En una cancha de fútbol, durante recientes partidos del fútbol profesional, los jugadores comienzan con un peloteo aleatorio, por un minuto, el balón iba y venía, no con la intención de anotar goles, sino de evidenciar que sin los jugadores de fútbol no hay espectáculo, ni ganancias, y que, por tanto, es posible que ellos, como cualquier otro trabajador, exijan mejores condiciones de trabajo para ejercer su labor.
Pagos de apenas el salario mínimo, no pago de la seguridad social, falta de mecanismos de solución de diferencias laborales, son unos de los tantos problemas que, con un peloteo en la cancha quisieron hacer visible, y que logró abrir el camino para discutir sobre su realidad, algo solo posible con una organización de trabajadores, un sindicato y claro está, con la votación a favor de declarar la huelga si no hay negociación con la Difútbol.
No soy entusiasta del fútbol, pero sí me apasiona entender como la huelga termina unificando las reivindicaciones de tan distintas personas que sufren explotación laboral y les lleva a sindicalizarse para lograr la fuerza y la protección legal necesarias para obligar a los empresarios a negociar. A este tema, tan complicado en todo el mundo y tan difícil en Colombia he dedicado muchas horas, días y semanas de mi vida profesional.
Los futbolistas, tan queridos por la hinchada, nos pondrán a hablar en los próximos días sobre dos temas sensibles para el derecho laboral en Colombia: la huelga y la negociación colectiva de segundo nivel.
Sobre la huelga, al menos aquí los empresarios y sus abogados
no nos pueden venir a decir que el fútbol es “un servicio público esencial”
(no falta el que invente cualquier estupidez)
Sobre la huelga debo decir que al menos aquí los empresarios y sus abogados no nos pueden venir a decir que el fútbol es “un servicio público esencial” (no falta el que invente cualquier estupidez) y eso es un gran avance. Sobre el tipo de huelga, a pesar de no estar reconocida expresamente por el ordenamiento jurídico colombiano, el Comité de Libertad Sindical ha señalado que:
“El hecho de que se convoque una huelga por el reconocimiento legal de un sindicato constituye un caso de interés legítimo que deben defender los trabajadores y sus organizaciones.”[1]
Algunos colegas abogados podrían señalar que estaríamos ante una huelga imputable al empleador (Art. 379 literal e) del Código Sustantivo del Trabajo - CST) lo cual podría pensarse, máxime si se tiene en cuenta la ineficacia comprobada de una querella presentada por negativa a negociar ante Mintrabajo y la indefinición que ha adoptado tanto el gobierno como los empresarios colombianos sobre la posibilidad de hacer negociación colectiva multinivel. Una combinación entre este tipo de huelga (hoy reconocida por nuestro ordenamiento) y la huelga por desconocimiento en la negociación arriba señalada, podría justificar el cese de actividades.
Una buena narrativa como la propuesta, una decisión tomada conforme a las normas del CST, la ejecución dentro de los términos legales, sumado todo a la unidad y decisión de los futbolistas, a la solidaridad del sindicalismo colombiano y a una buena campaña comunicativa, conduciría al éxito de la huelga.
Sobre la negociación colectiva de segundo nivel, contrario a lo señalado por el Club Atlético Nacional[2], sí se puede adelantar, aún si no se le ha presentado pliego a cada uno de los clubes de fútbol como directos empleadores pues el ordenamiento jurídico laboral internacional permite este tipo de negociación colectiva. El mismo Manual de Relaciones Laborales Colectivas de la Andi lo reconoce (a regañadientes)[3].
Ahora, más allá de la discusión jurídica sobre la posibilidad de esta negociación de segundo nivel, debemos revisar el contenido de los reclamos de los futbolistas, porque si se hace un análisis desprevenido del mismo, son propios de un sector, más no de un empleador (liga femenina, temporadas, horarios de los partidos, derechos de imagen etc.) y eso hace inane que se reclame directamente a los clubes deportivos.
Los gremios han mostrado lo que son en Colombia: antisindicales por deporte. Así, por regla general, se comportan los empresarios, las asociaciones de industriales y comerciantes. No soportan el sindicalismo ni mucho menos los reclamos laborales, pues para ellos, las mejores normas laborales y los mejores sindicatos, son los que no existen.
Lo cierto es que los futbolistas han puesto de presente al país sus condiciones laborales. Muchos los atacarán injustamente como en su momento hicieron con los pilotos de Avianca. Igual el mundo laboral es un terreno desconocido para muchos en este país donde la informalidad es del 64 %. De ahí que necesitarán una gran estrategia de comunicación alrededor del posible conflicto y de toda nuestra solidaridad.
La gente quiere a los futbolistas, a los nuevos y a los veteranos. Las “viejas glorias” del futbol jugarán un importante papel aquí porque no tienen nada que perder y sí mucho que aportar a sus colegas hoy explotados. Y a la sociedad, a los trabajadores y a la democracia, pues cuando se habla de derechos laborales, se habla de derechos humanos y de democracia.
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[1] (Véanse Recopilación de 2006, párrafo 535; 346º informe, Caso núm. 2473, párrafo 1537; 350º informe, Caso núm. 2602, párrafo 681; 355º informe, Caso núm. 2602, párrafo 662; y 363º informe, Caso núm. 1865, párrafo 118.)
[2]https://www.minuto30.com/nacional-sento-su-posicion-frente-al-paro-de-acolfutpro/906137/?fbclid=IwAR3DDmLWtrIgbc4UqF7Om5m6_3ViVn3rEXGBHCRTuEw59Z1mwWKUcuNDJek#.XatGxZ1OzBl.facebook
[3] “En términos generales, se ha entendido que existen tres niveles sobre los cuales puede operar la negociación convencional en un país (Recomendación 163 de 1961 de la OIT). Así, nos encontramos con el primer nivel, de empresa; el segundo nivel, de industria, sectorial o por rama de actividades; y un tercero denominado central o nacional”