Queridos amigos y amigas de las letras, no de las letras cambiarias, que ellas son harinas de otros costales, muy onerosos por cierto. Estamos hoy aquí en este cálido recinto reunidos para departir en general del oficio de escribir y en particular para hablar del poeta Antonio Acevedo Linares. Hay quienes se creen poetas, aferrados al vaivén de la casquivana iluminación momentánea y al frío calor de sus sentimientos, casi siempre municipales y no universales, pero en mi opinión, que puede estar errada sin hache, no hay tal. Quienes son poetas de verdad verdad y no de mentirosa verdad no dependen de la inspiración ni de sus sentimientos. No. Ellos son poetas a todas horas, aún dormidos beatíficos en jergones o sentados estípticos en sanitarios, pues la poesía vive en ebullición dentro de ellos, en sus dendritas y neuronas, en sus ventrículos y aurículas, en el tacto de sus manos y sus dedos y sus uñas, en su respirar y sus pestañas.
Tal sucede con el caballero aquí sentado a mi derecha, respira poesía, así muchos no lo detecten o presientan. En términos generales no me agrada la buena poesía, me mueve a envidia: un buen poeta es capaz de con un párrafo asir el universo con manos de seda, con una palabra como hacha derribar un árbol y con otra como abono levantarlo intacto. Yo no puedo. Y , créanme o no, lo he intentado. Me placen los poetas que generan verdades abstractas en silencio y sin esperar zalemas o pleitesías. El poeta genuino ha de maniobrar con su pluma todos los días y todas las noches, bien o mal, bello o feo, caso contrario se intoxica, se ahoga en la hermosura que genera y al mundo le importa poco. Me atraen los poetas malditos, esquizofrénicos, como Verlaine y Baudelaire, los extravagantes, pintorescos, musicales e innovadores como León de Greiff, los caseros y profundos como el tuerto de la Cartagena de Indias, quienes bordean el precipicio del suicidio, el alcoholismo y el crimen como Poe, discriminados y enjaulados por su sexualidad errónea pero válida como Oscar Wilde, drogadictos a la manera Thomas De Quincey, místicas como las monjitas aquellas y para no aburrirlos más, apesadumbrados y certeros como el peruano César Vallejo, a quien venero, en cuya presencia me quitaría el sombrero, gran parte de la ropa y en cuyo honor un equipo de balompié con buen suceso participa en la liga profesional de su país.
Antonio no cabe dentro de ellos, es de carne y hueso, es real, puedo hablarle, hacerlo sonreír e intuirlo. Los otros no, para mí tan solo existen en sus páginas y en las biografías que otros escribieron y así ¡¿qué gracia?! Una buena vez hube terminado de leer, en dos frenéticas sentadas, La pasión de escribir, una idea casi sólida se enquistó de repente en mis neuronas y dendritas: erudición. Erudición sin pedantería. Erudición natural y profunda, como el agua esbelta que corría por los ríos de antaño. Me di a la tarea estadística de contar uno por uno a los autores que Antonio menciona en este su último libro y debo confesar que cuando llegué a trescientos veintidós me dije basta o me ahogaré en la complicidad que por él siento.
Conozco en persona a Antonio desde hace pocos años, tres o dos a lo sumo, y he de afirmar que la calma liviana con que desgrana sus palabras debería ser aplaudida de pie. Pero no es así: nuestra característica y malsana envidia genética se levanta como talanquera. Y para muestra de este botón que carece de ojal, lo cito: "No hago parte de ninguna generación, de ningún grupo, me considero un poeta marginal en el sentido de que no tengo ni hago parte de ninguna escuela ni grupo, ni siquiera alrededor de una revista, he sido muy solitario porque no hemos logrado aquí en Santander asociarnos alrededor de una revista ni de un proyecto editorial, nada, cada uno por su lado haciendo lo suyo". Tiene la dignidad del solitario que se siente vencedor sin haber sido llamado a la batalla. Agréguese a lo anterior la generosidad académica de que ha hecho gala perpetua en diferentes aulas universitarias para lograr cerrar la cuadratura del círculo de su trasegar por el a veces —muchas— árido campo de la literatura. Sin importar si su semilla germinará o no, él continúa como el Ingenioso Hidalgo en su batallar contra los molinos de viento de la indiferencia. Y su caballo, su Rocinante, es el alfabeto trocado en música.
***
Para Antonio
Por L. B
Acevedo Linares
tienes el nombre
de un hidalgo conquistador
y eso eres para mí.
En el año fundante de 2008
surcando el ciberespacio
con la poesía como yelmo
y el erotismo como espada
fuiste descubriendo
explorando y conquistando
los rincones más profundos
y desconocidos de mi territorio.
