Tratar de revivir el viejo proyecto independentista conocido como Antioquia Federal es un acto delirante. Esta quimera lleva casi medio siglo agonizando en la trastienda y proponer resucitarla ahora, cuando estamos buscando realizar un diálogo sincero de reconciliación nacional que nos ayude a sanar la herida profunda que es nuestro país, refleja el comportamiento excluyente de alguna "gente de bien", de raigambre paisa, que se niega a ser gobernada por un mestizo y una negra a los que consideran "comunistas" y quienes, según dicen, no los representan.
Estos reaccionarios, enclaustrados en sus montañas, alimentan la división y la guerra, y no aceptan la diversidad. Viven orgullosos, casi todos, del hacha arrasadora de sus mayores, y creen que en el mundo no existen personas más guapas, ni más trabajadoras, ni más nobles que los antioqueños berracos, quienes, con frecuencia, resultan ser ventajosos y avivatos.
Son unos trogloditas enceguecidos por su supuesta superioridad y por su orgullo. Se niegan a ver que hasta el expresidente Uribe, al que ellos adoran y siguen con fervor, y buena parte de los dirigentes de su partido político, están dispuestos a conversar con el presidente electo y con su equipo de empalme para tratar de consolidar un verdadero Pacto Histórico.
No ven, ni oyen, ni entienden, y siguen atizando el separatismo, el egoísmo y todos los antivalores que nos segregan y lastiman, sin darse cuenta de que su intransigencia solo logrará crear repudio y hará que quienes no noten que es una necedad de unos pocos, empiecen a rechazar a los antioqueños y nos vayan aislando, acrecentando así las rencillas que nos separan y nos impiden la reconciliación.
Ojalá Petro, Francia y el resto de los colombianos lo entiendan y no se indispongan con nuestro departamento y con su gente. La chispa de esperanza, que se acaba de encender con el cambio de gobierno y con la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad, la debemos cuidar entre todos para que la llama ya nunca más se apague y le dé luz a Colombia, nuestro común hogar.