El apetecido Belén de Bajirá
Opinión

El apetecido Belén de Bajirá

Cuando parecía que el enredo se había desatado por razones técnicas, el presidente del Senado terció, hablando como parte interesada y no como dignatario

Por:
junio 16, 2017
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Es extraño que en un país tildado de santanderista y leguleyo, más proclive a la polémica encendida que a la serenidad de los diálogos constructivos, no se hubiera aducido para su aplicación, mientras caían los mandobles entre antioqueños y chocoanos por el corregimiento de Belén de Bajirá, la ley 13 de 1947, el cofre de los límites entre Mutatá (Antioquia) y Riosucio (Chocó), a efecto de que las pretensiones ajustadas a esa norma se reconocieran y se excluyera a los desconocedores de la misma.

Setenta años después, las tensiones y forcejeos por la ubicación territorial de un corregimiento no han acabado, que sería lo lógico, con la simple aplicación de la ley. Al contrario, cuando parecía que el enredo se había desatado por razones técnicas, el presidente del Senado terció, hablando como parte interesada y no como dignatario, para reclamar su competencia legislativa y rechazar una presunta suplantación del instituto Agustín Codazzi.

O el director del Agustín Codazzi mintió cuando dijo que las Comisiones de Ordenamiento Territorial del Congreso respondieron su informe afirmando que la ley no dejaba dudas sobre los límites, o el senador Lizcano ignoraba la respuesta del Congreso al informe técnico y montó, como lo hizo con la payasada del subsecretario del Senado, un sainete del que no podemos descartar una fuerte presión de las bancadas paisas en Senado y Cámara. ¡Una escena más de teatro farsesco!

Como sucede a menudo entre colombianos, después de la solución cae otra tempestad. El nuevo mapa divulgado por el Codazzi quedó afectado de polio, y el gobernador de Antioquia continúa exhibiendo su vera efigie en los medios de comunicación, y posando como guardián del poderío antioqueño. Otro buen comediante que ha tomado en serio su parecido físico con  Sean Penn.

 

El oro, el níquel, el cobre y la palma de aceite
que hay en los 2000 kms2 de Belén de Bajirá
son el incentivo de los antioqueños para pelearse el pueblito

 

  El oro, el níquel, el cobre y la palma de aceite que hay en los 2000 kms2 de Belén de Bajirá son el incentivo de los antioqueños para pelearse el pueblito y hacer lo imposible por conservarlo, alegando que han hecho inversiones –mentirosas según los chocoanos– y ofreciendo que lo van a dotar de servicios básicos como alcantarillado y agua potable, y a erigirlo en municipio a ver si le despejan el futuro que no tendría bajo la jurisdicción del Chocó. Por lo mismo establecieron allí una institución educativa alterna, un puesto de salud alterno, una oficina del chance alterna y un inspector de Policía alterno. ¡Macondo mondo y lirondo!

Lo último que se supo del vía crucis del apetecido corregimiento fue que la Cámara de Representantes resolvió hacerle control político al trámite accidentado de la dilatada definición de límites. Los representantes antioqueños se despacharon contra el gerente del Codazzi, en términos no muy dignos de su jerarquía, sin argumentos jurídicos ni técnicos de peso.

Colombia ha estado condenada a los problemas limítrofes con sus vecinos en el exterior y con sus entidades territoriales en el interior. El Gobierno y el Congreso siguen equivocando su enfoque de tales problemas o se los endosan al tiempo. Son miles los kilómetros cuadrados perdidos por torpeza o cobardía, y el ejemplo de Belén de Bajirá huele a 70 años de tinta, como si nos embriagaran la ética y la estética de las gavetas, un enser que nos priva de sobrevivir a la par de la dinámica contemporánea.

Tengan calma, queridos amigos paisas. Saber perder no es una vergüenza que denigre de ustedes. Es una alcabala a la tolerancia y al respeto por las leyes. Piensen que si los chocoanos ganan el chico ustedes, los más lúcidos y los más ricos, hasta se librarían del sambenito de que los midan, por lo bajo, con una de esas preguntas filudas del ingenio popular: “¿Cuál es el colmo de los antioqueños?”.

Pues que, encomendados a la madre Laura y el padre Marianito, se adueñan de los corregimientos del Chocó.

 

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