Es una casa con una gran fachada negra, en la puerta de entrada un color nos será asignado, ese color representa un cuarto de ese espacio en el que habitan cuatro personajes, cuatro inmigrantes, cuatro colores, cuatro estéticas diferentes tanto en la caracterización como en la construcción de los espacios. El lugar ¡apesta! Por el abandono, por lo sucio, lo decadente y triste. El exilio es quizá el tema central, cada uno cuenta su historia y sus miserias a través de las características propias de su acento, de su lugar de procedencia.
Apesta es una invitación a que el espectador se desprenda de su silla y deje de estar atornillado a ella, como decía Baudelaire: se emancipe. El recorrido va de alguna manera construyendo el relato, cada uno empieza y termina por el azar de un color. En ese sentido la obra plantea maneras diferentes de verla, algo que no es nuevo pero que, si esta bien logrado, se convierte en una experiencia, puede ser ésta la búsqueda del espectador contemporáneo. Algunos de los personajes hablan desde un humor sarcástico, ese humor negro que a veces nos hace reír hasta las “lagrimas” y por momentos nos asquea.
Un israelí conserva algunos pelos humanos dentro de un frasco colgado a una cuerda que pende desde el techo y que proyecta su sombra sobre un colchón roto. En las paredes se vislumbran retratos de una familia perdida, multiplicada por cien. Un brasilero convive con un maniquí al que manipula de forma extraordinaria, decadente, violenta y libidinosa. Un chino que sueña cantar con la libertad de un pájaro y que nos transporta a esos supermercados donde una cantante de ojos rasgados empina la voz con estallidos paradójicamente de tranquilidad “zen”. Y una polaca que rememora a su amor entre miles de cartas de desamores con imágenes kitsch de Jesús y uno que otro santo.
Un trabajo escénico muy bien logrado desde la dirección y muy interesante para la escena local, nos ofrece esta obra que inauguró el espacio alterno de La casa del Teatro Nacional. Una sublimación poética del ser inmigrante, sin hipocresías y con caracterizaciones exquisitas. Esto es para esta humilde espectadora Apesta, la obra escrita y dirigida por Víctor Quesada y protagonizada por Erik Rodríguez, Nathalia Franco, Fernando Bocanegra y Juan Pablo Barragán. Cruzaremos los dedos por tenerla el próximo mes de abril en el esperado Festival iberoamericano de teatro de Bogotá.