En los últimos días se ha visto una controversia ambiental sin precedentes en la historia de la ciudad ,que ni siquiera ha sido vista cuando se hizo el ajuste del área de la Reserva Forestal, bosque oriental de Bogotá, durante la década pasada. Las declaraciones del alcalde Enrique Peñalosa sobre la zona de reserva Thomas van der Hammen en el norte de la ciudad han puesto en primera plana el tema ambiental.
Primero, contextualicemos un poco la discusión: la ciudad se erige en una zona de llanura aluvial, es decir, una zona plana formada por los sedimentos arrastrados por los ríos y quebradas de la región. En esta zona hay una particularidad y es la presencia de lagos, humedales y otros ambientes de aguas quietas. De hecho no en vano el sector de Chapinero entre la 76 y la 85 se conoce como el Lago, dado que allí existía hasta los años 50 el lago Gaitán.
Esto muestra cómo la ciudad ha ido creciendo sobre zonas que antes estaban anegadas y que en parte es la causa de que en temporadas fuertes de lluvias, como por ejemplo la presentada en el año 2011, una buena parte del suroccidente de la ciudad se inundara.
Hace cerca de 15 años se delimitó el área de reserva Thomas van der Hammen en el norte de la ciudad. El objetivo es simple: dar conectividad a los ambientes propios de los cerros orientales, que, per se, son un área de reserva, con el río Bogotá. Actualmente la CAR trabaja en un plan serio de saneamiento y recuperación de la ronda hidráulica del rio Bogotá, plan que es más sencillo de implementar si se mantiene esta área de reserva.
Pero además del objetivo ecológico de la conectividad, hay múltiples objetivos sociales que se ven favorecidos con la existencia de esta reserva. La Administración Distrital en su plan de maestro de espacio público que data del año 2005, muestra que en Bogotá hay una deficiencia de parques y zonas destinadas a la recreación pasiva, razón más que suficiente para establecer un área de reserva ambiental que permita no solo la recreación, sino también genere conocimiento de la flora y fauna de la región.
Un objetivo social de la reserva es generar conocimiento a la sociedad capitalina de la flora y fauna de la región
Lo alarmante de las declaraciones del Alcalde al decir que la reserva Thomas van der Hammen son potreros, es el amplio desconocimiento de que el área de reserva abarca dos de los humedales que aún están en aceptables condiciones y que en ella aún hay relictos del bosque andino propio de la Sabana de Bogotá.
Como es claro para muchos, nuestro alcalde ve todo desde un punto de vista económico donde priman las decisiones a corto plazo, es decir, que es más barato de hacer ya. Y no las decisiones a largo plazo que desde la economía tienen un impacto difícil de predecir, con esto quiero mencionar que para el alcalde es más fácil poner las soluciones de vivienda en el área de reserva dando una utilidad al suelo de forma inmediata, pero comprometiendo la calidad ambiental, la salud y la vida de los bogotanos en el futuro próximo.
El alcalde está dando prioridad a la utilidad inmediata del suelo, comprometiendo la calidad ambiental y sobre todo la salud y la vida de los bogotanos en el futuro próximo
De otro lado cuando él menciona potreros en la zona de reserva, son zonas cuyo uso es agrícola; pero ello no implica que no sean recuperables ni restaurables: De hecho en las zonas de reserva normalmente hay zonas de amortiguación donde actividades con menor impacto ambiental pueden llevarse a cabo. Adicionalmente la restauración ambiental de estas zonas, es un proceso que puede llevarse a cabo con los recursos de la Secretaría de Ambiente y del Jardín Botánico, que pueden ser vistos como una inversión en la calidad de vida de todos los habitantes de la ciudad, además ayudaría a recuperar el bosque andino del cual solo existe el 4% de su extensión original.
Además esta semana fue patente como un incendio forestal en los cerros, provocó la disminución de la calidad del aire a niveles vistos en ciudades de la China, caracterizadas por una polución perenne. Es más con el fenómeno del niño todos pudimos ver días soleados donde no era posible ver el cielo despejado, producto de la niebla fotoquímica presente que daba un aspecto gris o amarillento al aire capitalino.
Esto debería ser razón más que suficiente para que los bogotanos en su conjunto, exijamos a la Administración Distrital la conservación y restauración de esta área de reserva, más aún con las evidencias halladas por biólogos de la Universidad Nacional donde se muestran que hay varias especies endémicas de aves e insectos, es decir que el lugar no es lo que afirmó de forma “desafortunada” el alcalde.