No es extraño lo que sucede en Colombia a pesar de las condiciones de seguridad en salud y de los graves problemas por los que este valioso sector del país viene atravesando.
En las noches, según se informa, millones de colombianos desde los balcones de sus residencias se han volcado a rendir homenaje a los valientes médicos y personal de sanidad que vienen enfrentando este duro momento para la humanidad, siendo estos valientes guerreros contra la muerte quienes exponen sus vidas, e incluso la de sus familias, todo por cumplir con el Juramento Hipocrático, sumado a su vocación de servicio por la vida de sus compatriotas.
Paradójica acción se ve en las calles y supermercados, sitios en los cuales solo el interés económico prima, pues allí, donde se escuchan constantemente las campanillas de las cajas registradoras, se han atrevido de manera indigna a rechazar a estos profesionales y servidores, personas que se presentan como ciudadanos con derechos para adquirir los bienes que han de suplir las necesidades que como humanos igualmente tienen, puesto que ser médico o enfermero no significa ser cuerpo glorioso.
Definitivamente a los colombianos nos mueve la hipocresía, pues en medio de la noche se cumple con una acción admirable, pero a la luz del día se ocultan los buenos sentimientos y se piensa solamente en el individualismo rapaz que solo busca el bien individual y mira despectivamente a aquellos que sirven como lo dicta la verdadera filosofía humanista.
Esperemos que con este tiempo seguramente se reflexione para que retomemos el verdadero camino de la transformación y así logremos en un tiempo ni muy lejano dejar la mentira y el engaño atrás, para tomar el sendero de la justicia, la solidaridad, la paz fraterna y la convivencia real sin discriminación y sin exclusiones.
¡Admiración y reconocimiento para los servidores de la vida, médicos y personal de sanidad!
