Teniendo en cuenta los últimos desarrollos de la situación política es pertinente traer a cuento los argumentos del exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, contenidos en su reciente carta dirigida al expresidente César Gaviria, donde propone una asamblea nacional que elija un precandidato liberal para competir con Gustavo Petro en la consulta presidencial del P.H.
“Realizar una convención o un proceso democrático de selección de candidato liberal a la presidencia de la República, para que compita con Gustavo Petro en las consultas del mes de marzo. Y de paso, se construya un programa de gobierno, audaz y progresista para volver a recoger las mayorías liberales de Gaitán, Uribe Uribe,, Galán, y otros que tanta gloria dieron al partido.”, dice Luis Pérez, y más adelante agrega: “En democracia, a Petro no hay que insultarlo, ni tenerle miedo; hay que confrontarlo con ideas y argumentos. No más odios ni más miedos entre los colombiano. Una consulta entre Gustavo Petro y un candidato liberal sería un exquisito escenario democrático que pondría al partido liberal como protagonista titular de la política y la opinión; aumentaría la votación para los aspirantes al Congreso; abarataría los gastos exorbitantes de las campañas; devolvería el fervor de millones de liberales que han perdido la Fe liberal y se han alejado. Una consulta así en marzo, traería pasión y alegría sin límites, y quien gane esa consulta sería el próximo presidente de la República.” (Cuarto de Hora. Diciembre 2-2021)
Con razón ha dicho Petro que si hay un compromiso entre el progresismo y el liberalismo hay presidente en la primera vuelta. Pero a estas alturas el expresidente Gaviria no ha respondido la carta y creo que no la va a responder habida cuenta de que está muy ocupado haciendo cálculos electorales para ver cómo se van a reacomodar los tres bloques para las elecciones al Congreso y para las consultas populares el 13 de marzo de 2022.
Así las cosas el PH no se puede quedar esperando con la ilusión de una esperanza inútil, sino que tiene que concretar su estrategia de ganar las bases democráticas y populares con un discurso progresista que recoja las banderas democráticas de la actualidad.
Precisamente el primer debate 6 de diciembre, entre los precandidatos del PH, Gustavo Petro, la precandidata indígena de la Guajira; Camilo Romero, de un sector de Alianza Verde, Roy Barreras, liberal socialdemócrata, y Alfredo Saad, pastor de una Iglesia Cristiana; con la ausencia en el evento de Francia Márquez, precandidata de las negritudes, avalada por Autoridades Indígenas de Colombia (AICO), y de Luis Fernando Velasco, senador liberal del Cauca, dejó la sensación agridulce de que Petro está solo en la competencia dentro del PH, y mucho más ahora con la renuncia de Roy Barreras a su precandidatura presidencial para volver a aspirar al Senado de la República, situación que puede llegar que muchos simpatizantes de Gustavo Petro no se acerquen a reclamar el tarjetón de la consulta ni a votar por las listas al Congreso, con las correspondientes consecuencias políticas para las elecciones de la primera vuelta el 27 de mayo.
Y es muy posible que, si se pierde la consulta del PH el 13 de marzo, que es en realidad la primera encuesta para la primera vuelta presidencial, también se pone en grave peligro la presidencia de la República para él movimiento popular y democrático, así los resultados de las encuestas hayan manifestado todo lo contrario durante todo el año.
Por eso es tan importante la participación oficial del partido liberal en la consulta del PH con base en un acuerdo programático sobre lo fundamental, donde estaría como prioridad el compromiso de implementar los Acuerdos de Paz, las reformas al Estado, y un modelo de desarrollo económico alternativo al neoliberalismo salvaje. “Una consulta así en marzo, traería pasión y alegría sin límites, y quien gane esa consulta sería el próximo presidente de la República.”