Día tras día
palabra tras palabra
con audacia y con dulzura
te fuiste instalando
en estas tierras que hoy
ya te pertenecen
y que serán siempre
eternamente tuyas.
Te ama desde el Sur
tu cachorra de poeta.
Poema por las pequeñas cosas perdidas
Poema a cuatro manos con L.B.
Las pequeñas cosas perdidas a diario
las que con o sin duelo perdemos
en el fragor de los días
por estar perdidos a nosotros mismos
un amor que nunca tuvimos
las caricias besos y abrazos
que no nos animamos a compartir
una tarde junto al mar
el placer de la brisa suave sobre la piel
una noche recostados en la hierba mirando
las estrellas una conversación en un café bajo la luna
las rodillas besándose bajo la mesa
una ciudad a donde nunca viajamos
sus olores su gente desconocida
sus sabores el sabor de una fruta fresca
el sabor de una boca nueva
el olor de otra piel bailando juntos en una baldosa
el aroma de una rosa extraña
los efluvios de la tierra recién mojada
el murmullo del viento entre las hojas
el silencio antes de una tormenta
el placer de la lectura de un libro
la emoción de encontrarle el sentido a una canción
la pasión de escribir una historia increíble
la audacia de vivirla
nuestro pequeño homenaje
por las pequeñas cosas perdidas
a diario porque ya hemos muerto
o seguimos perdidos a nosotros mismos.
A veces la poesía
A veces la poesía
es tu cuerpo
sobre mi cuerpo
tu pelo revuelto
sobre tu almohada
tu sonrisa abierta
como tu rostro sobre mi pecho
llevarte de la mano dulcemente
por una calle con tu pelo
y tu falda al viento
estremecidos como tus senos.
II
A veces la poesía
es un poema tuyo
que me deja temblando
son tus palabras que me queman
que me sacuden, que me arrasan
que me convierten en poeta
y así la poesía es a veces creer en la magia
que hace brotar en mí palabras
que me iluminan cuando te pienso.
A veces la poesía
es imaginarte desnudo es la curva de
tu espalda tu nuca cálida
es tu ansiedad, tu urgencia que me pide más y más.
A veces la poesía
es descubrir en tu interior
ese niño que me enternece
pero a la vez me hace jugar juegos prohibidos.
A veces la poesía
es transgredir juntos viejos códigos
es sumergirme en tus ojos
y ser ellos mismos
y verme a mí misma conmovida
al escribir contigo este poema.
A veces la poesía son estas lágrimas
de inexplicable y extraña emoción
que se deslizan ahora por mis mejillas.
A veces, querido mío,
pienso que la poesía sos vos.
Norte y sur
Al Sur cerca
a la tierra del fuego
virtualmente
vive y sueña una mujer
con sus ojos de luna anochecidos
y su sonrisa que me deslumbra como
sus senos caídos del cielo su voz
como amanecida tiene el dulce sabor
de su tierra argentina
con los colores de sus palabras
que me estremecen
y me hacen palpitar como si galopara
a caballo sobre mi cuerpo.
II
Al Norte cerca del mar Caribe
vive un poeta
que me hace delirar
con sus versos llenos de erotismo
el azar me llevó a su orilla
tal vez el universo quería
que su mundo apasionado descubriera
y con sus ojos verdosos
me hace soñar
con cálidos amaneceres en la que despierto
besando suavemente su espalda
o con atardeceres junto
a una cascada escuchando
el sonido del agua entre las piedras mezclado
con la voz de su habla tropical
palabras dulces y de poesía como él.
Desde mi pampa llana
y abierta le escribo estos versos
nacidos del fuego en el que ardemos juntos
y del que me elevo al cielo
volando como una mariposa azul.
III
En Campana
al noroeste de Buenos Aires
una mujer sueña
y escribe los versos que la
invito a escribir vía internet
y la poesía se escribe ahora
por las autopistas de la red
como un vuelo de mariposas
azules y a cuatro manos
y dos corazones
escribimos los poemas
más enamorados y alucinados
que el poder mágico de la poesía
y el amor nos hace cómplices y clandestinos
de las palabras que amamos
y entonces los besos las caricias y abrazos
son hilos invisibles de su cuerpo y el mío.
IV
En Bucaramanga
al oriente de Colombia
vive un hombre
que la poesía enamorada
me hizo descubrir
la intensidad de sus palabras
suscita en mí los más profundos
deseos era virgen de esas letras
también de los juegos que él me proponía.
Al principio tanto erotismo
me abrumaba, más, poco a poco
de su mano los límites
de mi universo comencé a explorar.
