población no cuenta con espacios donde se pueda propiciar el diálogo y la información que fomenten la cultura lectora; por ejemplo, es muy difícil encontrar en cuanto a medios de comunicación una publicación, un programa de radio o de televisión que incluyan el tema dentro de su agenda, quizás en internet si se encuentren algunos espacios para el debate y la estimulación de esta cultura a la que se quiere llegar, pero aun así no son suficientes para la magnitud que éste podría alcanzar en cuestiones de crear una conciencia lectora.
En el medio escolar o educativo, muchos docentes en su interés o incluso afán enfermizo de provocar el interés por el conocimiento de los estudiantes, el interés que los hace llegar a obligar la lectura de los muy famosos “clásicos”, lo único que logran es fomentar el rencor y el desprecio hacia los libros y la lectura. Así las cosas, es necesario lograr entender que los jóvenes se encuentran en un contexto totalmente diferente, además de que la convivencia con las nuevas tecnologías ha hecho que el libro tome una nueva posición dentro de la sociedad a la que pertenecemos, ya no cumple el papel de ser objeto sagrado de información que fue para las generaciones a las que posiblemente pertenecen los educadores más antiguos.

Cultivar esta cultura no es tarea fácil, pero si se llega a implementar o por lo menos a intentar un acercamiento y diálogo podría comenzar a construirse entre los jóvenes, una actitud mucho más prometedora hacia la lectura, ya sea de periódicos libros o revistas.

Es común ver en las bibliotecas a algunos jóvenes leyendo, en patios, parques, etc.; y es mucho más común encontrar su contraparte, pero eso no significa que la juventud no lea, significa quizás, que son una minoría, que sus consumos son diferentes; teniendo en cuenta que cada joven es un lector único y que está en su naturaleza buscar en los libros algo que les hable de ellos como personas exclusivas.

Hay en este momento, organizaciones a nivel mundial (CERLAC - Centro regional para el fomento del libro en América Latina y el Caribe, Fundalectura.) que fomentan la lectura y la participación en los jóvenes; de hecho si se hace un paneo por internet, se puede hallar espacios en los cuales muchos jóvenes lectores comparten sus consumos, ideas, fragmentos, etc. Como lo son: redes sociales, blogs, foros; Incluso en Facebook que es una red social en la que se encuentra la gran mayoría de los jóvenes, es muy usual ver grupos característicos porque sus miembros son lectores incluso fanáticos, quienes en medio de su actividad en la red social muestran sus libros favoritos, los comparten e interactúan con personas de cualquier parte del mundo que tenga un mismo nivel y tipo de consumo lector.

Aquí se pone a prueba también, el rol del educador, bibliotecario e interesados en el tema, ayudar a que la juventud avance en sus lecturas en cuanto a la calidad de las mismas, y con esto llevarlos a construirse como lectores adultos así que se pueden llamar mediadores de la lectura, porque son los encargaros de moldear estos gustos y consumos que presentan los jóvenes.

Se puede afirmar con plena seguridad que una persona nunca olvida a su docente o bibliotecario o mediador lector (quien me ha prestado o recomendado un libro significativo en mi vida) por ser quien ha abierto las puertas al mundo de la lectura.
Así que a partir de ahora no podemos seguir manteniendo la hipótesis de que los jóvenes no leen, aquí lo que hay que hacer en primera medida es averiguar qué es lo que les gusta leer a los jóvenes, ya que solo el 5% se siente atraído por la gran literatura, incluso menos; como lo demostró el estudio realizado en la Universidad Sergio Arboleda. Pero esto no es un inconveniente, ya que los gustos lectores no tienen por qué ser iguales, eso no está estipulado en ningún manual además hay diferentes competencias comunicativas que se pueden desarrollar con cualquier tipo de lectura independientemente de si es un clásico o no.

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