Apelar a los campesinos, a los trabajadores y a las capas medias; dispersos, desorganizados, abstencionistas, golpeados por la pandemia, la falta de ingresos, la desigualdad, la informalidad, el desempleo, la miseria, la inseguridad, la corrupción y la violencia, es todo un reto mayor del PH para convencerlos con un programa de gobierno claro y viable que siembre la esperanza y la pasión en millones de colombianos de que si se puede salir de la crisis con la participación electoral de las mayorías abstencionistas.
Por lo cual las puertas deben estar abiertas a sectores importantes de los partidos tradicionales que quieran hacer parte de la consulta del PH, porque existe el peligro de que sean absorbidos por otras corrientes políticas fascistas, militaristas, sectarias, autoritarias, paramilitares, mafiosas, guerreristas, criminales, corruptas y violentas, con los respectivos soportes del capital financiero, terrateniente, latifundista, y de los contratistas inescrupulosos y corruptos.
La últimas manifestaciones de protesta de los sectores populares y de algunas franjas de las capas medias, especialmente la rebelión popular de masas del 28 de abril de este año, han caído en el reflujo de la participación ciudadana, que bien podría expresarse en la muy poca participación de los jóvenes de 14 a 28 años en las elecciones para los Consejos de Juventud del 5 de diciembre, donde, de una población habilitada de 12.200.000 personas solo participaron 1.200.000, es decir, hubo un 90% de abstención, lo que nos podría estar indicando, en cierta medida, que el grado de participación de la juventud rebelde aún no se manifiesta en una protesta electoral alternativa, que está por ver en las elecciones de marzo.
Los estudiantes, los campesinos, las mujeres, los trabajadores, los transportadores, los indígenas, están en reflujo como un volcán dormido a la espera de una nueva explosión; continúan los asesinatos de líderes sociales y de excombatientes de las Farc, se intensifican las acciones de los paramilitares, de las disidencias y del ELN, el Congreso legisla para la corrupción y para la mordaza de la oposición, mientras tanto Uribe –Duque distraen la atención pública con el cuento objetar el artículo que busca la censura de prensa y con subir el salario mínimo a un millón de pesos, como un azuelo para pescar votos en la campaña electoral.
La lista cerrada está trayendo problemas en el interior del PH en Bogotá, en Medellín y en Santa Marta, a tal punto que hay dos listas al senado y serias dificultades con la elaboración de las listas a la cámara de representantes en algunas regiones, que en cierta forma obstaculizan la unidad para el despliegue de la campaña electoral.
Además debemos tener en cuenta de la necesidad de unas mayorías parlamentarias para la tramitación de las reformas estructurales que necesitan los cambios democráticos de este país, las cuales podrían lograrse si fuera posible concretar los acuerdos con algunos sectores importantes de los partidos tradicionales con vistas a la conformación de un Gobierno democrático pluralista, para la defensa e implementación de los derechos fundamentales de la ciudadanía.
La última encuesta del 11 de diciembre sigue dando como ganador a Gustavo Petro con el 25 %, con la novedad de que el exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, aparece en el segundo lugar con el 11 %, por encima de Sergio Fajardo con el 7 % y de Oscar Iván Zuluaga con el 6 %, resultados que dicen como el exalcalde de Bucaramanga ha ido escalando posiciones con su discurso contra la corrupción, a tal punto que no es descartable dadas las condiciones de crisis y de incredulidad de la gente en la política tradicional, y aún y sin ser conocido ampliamente por la opinión pública nacional, que esta tendencia contestataria pueda continuar creciendo hasta llegar a la segunda vuelta a definir la presidencia con Gustavo Petro.
Otro elemento que ha venido estando presente durante todo el año en las encuestas es la abstención electoral, y el voto en blanco que con los indecisos alcanza la suma cercana a un 50 % (22 % y 23 % respectivamente), lo que hace pensar que en la segunda vuelta nada está escrito para definir la presidencia a favor del PH.
