El colmo: el exsenador Pulgar, desde su prisión cómoda en un batallón del ejército nacional, no solo buscará con su mujer seguir en el Congreso, al lanzarla al Senado con el Partido de la U, sino que también alquiló una casa muy cerca de su cómoda prisión para atender a sus amigos electorales.
¿Será que los colombianos, y sobre todo los magdalenenses, departamento donde este político sacó la mayoría de sus votos, van a seguir manteniéndolo y patrocinándole sus fechorías con el dinero de todos?
El pueblo es el único que puede acabar con las malas prácticas de los políticos malos, ya que la justicia colombiana es débil para esa calaña de gente que insiste en vivir pegada al Estado como sanguijuelas.
Aquí la explicación del caso: