Considero que la situación de la mujer hoy es diferente a la mujer de los 60. El género ha ganado poder y representación política, y se han abierto espacios con una firme lucha y convicción social y política, lo cual no implica que no hay que atender o pararle bolas a los múltiples problemas que aún persiguen o desdeñan a la mujer.
Sin embargo, en cuanto a la representación política en Colombia, no hay que obviar lo obvio, una cuestión es la lucha feminista donde se busca establecer una igualdad de género, o balancear las cargas de género (asunto que concierne a hombres y mujeres, no solo a mujeres), y otra cuestión es la situación política del país durante sus 200 años de transcurso.
La mujer no siempre es ni ha sido la única aliada de la mujer, sin cuestionarles los beneficios de la sororidad que ha sido efectiva en múltiples contextos.
La política en Colombia siempre ha buscado las formas de perpetuar el poder original, el de las mismas familias de siempre, incluso usando estrategias de disuasión y división como un recurso implacable a la hora de ver sus resultados. Es por eso que la política en Colombia antes que ser democrática o feminista pertenece a la oligarquía.
Podemos entonces pretender que frente a la muerte del uribismo estamos ante un ciclo histórico de mujeres que gobiernan adulando al importante paso político, desconociendo el problema de la desigualdad de siempre (y efectivamente ignorando tal situación, ejemplo que vivimos hoy en Bogotá) y sin creer que la desigualdad es que unos tengan más que otros, sino viendo que el problema de la desigualdad es el hambre y sus consecuencias.
En ese caso el mayor riesgo es el de siempre, que gane de nuevo el uribismo, nada descabellado pensarlo, ya que los medios de noticias tradicionales tiran cascarillas con las que prueban por donde es que resbalamos. ¿Cuál es la cascarilla más obvia y en la que todos caímos redonditos? Fue cuando nos dijeron que el uribismo había muerto y nos lo "demostraron" estadísticamente, esa fue la trampa inicial.
De ahí que el verde, promotor de Fajardo, uno de los postulantes oficiales del voto en blanco, pueda volver a sembrar esperanza de cambio contra el uribismo dividiendo de nuevo a los movimientos alternativos, en este caso con el vestuario del feminismo, pero ojo, sin su corazón.
En otro escenario por eso es factible que Jorge Robledo se vaya a fundar otro movimiento para hacer lo mismo, estos esfuerzos en este momento no apuntan a otra cosa que a una enérgica estrategia de división.
Es por eso que Ángela Robledo no se dedica a nada más que a responder contra Petro y a hablar de feminismo para atrapar simpatizantes y Jorge Robledo no hace otra cosa que lucir su fama de senador y hablar mal de Petro.
No se trata de que Petro sea el único que puede cambiar el país, se trata de que su alta representación ganada en tres décadas de exposición política lo hacen hoy el candidato que le hace frente al uribismo y al tradicionalismo, que tiene la estructura mental para hacer cambios fundamentales y necesarios, y que ha sido lo suficientemente fiel a sus ideas como para no desconfiar de que sea una promesa incumplida más.
De no conciliar las cosas, el uribismo bien puede "surgir de las cenizas, resucitar como Jesucristo", volver a ganar y poner a cualquier figura femenina en nombre del feminismo. ¿Perdemos de nuevo la oportunidad?