Apoyos políticos irracionales
Opinión

Apoyos políticos irracionales

Petro no depende de su personalidad, ni de las calles, ni de su oratoria para obtener lo que la sociedad reclama, pero sí del Congreso y la Corte Constitucional

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agosto 22, 2023
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Libros enteros han sido escritos por sociólogos, politólogos, psicólogos y analistas electorales para explicar las razones por las cuales las personas votan por unos candidatos y no por otros. Todas esas diferentes disciplinas dan su versión, pero todas llegan al mismo llanito: la gente vota no por los programas o la ideología del candidato sino por la impresión que de él se forma.  Esa impresión no es casi nunca amor a primera vista. Influyen la situación social y económica de las personas, su entorno familiar, su religión o falta de ella, su raza, su nivel de escolaridad y la medida en que todo ese conjunto de creencias y prejuicios se ve reflejada en un candidato. Es algo así como que el candidato que a mí más me gusta es el que confirma lo que yo ya sabía, el que da más seguridad a mis convicciones.

Hay quien cree que el conservadurismo y aislacionismo de buena parte de la opinión pública norteamericana tiene su origen en el estricto calvinismo de los pasajeros del Mayflower, el barco de peregrinos ingleses que arribó en 1620 y construyó en Plymouth la primera colonia de origen religioso. Fue el acto fundacional de la nación americana. Hoy el Medio Oeste, rural y religioso, sin ningún interés por temas internacionales y defensor de la moral protestante, es la base del poder del partido republicano.

Esa apelación al nacionalismo, al enemigo externo, a los valores tradicionales, a la defensa del statu quo, hace que políticos como Donald Trump, que los interpretan integralmente, tengan permanente vigencia, no importa si su vida privada y su comportamiento público en los negocios y la política esté tan lejos del modelo calvinista original. Hoy gracias a ello sigue siendo el candidato republicano con más acogida en las encuestas, lo cual es una demostración de hasta qué punto las creencias y necesidades de la gente están por encima de los candidatos.

En una sociedad con una estabilidad económica, social y política razonable, la defensa del statu quo tiende a producir más votos que los anuncios de grandes cambios institucionales, que causan temores. La desconfianza humana al cambio es terreno fértil para los psicólogos. Esos grandes cambios cuando se producen sin derrumbar la estantería, lo hacen siempre con respeto por las formas institucionales y con el respaldo de esa opinión pública conservadora que considera que hay momentos en los cuales las cosas tienen que cambiar, especialmente porque la favorece. Es lo que afirman sociólogos y politólogos.

Un caso clásico es David Lloyd George, primer ministro Inglés, entre 1916 y 1922, de humilde origen, líder del Partido Liberal, hoy casi desaparecido, que en alianza con los conservadores sentó las bases del actual estado de bienestar inglés: los seguros sociales de enfermedad, invalidez y desempleo, enfrentado a la Cámara de los Lores, cuyas facultades para aprobar presupuestos suprime. Fue una necesidad política, luego de la carnicería de la I Guerra Mundial, reconocida y apoyada por la mayoría. Para los terratenientes de Downton Abby, una revolución, que acabó con ellos.


¿Cómo explicar la llegada de Petro y su Pacto Histórico al poder, un gobierno de izquierda en un país como Colombia donde la concentración de la riqueza económica ha sido paralela a la concentración del poder político?


¿Cómo explicar la llegada de Gustavo Petro y su Pacto Histórico al poder, un gobierno de izquierda en un país como Colombia, con un perfil religioso, conservador, clasista, racista, machista, donde la concentración de la riqueza económica ha sido paralela a la concentración del poder político? Quizás, si seguimos a tantos analistas ilustrados, menos por las calidades de la persona que por la necesidad sentida por la mayoría de que en la sociedad colombiana se hagan cambios de importancia, que es la razón por la cual gana las elecciones con tantos factores en contra.

Gustavo Petro, con su compleja personalidad, encarna la necesidad de cambio, y la única posibilidad de que este se haga respetando la esencia de la democracia que es la separación de poderes. El discurso extremo del presidente Petro, que no es muy distinto del que tenía como candidato, es la denuncia de esas fuerzas que no dejan avanzar el bienestar social en Colombia, duro y pugnaz, pero con una gran barrera de contención que es el reconocimiento del Congreso, de las Cortes y de la Constitución. Eso es a la vez su obstáculo y su salvavidas.

Dos ejemplos extremos: Donald Trump nombró magistrados conservadores en la Corte Suprema para asegurar su electorado calvinista; David Lloyd George logró que la Cámara de los Comunes suprimiera las facultades legales a la Cámara de los Lores, para poder financiar la seguridad social. Solo con el concurso del Congreso y la Corte Constitucional, Gustavo Petro podrá obtener los fines políticos que la sociedad reclama; no depende de su personalidad, ni de las calles, ni de qué tan convincente sea su oratoria, sino de su habilidad para contar con esas instituciones.

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