Anticomunismo, derecha, izquierda y fascismo

Anticomunismo, derecha, izquierda y fascismo

Se puede pertenecer a cualquier corriente y a la vez repudiar al comunismo, ya que esta doctrina es inhumana por naturaleza

Por: Ariel Peña González
octubre 12, 2018
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Anticomunismo, derecha, izquierda y fascismo

El candidato presidencial brasileño Jair Bolsonaro, favorito en las encuestas para ganar las elecciones en la segunda vuelta del 28 de octubre, es tildado de ultraderechista por algunos medios de comunicación latinoamericanos, no se sabe si lo hacen por ignorancia o mala fe. Acá cabe resaltar que los términos derecha e izquierda se prestan para confusiones y el hecho de que Bolsonaro sea un anticomunista no es razón válida para tratarlo de ultraderechista, ya que el comunismo como secta totalitaria es enemigo de la humanidad, por lo que repudiarlo pertenece al sentido común.

Con lo anterior queremos significar que la izquierda y la derecha más que por su ubicación teórica tienen un manejo práctico, como lo enseñó la Revolución francesa, en donde la derecha representaba el statu quo y la prolongación del régimen, mientras la izquierda buscaba el cambio, por lo que se concluye que los regímenes marxistas son de extrema derecha, caso los Castro en Cuba que tienen casi 60 años en el poder, los Kim en Norcorea con más de 70, la férrea dictadura comunista china que se aproxima a 70 años. A ello se agrega la tiranía genocida chavista en Venezuela que le ha prometido a los opositores que no volverán, lo que implica que sostendrán el poder eternamente a cualquier precio, y como Venezuela está Nicaragua con Daniel Ortega, que al mejor estilo estalinista masacra a la población.

Por lo que indudablemente se puede ser de derecha o izquierda y a la vez repudiar al comunismo, ya que la doctrina marxista es inhumana por su naturaleza, lo que quiere decir que ser anticomunista está en la lógica y la ética humana. Resaltando que los primeros anticomunistas fueron los anarquistas o libertarios, quienes desenmascararon a Karl Marx en el siglo XIX en la Primera Internacional de los Trabajadores, por sus enseñanzas estatistas, burocráticas y dictatoriales.

El anticomunismo tiene una absoluta justificación, ya que la aplicación práctica del marxismo ha llevado al asesinato de más de 150 millones de personas en el último siglo; convirtiéndose además desde comienzos del siglo pasado en el padre del fascismo con Benito Mussolini, un marxista recalcitrante, amigo entrañable de Lenin, quien no ahorraba elogios a favor del Duce, llegando a regañar a los jefes del partido comunista italiano en 1922 durante una visita a Moscú por haber dejado ir a semejante revolucionario, quien en palabras del sátrapa ruso era el hombre capaz de tomarse el poder en la península antes de 1914. A Benito Mussolini en su empresa fascista lo acompañó nada menos que Nicola Bombacci, fundador del partido comunista italiano, los dos fueron ejecutados en 1945. Hay que precisar que diferentes dictaduras han utilizado prácticas fascistas para oprimir naciones, sin importar el signo ideológico, pero quedando claro que el marxismo es el progenitor del fascismo.

Hay que recalcar nuevamente que el comunismo totalitario o marxismo, el fascismo y el nazismo son hijos de la misma madre, pues los tres manejan la doctrina hegeliana que considera al Estado como su dios, y de ahí la expresión “todo en Estado, nada fuera del Estado”. De ese modo, los ciudadanos se convierten en herramientas para satisfacer a un líder, como fue el caso de Hitler en Alemania, o al partido como ha sucedido en los regímenes comunistas, por ello en estas tres perversiones cuando han asumido el gobierno, el Estado posee todos los poderes sobre las personas quitándoles los derechos individuales.

La victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial en 1945, de la que también hizo parte la URSS, heredó la Guerra Fría que le permitió al comunismo internacional (padre del fascismo) proyectarse en diferentes países del mundo, a pesar de ser una doctrina inhumana, que crea nuevas monarquías y camarillas que después de conquistar el poder buscan perpetuarse para siempre en la dirección del Estado mediante la represión y el genocidio. A lo anterior se agrega que el difunto dictador cubano Fidel Castro fue desde 1959 hasta el derrumbe de la Unión Soviética en 1991 peón de brega del Kremlin, para buscar que los países latinoamericanos cayeran en las fauces del imperio soviético.

Con la caída del muro de Berlín el tirano Fidel castro, aprovechándose del atraso de algunos pueblos latinoamericanos, usó al líder sindical Lula Da Silva, quien después fue presidente del Brasil, para montar el Foro de Sao Paulo en 1990, y así reciclar los desechos del marxismo- leninismo repudiados en el viejo continente. Además, contó con la ignorancia de Hugo Chávez, personaje golpista con inclinaciones fascistas, quien se creía la encarnación de Simón Bolívar y un nuevo mesías para llevar a la región al “paraíso terrenal”.

Hugo Chávez ganó las elecciones en diciembre de 1998 en Venezuela, comenzando una pesadilla de la que no ha salido la patria de Bolívar. Ante esas condiciones Castro ni corto ni perezoso, sabiendo de las limitaciones del maniático venezolano, quien no pasaba de ser un simple pichón de comunista a pesar de su edad madura, lo utilizó implementando el socialismo del siglo XXI, que para el tirano cubano era la manifestación moderna del marxismo.

Algo que identifica al fascismo, nazismo y comunismo es el terrorismo, que es la utilización de métodos violentos indiscriminadamente en contra de la población para amedrentarla, buscando fines políticos y económicos especialmente, por eso Hitler decía: “Las masas necesitan eso. Necesitan algo que les cause pavor” y para el caso colombiano no se puede olvidar que las narcoguerrillas marxistas de las Farc y el Eln han sido responsables de los peores actos terroristas que han ocurrido en el país durante los últimos 53 años, en donde toda esa insania ha sido practicada para tomarse el poder.

La humanidad debe de ser anticomunista, antifascista y antinazista, pues ello es inherente a la civilización, porque las tres doctrinas ignominiosas deben de estar en el basurero de la historia para que no le causen más daño a las naciones. Resaltando que en el caso latinoamericano el comunismo totalitario es la principal amenaza de la libertad y la democracia, porque el fascismo y el nazismo están reducidos a una mínima expresión, pero el marxismo en sus diferentes expresiones sigue timando a los pueblos ocultándose en una falsa sensibilidad social para que los ingenuos caigan en su trampa.

 

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