Hoy mis manos conducen sus caricias
sus palabras inspiran las mías
el amor y el deseo nos hacen uno
y aunque aún tan lejos estamos
pues todavía no pudimos
de la tierra esas autopistas transitar
nuestros cuerpos y nuestras
mentes conectados
hacen que ese milagro
de amor se comience a vivir.
Ciudad escrita
La ciudad que te escribo
es como una postal
que te envío y como un guía turístico
te la describo en este poema
para que la camines
imaginariamente por suscalles y la mires
con mis ojos frescos con su sol rojo atardecida
histórica ciudad fundada
en 1622 era un caserío de indios
construida sobre una meseta
en sus orillas tiene un paisaje de estoraques
y montañas que la atraviesa la neblina
en los días de lluvia plazas y solares urbanos
trazados en su origen a cordel
estaba cubierta de pasto
y pequeñas flores amarillas en donde
hombres por la calle Real empedrada
hoy Paseo del Comercio pasaban a caballo
como los asnos cargados de agua
debe su nombre a los búcaros un árbol nativo
que creció como los modernos
caracolí su árbol símbolo y a veces se escuchan
como en un concierto
sus cigarras en los árboles o como en una
canción señora Bucaramanga señora de las cigarras…
la ciudad de los parques o ciudad bonita
como también es conocida
que como sus mujeres tienen hermosos
como las hormigas culonas que se comen fritas
lo que enamora a los hombres.
II
La ciudad que te escribo
vive, bulle y se acuesta temprano
a orillas del ancho Paraná
que con sus caudalosas aguas
la acuna y ama.
Ella le da la espalda pero no es su
culpa sus arboladas costas
le fueron arrebatadas
por las industrias y los puertos
que conspiran contra el ocio a sus orillas.
Son crueles, porque al mismo tiempo
ue le dan sustento y vida
la intoxican de hidrocarburos metales y agroquímicos
y generan desarraigo entre
su gente que viene, que va, por aquí
por allá, por el mundo. Oh globalización!
Campana, ciudad de inmigrantes crisol de razas
tus hombres y mujeres son hermosos tu trazado perfecto
tus diagonales que confunden.
Campana: ferrocarril, campo, islas mi ciudad amada
la amo con los versos
que Borges amó a Buenos Aires:
No nos une el amor sino el espanto
será por eso que la quiero tanto.
Zoología
Tuve una perra que se llamaba
Katiuska Kornikova que murió
de vieja aullando pobrecita
con los ojos en blanco
y un perro que se llamó
Lucas Caballero Calderón
que murió atropellado
por un vehículo en la avenida
y tengo ahora un perro Nauser
que se llama Mateo Stepansky
en casa de mi madre
que me recibe a saltos
cuando llego junto
a un gato negro y blanco
de nombre Cimifú
de niño mataba los pájaros
pericos, azulejos y palomas
con una cauchera y cazaba iguanas
y a casa llegaba con un águila
con el ala herida a curar y una
lora en las mañanas que repetía
las palabras de mi madre:
Toño para la escuela, Toño para la escuela….
Ahora desde mi ventana miro los gatos
caminar por los tejados de las casas
de mis vecinos y a veces
las golondrinas o murciélagos
entran a mi estudio
revoloteando como cuando
escribo un poema y pienso en mi cachorra
de poeta que desde la Argentina
me abre su corazón en flor.
II
Mi primer perro, Yambo
era un pointer manchado
y juguetón que adoraba como yo
correr al viento sintiendo la libertad
en el rostro y en el alma.
Más tarde llegó Alan
fiel amigo de sedoso pelaje
y luego Lynn von Aromos de noble estirpe alemana
ambos su triste fin encontraron
envenenados por el sereno francés
mi cruel vecino que mal dormía
de día cuando los perros ladrando
jugaban entre las plantas.
Con ellos los perros en mi casa se acabaron
y sus cuartos poblados de trinos de canarios
de repente de gatos se llenaron.
Primero fue la Musha Lila Carolina
la loca y longeva siamesa
que sus dominios compartió
con el peludo Facundo
y el dulce y efímero Rosendo.
Descubrí con ellos mi pasión
por los felinos comenzamos a hablarnos
desde el fondo de los ojos
admiré su elegancia, su sensualidad
y su indiferencia y ya mayor
mi propia casa albergó
a Orfeo Negro Olegario y Pompón.
Mis hijas heredaron de su madre la pasión
y contra la voluntad paterna que sólo lo admitió
por bello llegó para instalarse
Bombilí tan hermoso,
loco y siamés como la Musha,
compañero del jardín de Manu Chao
mi adorada tortuga suicida.
