Hace 100 años dos acontecimientos nacionales reflejaron muy bien el ambiente y el contexto de la época. Uno orientador en la vida nacional de resistencia y lucha por el cambio y el otro de institucionalización de los nuevos poderes mundiales en América Latina y Colombia.
Iniciemos con la Misión Kemmerer.
Ella vino a Colombia en marzo de 1923, invitada por el presidente Pedro Nel Ospina y configurada por Enrique Olaya Herrera. Su procedencia empieza a advertirnos sus intereses y motivos. Viene de EE. UU. presidida por el profesor de la Universidad de Princeton Edwin Walter Kemmerer y trae como misión adecuar la institucionalidad al nuevo contexto en el país.
EE. UU. ya se erigía como la superpotencia mundial. En Colombia ya se había apoderado de Panamá por el paso estratégico que representaba el canal entre los dos océanos. Las inversiones de enclaves coloniales como las de petróleo por la Tropical Oil Company y banano por la United Fruit Company, el pago de la indemnización por el robo de Panamá, para la época inmenso, de 25 millones de dólares y la necesidad de ampliar su mercado de inversiones de capital en el país.
Terminaba la Primera Guerra Mundial y ante la devastación europea tocaba tomar la iniciativa en América Latina y en Colombia también.
Está situación explica la llegada de dicha Misión Kemmerer, que además realizó misiones similares en Centroamérica, en Chile, en Perú.
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Estratégico para los intereses de EE. UU., determinó la creación del viejo Banco de la República, la Contraloría General de la República, la Superintendencia Bancaria y la ley sobre la fuerza restrictiva del presupuesto
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Ésta Misión como cuestión estratégica para los intereses de EE. UU. determinó la creación del viejo Banco de la República, la Contraloría General de la República, la Superintendencia Bancaria y la ley sobre la fuerza restrictiva del presupuesto, que limitó las facultades del Parlamento para ordenar el gasto público y lo dejó como iniciativa exclusiva del Poder Ejecutivo. Una nueva institucionalidad en el país al servicio de EE. UU.
El tema general planteado en términos económicos se pudría decir que era, el país debiera ser suministrador de materias primas del sector primario y ser depositario de grandes inversiones extranjeras, gringas, para la modernización de medios de transporte y comercio. En otro contexto pero similar en estas calendas neoliberales.
La antípoda de resistencia, transformación y cambio, la representa la Unión Sindical Obrera.
Un destacado dirigente del proletariado de aquella época, orientado por la epopeya del primer gobierno obrero del planeta, el obtenido por los soviets de Lenin en la Rusia zarista, Raúl Eduardo Mahecha, fundó cerca de Barrancabermeja el sindicato de lo que es hoy la USO el 10 de febrero de 1923, y que inició desde sus inicios una abierta lucha contra el enclave colonial de la explotación de petróleo por la Troco.
Mahecha animó también las luchas en la zona bananera y la huelga allí en diciembre de 1928, así como las primeras huelgas en la Troco en 1924 y 1927, con la USO.
La USO se convirtió en la organización sindical que mediante sus luchas por la soberanía nacional y energética y la defensa de los trabajadores, logró la creación de Ecopetrol cómo producto de una huelga en 1948, huelga que animó en su momento Jorge Eliécer Gaitán.
Hoy es el sindicato emblemático en Colombia y ejemplo de resistencia y lucha por la soberanía y la democracia.
La Misión Kemmerer para imponer los intereses imperialistas de EE. UU.
La USO para reivindicar la democracia y la soberanía de los colombianos.
Una lucha centenaria que aún no termina, pero que hoy sigue avivando perspectivas de liberación con el gobierno del cambio.
Twitter: fabioariascut