Lo más probable es que se junten todas las tendencias que defienden al sistema y al establecimiento, y al estatus quo del régimen político y económico contra Gustavo Petro, sea quien fuere su contrincante en la segunda vuelta, con tal de salvar el régimen de ganancias y privilegios de la clase dominante.
La renuncia de la senadora Angélica Lozano augura una descomposición cada vez más profunda e irreversible de la Alianza Verde, hecho que no celebramos porque era una de las expresiones políticas para romper el bipartidismo tradicional, pero las vacilaciones políticas y las incoherencias programáticas terminan por poner en su sitio a las tendencias vacilantes de la pequeña burguesía como en efecto lo estamos viendo en estos momentos.
De la misma manera la Coalición de la Esperanza atraviesa una crisis irreparable con la formación de la lista independiente al senado del Nuevo Liberalismo, lo que llevó a su vez a Humberto de la Calle a renunciar a encabezar la lista al senado por la Coalición de la Esperanza, aunque ya cambió de idea y ahora vuelve a liderar la coalición del Centro, y al senador Iván Marulanda a renunciar a su Nuevo Liberalismo para volver de nuevo como el hijo pródigo a la Alianza Verde; así como que la Joya de la Corona del “Centro Esperanza”, Alejandro Gaviria, no logra despegar todavía de los últimos lugares en la intención de voto en las encuestas electorales, conformando el cuadro de la crisis del Centro Esperanza, que parece que tuviera su fecha de vencimiento el 29 de mayo, día de la segunda vuelta presidencial, si no se acaba en la consulta del 13 de marzo.
De tal manera que es previsible que una franja de este sector político se vaya con el voto en blanco a apoyar la coalición de Uribe Vélez, como ocurrió en el 2018, y otra corriente más amplia engrose el caudal del P.H, sin descartar las posibilidades de Rodolfo Hernández, lo que significaría en cualquier caso, el enfrentamiento de dos grandes bloques políticos, dos modelos de acumulación capitalista, dos concepciones de la democracia y del Estado, que es en esencia lo que se está jugando en estos momentos para el porvenir democrático de Colombia con la mal llamada “polarización de los extremos”, que no es otra cosa que un sofisma de distracción de la crisis nacional por parte de la clase dominante.
En otras palabras, sectores del gran capital, de la banca monopolista, de los terratenientes y latifundistas, del gran capital inmobiliario, de la industria, la construcción, el comercio y los servicios; sectores de la Iglesia Católica, de las Iglesias Cristianas, de los medios de comunicación, prensa, radio y televisión, de los grandes gremios industriales y comerciales, se agruparán en una sola fuerza, en una sola coalición, todos a una como en fuente ovejuna, para defender su ganancias y privilegios contra el PH que encarna los cambios estructurales democráticos del momento.
En estas circunstancias pensamos que ante la correlación de fuerzas electorales, frente al nivel de organización, de conciencia política, de unidad y movilización del movimiento popular; ante los factores reales de poder de la oligarquía dominante, es importante mantener las puertas abiertas a las posibilidades de concretar acuerdos programáticos con sectores democráticos del establecimiento, para una consulta dentro del PH, con el fin de asegurar no solamente la presidencia sino también la tramitación de las reformas estructurales desde el Congreso de la República, y la construcción de un amplio movimiento de masas democrático y pluralista que sea la base social de apoyo para la implementación, desarrollo y sostenibilidad de lo que hemos convenido en llamar los cambios profundos de la revolución democrática.
De cualquier manera, haya o no haya convergencia electoral programática con otras vertientes políticas para la consulta del PH, lo fundamental es agrupar y unificar las tendencias democráticas y socialistas del Bloque Histórico Popular, con el fin de asegurar la hegemonía política, económica y cultural de los obreros, trabajadores, campesinos, estudiantes y sectores avanzados de las capas medias, en la dirección e implementación del programa de gobierno del PH.
Esto es lo que se trata de expresar con la consigna del momento político: Unidad y resistencia por un nuevo poder.