Hoy ya no tengo más mascotas
pero mientras escribo
estos versos en el jardín
oyendo a las calandrias y zorzales
pienso en cómo jugaría
con mi león colombiano
como en este poema
que lo acaricia
y se posa en su melena.
A veces te imagino
A veces te imagino
cuando duermo
con tus senos sobre mi pecho
acariciando
mi espalda suavemente con tus
labios húmedos y carnosos
como los de debajo de tu falda sobre
mi cuerpo desnudo en la cama
tu mano que me besa
dulcemente entre mis cabellos
y tu lengua que me susurra
al oído cuando me abrazas.
A veces te imagino cuando duermo
desnuda a mi lado y te siento
respirar palpitar tu corazón
bajo el sonido de la lluvia
y sueño que me sueñas
cuando estas dormida junto a mí.
II
A veces te imagino
cuando duermo
con tus brazos rodeándome con la
calidez de tu pecho en mi espalda
y la dulce caricia de tus muslos
rozando mis piernas y tu tibia respiración
que al jugar en mi pelo me eriza la piel
y me invita a despertarme.
A veces te imagino cuando duermo
con tu rayo que me eleva hasta
el fin del universo
y me hace perderme bajo tu cintura
en ese silencio poblado de estrellas
en el que vibramos juntos.
A veces te imagino cuando duermo
que prolífico de versos colmas mis oídos
e inundas de amor mis
sentidos acariciando mi corazón
bajo la luna cómplice muda
de nuestros sueños secretos
dulce compañera
nocturna que me ha prometido
que un día hacia ti me llevará.
Una mujer desnuda
Una mujer desnuda en el lecho
o frente a su espejo
es como observar un hermoso
paisaje como contemplar los valles y colinas
las montañas y suscascadas
con sus relieves, climas y vegetación
sus glaciares y sus icebergs.
Una mujer desnuda
es como una geografía del cuerpo
con sus ríos sus corales y sus arrecifes
la flora de la tierra y el mar
un territorio silvestre a explorar
con las metáforas de las palabras
la orquídea de su sexo
que se desflora con la mano que la acaricia
como con la mano que la escribe.
II
Un hombre desnudo de pie
es como admirar una obra de arte
una maravillosa estatua que el artista
ha esculpido marcando sus pliegues sus curvas
sus ángulos puliendo delicadamente
cada músculo de ese cuerpo perfecto
que creó para el amor y que dejó
en reposo con la mirada puesta
en el horizonte a la espera de esa mágica musa
que al llegar con sus enamorados versos
lo encante y le de vida haciendo
cobrar al fin sentido su existencia.
Navidad y los hindúes
Por L.B
Al fin pude sentarme a descansar un poco.
Acabo de terminar de ponerle las luces
del árbol de Navidad a mi hermosa planta de jazmines.
Este año decidí cambiar algunas cosas.
Lo enchufé y me dio una emoción ver
el árbol lleno de lucecitas
que me brotaron las lágrimas.
Pero siempre fui así
me emocionan las pequeñas cosas.
He dejado mi jardín hermoso.
Corté el pasto y puse la mesa afuera para cenar aquí esta noche.
Mis plantas están en flor.
Tengo los pies descalzos sobre el césped fresco.
Pienso en Whitman y las hojas de hierba.
Estoy debajo del árbol de guayabas y el sonido del sonador de bambú
movido por la brisa me hace compañía.
También las flores que te mandaré en las fotos me acompañan.
Lo que más me gusta es estar sola en el jardín
y disfrutar de los olores, colores y sonidos.
Del sonido del silencio también disfruto.
Te voy a contar lo que creen los hindúes.
Ellos dicen que cuando una persona muere su alma se divide en dos
y se reencarna en dos personas distintas
por eso en el mundo hay muchas almas gemelas.
Cuando encuentras una de ellas eres feliz.
Pero si encuentras otra a la vez
el deseo de estar con las dos hace que sufras.
Lucille
Guardaré tu postal
entre mis papeles y mi corazón
Guardaré tu amor y tu recuerdo
entre mi pecho y mi corazón
Guardaré la imagen de tu cuerpo
desnudo entre mi cuerpo y mi corazón
Guardaré tus palabras
entre mi labios y mi corazón
Guardaré tu voz entre
mis manos y mi corazón
Guardaré todo de vos
para cuando algún día quieras desnudarte
o amarme de verdad
entre mis brazos entre mi pecho aquí
en mi lecho sobre la alfombra o en mi sofá.
Te guardare en mi corazón
como una reserva ecológica
de amor por si algún día respiro el aire puro
y fresco de tu cuerpo.