En enero de 2011 un comunicado en la página web de Shakira prendió las alarmas de la prensa del corazón. La relación que la colombiana sostenía desde hacía más de once años con Antonio, el hijo del expresidente argentino Fernando De La Rúa, había llegado a su fin. Durante ese tiempo, el argentino fue la inspiración de las letras de Shakira. La pareja, que alcanzó a soñar con casarse y tener hijos, terminaba pero seguía en los mejores términos. O al menos eso le hicieron creer a la prensa: “Nuestra amistad y entendimiento son indisolubles e incorruptibles” decía el comunicado.
No pasó mucho tiempo antes de que los titulares en revistas y periódicos demostraran que la amistad entre Shakira y De La Rúa no era tan sólida como dieron a entender. El año siguiente Antonio volvió a ser noticia. Esta vez por una demanda en la que le exigía a su ex pareja el pago de 250 millones de dólares, que según él, le correspondían por el trabajo que hizo en favor de la carrera de la cantante, mientras era su novio. El tema dio material suficiente para que los medios estuvieran entretenidos viendo la pelea en los tribunales. Demanda iba y demanda venía. Ella también lo demandó a él por haberle robado 300 millones de dólares.
El propio Antonio reveló detalles íntimos a los periodistas. Contó que la relación se había acabado en 2010 pero que decidieron mantenerlo en secreto por unos meses más. Él sabía de la infidelidad de la cantante con el futbolista Gerard Piqué a quien conoció a mediados de ese año por motivo del mundial de Sudáfrica. Se enteró por el asistente de ella de sus deseos de terminar la relación. Shakira ni siquiera quiso decírselo directamente y eso fue lo que más lo sorprendió. Después de 11 años de relación lo menos que merecía era una despedida personal.
Fueron tres demandas las que Antonio perdió contra Shakira en los tribunales. El principal motivo que los jueces tenían para darle la razón a ella fueron las capitulaciones que la pareja firmó en 2006 cuando pensaban casarse y tener hijos. Ahí quedaba expreso el deseo mutuo de mantener los bienes por separado. Además, los acuerdos que Antonio alegaba habían sido verbales y no servían como evidencia legal. Al final, él no quiso alargar más el asunto. Ya se había desgastado suficiente con los juicios. Pese a que estaba rodeado de abogados hambrientos por alguna comisión de lo que podría quitarle a Shakira, De La Rúa priorizó su tranquilidad.
Durante aquel espectáculo en los tribunales, Antonio no se olvidó se su vida sentimental. A principios de 2011, pocos meses después de haber anunciado el rompimiento con Shakira, conoció a Daniela Ramos, una joven DJ que había sido reina de belleza, durante una presentación en el bar Afroglam, en Bogotá. El argentino aún tenía varios amigos colombianos y se encontraba por motivos de trabajo en la ciudad. El flechazo apenas vio a Daniela fue inmediato. Consiguió su teléfono por medio de la gente del bar. Luego vino un romance a distancia, que se desarrolló por medio de llamadas, mensajes y escapadas de fin de semana. En Septiembre de ese mismo año Antonio quiso darle más consistencia a la relación. Llamó a sus suegros y viajó hasta Cali para conocerlos.
En marzo de 2012 la pareja tuvo a su primera hija. Nació en Punta Del Este y le pusieron Zulú, un nombre originario de las tribus africanas que habitan en Mozambique, Zimbabue y Zambia. En 2014, después de haber vivido en Nueva York y Uruguay, se mudaron a Kreuzberg, una de las zonas turísticas más importantes de Berlín. Allí Daniela estudia un técnico en Ingeniería de Sonido para formarse como DJ. El año pasado volvieron a ser padres de Mael. Antonio, alejado de los medios y de la fama, está dedicado a las inversiones de finca raíz. Compra propiedades que después vende y se convierten en colegios, centros comerciales, bares, etc. El amor que Antonio le tiene a Colombia no se cuestiona. Después de todo, hoy es feliz con otra colombiana que también se dedica a la música.