Aquí no tenemos gobernantes, alcaldes, ni funcionarios públicos, lo que tenemos son magos, porque hay que ser un ilusionista para lograr que parte de los 16.000 millones que iban para la ciencia y la tecnología, acaben en un asadero de pollos y en un centro de tratamiento medicinal con agua, o Spa, que suena más elegante.
Si el mismísimo Harry Houdini se levantara hoy de la tumba, iba a presenciar de verdad lo que es desaparecer cosas a la vista de todos. Al mismo Presidente le colaron en sus cuentas una millonada de dólares para su campaña y el pobre inocente no se “enteró”. Pero aquí en el Cauca no nos quedamos atrás en términos de ilusionistas, prestidigitadores y trileros. Estos últimos para el que no lo sepa, es el oficio antiguo del famoso juego de “dónde está la bolita, donde está la bolita”. Qué maravilla mis amigos. “Dónde está la platica de Probolsa señores, hagan sus apuestas, ¿Aquí señor?, muy bien, ¿Está seguro que aquí están los 13.000 millones de pesos de Probolsa? Muy bien, última oportunidad, ha usted escogido el cubilete de la derecha. Levántelo usted mismo para que no haya desconfianza. Uhhh, no hay nada señores, para la próxima será”
Y el noble y antiguo arte de jugar con la distracción y la ilusión no es nuevo amigo lector, aquí hemos tenido gente de avanzada, verdaderos maestros de la triquiñuela. El famoso David Coperfield es un pobre aprendiz al lado de nuestros magos. ¿Que desapareció la estatua de la libertad a la vista de todos? Ahhh eso es una simpleza: aquí mi amigo hemos construido carreteras de cientos de kilómetros, mire si quiere, caballero, en los papeles de Planeación Nacional, que aquí no hay trampa, ahí están las carreteras del Cauca, hay más pavimento que en el mismísimo Nueva York. Ahora cierre los ojos y vaya y mire usted mismo, ¿qué hay? ¿Nada?, exactamente, señores, no hay nada. Qué buenos somos, y ese truco lo podemos repetir las veces que quieran. Sigan, sigan, señores, vengan a Colombia y al Cauca, que aquí hay talento de sobra y el público es bueno es muy receptivo, apenas si dice algo cuando los magos se equivocan con algún truco. Aquí se puede aprender de sobra los resquicios más profundos del arte del engaño y de la magia, somos maestros insuperables, y si nos pillan el truco, tenemos una sonrisa amplia para ofrecer al público, y la promesa de que siempre habrá algo mejor en la función de mañana.