La obra de Antonio Seguí siempre trata de encontrar espacios para que en términos -casi siempre-escuetos se presenten muchas posibilidades de la condición humana. Creó un lenguaje propio que expresa una manera de ser y de pensar. Inventó un universo urbano al que siempre le caben todos los propósitos y despropósitos de su imaginación creadora. Poco a poca ha ido desarrollando un universo con autonomía propia de figuras, formas y colores donde representa fragmentos de su memoria y al mismo tiempo incluye sensaciones o coyunturas que le interesan de su cotidianidad.
Antonio Seguí ya es uno de los grandes artistas que tiene representaciones comerciales en el mundo. Vive en París desde 1960 y su arte es recibido en todos los continentes con la misma importancia, contundencia y seguridad. Es dibujante, pintor, grabador, ilustrador de libros y escultor de un mundo que ha desarrollado paulatinamente. Su lenguaje particular que se mueve entre lo lúdico y lo terrible lo aborda desde la experiencia, la investigación de técnicas y con la autonomía de un mensaje único.
En este universo de figuras, formas, líneas y color incluye referencias: unas que guarda en la memoria de su infancia, otras son sensaciones actuales, otras referencias de coyunturas que le interesan dentro de la cotidianidad que, con frecuencia, las incluye con palabras como telón de fondo. Seguí vive la eterna dualidad del artista que se enfrenta a los dos mundos: el de adentro y el de afuera.
Como parte de un imaginario colectivo, Antonio Seguí cuenta la historia de sus territorios notables, los de Córdoba su ciudad natal, la tradición gaucha, los recuentos del tango, la milonga o el sabor del mate. Antonio Seguí pinta mientras relata las historias de pertenencia con esa imaginación siempre en un presente continuo.
En su obra la ironía es un complemento que hace parte de la idiosincrasia cordobesa. Lo cómico – irónico- lúdico es la combinación casi perversa del recuento del su conjunto social porque sus obras contienen lo leve y lo grave, la risa alegre y la burla crítica, lo fundamental y lo intrascendente. Por eso es importante la formalidad de lo teatral donde esas figuras sintéticas se mueven en el desencuentro de una soledad compartida.
Antonio Seguí, como los impresionistas, es un pintor contemporáneo que deja testimonio de los rincones de París, como latinoamericano pinta a Buenos Aires y como argentino a Córdoba. Como lo hicieron Francisco de Goya y Lucientes, Otto Dix o George Grosz, asimila la condición del hombre dentro del cordón umbilical de una sociedad que se autoelimina.
También Antonio Seguí hace parte de esa tendencia figurativa que se desarrolló desde la década de los sesenta, donde interesa la deformación de la figura humana o el comienzo de la explicación de una otra sociedad moderna es un síntoma de la gravedad.
Otro de los aspectos importantes dentro de su trabajo es la multiplicidad de espacios que se desarrollan en un mismo plano, que pueden interpretarse desde lo lineal hasta lo pictórico , desde lo atmosférico hasta el movimiento detenido de lo mecánico, desde lo figurativo hasta lo conceptual.