El sistema interno de caños y lagunas (o simplemente sistema lagunar) de Cartagena de Indias está compuesto por 6 cuerpos de agua estuarinos (ciénaga de Las Quintas, caño de Bazurto, laguna de San Lázaro, laguna de Chambacú, laguna del Cabrero y caño Juan Angola) que no solo están intercomunicados, sino que conectan a la bahía de Cartagena con la ciénaga de La Virgen (la que a su vez está conectada con el mar Caribe). La relevancia de este sistema lagunar es desconocida por el común denominador de los habitantes de la ciudad, quienes no sospechan lo estratégico del mismo. El ecosistema de manglar asociado este sistema lagunar es hábitat de especies (algunas de ellas endémicas) permanentes y temporales. Además, aporta beneficios adicionales (servicios ecosistémicos) que van desde la remoción el control de mareas hasta la remoción de contaminantes y regulación de las concentraciones de dióxido de carbono. En resumen y ambientalmente hablando, es un sistema amortiguador.
El tráfico en Cartagena es caótico. Punto final. El sistema lagunar ofrece una alternativa adicional y atractiva para la demanda de transporte de pasajeros, la cual puede llegar a ser, sin duda, más eficiente (en términos de tiempo de viaje) que los medios convencionales (autos, buses y motos). Sin mencionar el potencial para generar empleos directos e indirectos, tiene un valor agregado sin igual: el paisaje. A pesar de todo sus beneficios y potencial, tanto ciudadanos(as) como algunos(as) directores(as) de las agencias ambientales locales (Cardique y EPA-Cartagena) lo han tratado de manera displicente a través de los años. Algunos(as) lo miran como un estorbo ¡Cuánta insensatez! El ecosistema de manglar depende tanto de la calidad del agua como de la hidrodinámica (comportamiento del flujo de agua) del sistema lagunar, las que, para entenderlas, necesitan de un monitoreo permanente y continuo. En este aspecto, las agencias ambientales antes mencionadas se han rajado, de acuerdo con los reportes de Cartagena Cómo Vamos (CCV) de los dos últimos años.
Sabiendo de este vacío, tres investigadores y tres alumnos de la Universidad Tecnológica de Bolívar (UTB) se dieron a la tarea de primero diseñar un plan de monitoreo y seguimiento y luego desarrollar una plataforma –llamada AquApp– de libre acceso a todos los ciudadanos para que tengan información, de primera mano, acerca de la calidad de los cuerpos de agua del sistema lagunar. Para evaluar la calidad del agua, se usó el Indicador de Calidad de Aguas Marinas y Estuarinas para Preservación de Flora y Fauna (ICAMpff) –desarrollado por el Invemar–, el cual tiene un rango de valores de cero a cien (0 a 100), con categorías de pobre (de 0 a 25), inadecuada (de 26 a 50), aceptable (de 51 a 70), adecuada (de 71 a 90) y óptima (de 91 a 100). Los parámetros fisicoquímicos y microbiológicos medidos son: oxígeno disuelto, demanda bioquímica de oxígeno a los cinco días (DBO5), coliformes termotolerantes, clorofila A, nitratos, potencial de hidrógeno (pH), sólidos suspendidos totales (SST) y fosfatos. Adicionalmente, se miden el nivel y la temperatura del agua. La información está disponible en dos tipos de formatos: valores separados por coma (“.cvs”) y gráficas que pueden, también, visualizarse en la plataforma.
AquApp necesita de financiación para que pueda cumplir su labor de herramienta tanto de gestión ambiental como de concienciación y empoderamiento ciudadano. Su sostenibilidad en el tiempo depende, obligatoriamente, de los monitoreos para alimentar la plataforma y aumentar la capacidad de almacenamiento de datos. Se hace imperioso entonces la colaboración de muchos actores: ciudadanos(as), agencias ambientales, agencias no-gubernamentales, el distrito, la gobernación, la industria privada y la academia. Con esta iniciativa, la UTB ha dado el primer paso. Se necesita ahora que dejemos la apatía y juntemos esfuerzos para sacar adelante esta herramienta.
Al cierre: los procesos de relimpia y/o dragados no deben hacerse de manera arbitraria. Es recomendable conocer la hidrodinámica de los cuerpos de agua para determinar cuál es la sección transversal necesaria para mejorar (o mantener) las condiciones ideales de flujo, navegación y preservación de zonas ambientalmente sensibles y de ronda hídrica.