El COVID-19 llegó, animoso, imperante, firme en sus ideales y estricto en su tarea. Gradualmente fue aplanando sistemas “democráticos” y dictatoriales en todo el planeta. El puerco virus asustó a todos y, no es para menos, su capacidad letal arrodilló a Xi Jinping, Trump, Putin y, por supuesto, a nuestro presidente Duque.
Comenzó la odisea, dicen que por el dorado entró el caballo (de Troya) y que por las cordilleras, sabanas, valles y llanuras corrió la maldita enfermedad. Caracol y RCN comenzaron la ardua labor que impoluta al periodismo colombiano. Ilustrísimos personajes de la altruista sociedad aparecían entonando, al mejor estilo de un himno nacional, Color esperanza, canción del artista Diego Torres. No era un partido de fútbol esta vez, era una pandemia lo que suplicaba la unión de los colombianos. Ante las desgracias, nada mejor que un pueblo verraco, pujante y unido.
Los críticos del Estado no nos hicimos esperar, incendiamos las redes y nos proclamamos los putos amos de la política, la epidemiología y la retahíla barata que nuestros amigos suelen ignorar. Y no es para menos, estamos en aprietos, una hecatombe global y nosotros avivando el fuego del odio político que nos imbuyó Petro (sarcasmo en su máximo nivel).
Pasaron los días, las semanas, los días otra vez, Colombia en una tensa calma que aún no termina, la gente a sus casas, los profesionales de la salud a la batalla, los estudiantes a los talleres en casa, los trabajadores al desempleo, los ineptos a las calles sin justificación, los ignorantes a las redes sociales y los seudointelectuales a escribir articulitos como el que sigue a continuación
Nota 1: Qué viva Colombia, carajo
En tiempos de coronavirus la lógica es vivir, ganarle a la pandemia y ser ejemplo a nivel mundial. Cuarentena, la horrenda cuarentena que nos mantiene aislados de nuestras prácticas inherentes, es la única alternativa. Pero, ¿qué pasa? Los D1 están llenos: normal, hay que comer. Los fruver aumentaron sus precios: normal, el intermediario tiene que ganar. Los bancos mantienen inmensas filas: normal, hay que pagar las deudas. La gente está en la calle: normal, solo salieron un momento. Los vecinos andan de parranda: normal, son de la costa (malditos estereotipos). ¿Y el venezolano? Normal, todo en Colombia es normal.
Nota 2: Dame un mercado, oblígame perro
El meme del gnomo, para decir que los políticos regionales (no todos) son unos hijos de Hitler (por no mencionar a su pupilo colombiano), aprovechando la tragedia del pueblo para firmar millonarios contratos. En tiempos de coronavirus un personaje salió con el cuento que una lata de atún costaba $19.000, sería mejor que entreguen la plata que de seguro alcanza para 30 huevos, libra de arroz, tarro pequeño de aceite, 1 gajo de cebolla y 2 paquetes de ricas menudencias (lo digo por experiencia). Pero si hace unos años tuvieron el descaro de cobrar 40.000 por una pechuga en el PAE de Cartagena, y eso que era para niños de bajos recursos, que podemos esperar del país que ostenta, según las malas lenguas, el privilegiado primer lugar en corrupción.
Nota 3: Los buenos y las buenonas (que rico, hp)
Según la revista Dinero, por coronavirus: hombres y mujeres ven más videos triple X. La gente está viendo más porno dice el artículo, pero también se la están dando de avispados con los subsidios.
Para nadie es un secreto que cuando hay visita del Sisben se esconde la nevera y la lavadora, el televisor resulta bajo la cama y ni se diga del marcado, se rememora rápidamente a Rafael Pombo y se recita, soy la pobre viejecita sin nadita que comer. Pero ahora, en tiempos de coronavirus y con la crisis del país aparecen personas pidiendo ayuda sin tener una gran necesidad, no entienden que esto se trata de un colectivo, de una sociedad donde más de la mitad somos pobres (algunos no sabían, se vinieron a enterar cuando vieron sus ahorros, sus propiedades, sus capitales, sus deudas de la tarjeta de Codensa). Hay que entender que millones de personas que viven en la pobreza extrema no tendrán que comer en los próximos días y posiblemente van a salir a buscar por la fuerza algo para solventar, los juegos del hambre, aquí no se trata de yo y los demás que se jodan, cuando se jodan adivinen por quienes van a ir. Hace poco, salió el listado de los beneficiarios del bono solidario, ojalá que le den ese dinero de nuestros impuestos a quienes realmente lo necesitan, y si usted lo recibe, pero alguien con más necesidades no lo hace, al menos comparta.
Nota 4: El banquero de Fernando Vallejo
El viejo me sorprendió de nuevo, y no es para menos, le dedicó una crónica al siempre bienaventurado Sarmiento Angulo, personaje famoso en tiempos de coronavirus por su donación de $ 80 mil millones. Esa cantidad es un poco más de lo que se gastó Odebrecht en coimas, pero menos de lo que costará la nueva construcción del Chirajara, ¡recuerdan! El puente está caído, ¿con qué lo pagaremos? Con pensiones al fondo y burritos al cajero, que pase el gay, que ha de pasar, con todas sus burlitas, menos la de Aval.
Nota 5: Yo trabajo, yo produzco
Esta es la nota más corta, solo un saludo para la opulenta clase independiente y capitalista, cuya verborrea opacaba las marchas por salud y educación mientras eclosionaba toda una dirigencia acaudalada en contra de la calaña que se atrevió a exigir sus derechos. También un saludo para la ley 100, me encanta. Ahora en tiempos de coronavirus, donde pocos trabajan y pocos producen, gastáis de vuestros ahorros y disfrutad de la casa de papel, ostias.
Y ya en serio, que la Virgen de Chiquinquirá nos proteja del virus y de tanto corrupto y avivato que aprovecha la situación para llenarse los bolsillos.
