Aquí los políticos están persiguiendo a los empresarios
Opinión

Aquí los políticos están persiguiendo a los empresarios

No me parece justo que el gobierno señale como enemigos de la paz a los empresarios por el solo hecho de que le critiquen la reforma tributaria

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octubre 02, 2022
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Pese a que resulta evidente la hostilidad por motivos ideológicos de la izquierda radical contra los empresarios, buena parte de la sociedad colombiana aún no ha caído en la cuenta de que el problema es mucho más complejo.

Por lo general, la discusión se limita a considerar que la izquierda es la única que señala a los empresarios como los malos de la película. Sin embargo, eso no es tan cierto. Aquí los políticos que no son de izquierda también persiguen a los empresarios.

A estas alturas, nadie con dos dedos de frente y un par de páginas de historia entre los sesos se come el cuento de que a los empresarios les gusta la plata y a los izquierdistas no. Todo el mundo sabe que ese es uno de los embustes más emblemáticos de la doble moral. Tan emblemático como el cuento aquel de que la diferencia entre los empresarios y los políticos consiste en que a los primeros les gusta la plata mientras que los segundos los mueve el servicio público.

Ya nadie duda de que a los políticos de izquierda les gusta la plata tanto como a los del centro y los de la derecha. De la misma manera que a los políticos les gusta la plata tanto como a los empresarios.

Lo que pasa es que los empresarios y los políticos tienen formas muy distintas de hacer plata. Dicho de otra manera: los políticos se vuelven ricos de una forma muy distinta de aquella como los empresarios se vuelven ricos. Los políticos se vuelven ricos haciendo política y los empresarios se vuelven ricos haciendo empresa.

Nunca en la historia de Colombia los políticos habían sido tan ricos como hoy.

Los políticos hacen plata de las mordidas en los contratos del Estado, de nombrar funcionarios, de cobrar los favores en el gobierno, de cobrarle al gobierno los favores, de pedir plata para las campañas, de ofrecer favores tributarios, de salir a amenazar con más impuestos, de conseguir citas con quienes dan contratos, de conseguir citas con quienes hacen investigaciones, de lograr torcer contratos, de lograr torcer investigaciones, de amenazar con hacer abrir investigaciones, de ofrecerse para hacer cerrar investigaciones. De todo eso hacen plata los políticos. O mejor: de aquello en lo que convirtieron la política.

Los empresarios hacen plata de otra manera. O mejor: intentan hacer plata de otra manera. Lo intentan haciendo empresa. Imaginan un producto o un servicio y se ponen a ver cómo lo producen y después cómo lo venden y cómo organizan a un grupo de personas para poder avanzar y después cómo poder crecer y después cómo superar problemas y no dejarse quebrar. Y así muchos lo intentan y la mayoría fracasan. Y después hay otros que vuelven a intentarlo y otros que se vuelven exitosos y otros que vuelven a fracasar. Y así sucesivamente.

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Podría decirse que hay una gran diferencia entre lo que los empresarios trabajan y arriesgan para hacer plata y lo que los políticos trabajan y arriesgan para hacerse ricos

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Como mínimo, podría decirse que hay una gran diferencia entre lo que los empresarios trabajan y arriesgan para hacer plata y lo que los políticos trabajan y arriesgan para hacerse ricos. Pero donde sí es más grande la diferencia es en lo que le ocurre a la sociedad cuando un empresario hace plata y lo que le ocurre a la misma sociedad cuando es el político el que la hace. Lo que la Historia demuestra es que allí donde los que hacen más plata son los empresarios, las sociedades crecen y avanzan; y que allí donde los que hacen más plata son los políticos, las sociedades caen en la pobreza y el éxodo.

Por eso es que el sentimiento del empresario y del político son tan distintos frente a la reforma tributaria. Al empresario la plata le cuesta una cosa y al político le cuesta otra. Mientras el empresario paga impuestos sobre la plata que trabaja, el político paga impuestos sobre la plata que se roba y lava.

Lo que pasa es que los políticos son los que hacen las reformas tributarias y son los empresarios los que tienen que pagarlas.

En Colombia hay, básicamente, tres mundos de la producción de la plata: el empresariado, la política y el bandidaje.

Es apenas elemental comprender que el más afectado de los tres es el empresariado. Tal vez por eso hoy parecen existir mejores relaciones entre la política y el bandidaje que entre la política y el empresariado.

Por eso no me parece justo que el gobierno señale como enemigos de la paz a los empresarios por el solo hecho de que le critiquen la reforma tributaria. Por eso no se entiende que el gobierno se resista a comprender que los empresarios estén cansados de que los pongan a pagar los llamados procesos de paz que los políticos y los bandidos se inventan y traicionan cada vez que les da la gana.

¡Pobre del país que pone a los políticos y a los bandidos por encima de sus empresarios!

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