Desde hace diez años la osada y brillante documentalista Patricia Ayala, visita esta región del pacífico nariñense, la escogió entre los innumerables escenarios colombianos, regalándole a Tumaco este gran legado cinematográfico que de ahora en adelante perdurará en el país.
No tuvo miedo de los esteriotipos que se dicen de esta región, y trasladó a todo un equipo de profesionales, los mejores en su área, que con valentía y entusiasmo comenzaron el 1 de noviembre un rodaje en lugares que para muchos eran de acceso imposible. Patricia se adentra en las narrativas de reivindicación de tejidos humanos con su poderosa percepción. Diez años absorbiendo esta cultura, le otorgan la maestría para llevar a cabo este formidable proyecto.
Las impactantes imágenes de los puentes que penden de esas casas palafíticas, quedarán grabadas en el recuerdo como la mejor metáfora de la condición del hombre: La propensión a dar malos pasos. Ese es el simbolismo de esta bella película, con el que la directora quiere enaltecer este territorio tan lleno de sufrimiento y de resiliencia a la vez.
El 28 de diciembre de 1895, un anónimo reportero al observar la primera proyección cinematográfica de los hermanos Lumiére, en el Boulevard de los capuchinos en París, escribiría que de ahora en adelante la muerte sería vencida con imágenes en movimiento.
Esta directora bogotana, ha querido eternizar a esos actores naturales, que nunca se imaginaron ser parte de un sueño llamado Puentes en el mar. Ellos que estaban tan acostumbrados a una violencia arropada de muertos y de la indiferencia de la nación; ahora pueden decir, que vivirán perennemente en el celuloide gracias al arrojo de una mujer que llegó a inmortalizarlos, por esa tendencia que tiene ella de ser puente en situaciones de dolor.