Aplaudo a Claudia López por manifestar de inmediato su dolor y sus condolencias a la familia de Javier Ordóñez, asesinado por miembros de la Policía, así como a las de los muertos durante las protestas del día siguiente, y las de los heridos, incluidas las de los miembros de la institución. Por reclamar justicia. Por rechazar de plano la destrucción del patrimonio público, sean buses o instalaciones de CAI. Por tener claro que los casos de brutalidad policial no son aislados y que es necesaria una reforma a la institución.
Aplaudo a Claudia López por buscar la reconciliación y la construcción de confianza y no la consabida polarización que tantos réditos políticos ofrece a lado y lado del espectro político. La jornada de ayer, de perdón y reconciliación, la culminó con estas palabras: “El camino del reconocimiento, perdón, verdad, justicia, reforma, garantía de no repetición, y reconciliación no será fácil, pero es el único deseable y el único en el que perseveraremos”.
Los hechos salvajes de las noches del 9 y 10 de septiembre manchan gravemente la hoja de vida de la Policía Nacional. Una institución de alrededor de 168.000 miembros de los que, con certeza, la mayoría eligió su carrera con el propósito de contar con empleo y, a la vez, servir con honradez a la comunidad en un país en el que los jóvenes sufren altas dosis de incertidumbre en el mercado laboral, agravada en estos tiempos de pandemia. La ciudadanía los está observando y está saliendo a las calles a protestar por las arbitrariedades que siegan la vida de jóvenes inocentes.
Al espantoso asesinato de Javier Ordóñez a manos de miembros de la institución le siguieron las respuestas burocráticas oficiales (ordenamiento de la investigación exhaustiva correspondiente). En tiempos de internet móvil, de las redes sociales y la obvia viralidad del video de la cobarde agresión a Ordóñez a punta de taser antes de ser conducido al CAI, donde, literalmente, fue molido a golpes por varios policías, es increíble que las autoridades se hayan demorado dos días para manifestar sus disculpas (en las que el adverbio “presuntamente” es enfatizado en la acción de los perpetradores).
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La alcaldía de Bogotá reunió 119 evidencias claramente documentadas de abuso policial; 72 personas fueron heridas con armas de fuego
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Las protestas en Bogotá y otras ciudades y la brutalidad policial desembocaron, al día siguiente del asesinato de Ordóñez, en la muerte violenta de nueve personas más en Bogotá y de tres en Soacha, todas jóvenes, por disparos indiscriminados. La alcaldía de Bogotá reunió 119 evidencias claramente documentadas de abuso policial; 72 personas fueron heridas con armas de fuego.
La vida es sagrada y el dolor es de todos: fueron heridos más de 200 ciudadanos y mas de 190 policías por parte de vándalos en hechos repudiables. La incitación a la violencia y la destrucción de patrimonio público deben ser rechazadas por la ciudadanía.
Aunque la silla del presidente de la República en el acto de ayer de perdón y reconciliación organizado por la alcaldesa estuvo vacía, Claudia López nos dice, de nuevo, que la vida, la de todos, es sagrada.
¿Qué un acto así es político? Por supuesto. Nada más político que la defensa de la democracia, del respeto a la vida, la necesidad de reconciliación, de una Policía que proteja la vida de los ciudadanos.