La columna de Claudia Palacios ha causado gran controversia por sus “tintes de xenofobia”, no obstante refleja un hecho fundamental: el Estado colombiano es incapaz de garantizar los derechos y una vida digna a sus conciudadanos, por extensión tampoco garantizará los derechos de la población venezolana que es igual o más vulnerable.
Es conocido por los habitantes de Latinoamérica, España, Estados Unidos, entre muchas otras naciones, el drama social, político y económico de la hermana República de Venezuela. Más aún es evidente la principal consecuencia de esta crisis, la migración en masa de al menos 3 millones de venezolanos.
Se trata de un drama con diversas aristas. La primera es la pérdida, en principio transitoria, de más del 10 % de la población en un periodo de menos de 5 años. La segunda, que justamente esa población migrante es la más joven y que está al inicio de su edad productiva. La tercera, la odisea que deben atravesar los migrantes, quienes deben cruzar países enteros a pie o en viajes en bus, que se pueden prolongar por semanas. La cuarta, el drama humanitario de familias que viajan enteras con niños pequeños, los cuales sufren grandes privaciones o se ven forzados a largas marchas, entre muchas otras.
Viajé hace 2 años al sur del Perú y pude ver las penurias a las que se ven sometidos los venezolanos que huyen de su país por todo el continente, hacinados en viajes de más de dos semanas a la espera del momento más propicio para atravesar algunas fronteras.
Pero además del drama que experimentan los migrantes está el hecho de que en su búsqueda por un lugar mejor donde echar raíces el primer destino es Colombia, país con el que Venezuela comparte no solo muchos aspectos culturales sino también una extensa frontera terrestre que se extiende por más de 2200 kilómetros, Colombia constituye para algunos venezolanos un país de tránsito, en este caso los migrantes buscan radicarse en países como Ecuador, Perú, Chile o la Argentina.
Sin embargo, para la mayoría que huye con las pocas pertenencias que pueden cargar el destino es Colombia, esto ha sido un reto no solo para la población, sino para el gobierno (que durante décadas ha sido incapaz de garantizar los derechos y brindar condiciones de vida dignas a sus ciudadanos). Lo que es más grave si se considera que Colombia aunque no tiene las grandes reservas de hidrocarburos del vecino en problemas, posee grandes riquezas, tales como oro, platino, carbón, esmeraldas, minerales como el coltán, la segunda mayor biodiversidad del mundo, alimentos y frutas en abundancia durante todo el año y muchas otras.
En un contexto de tan inmensa riqueza es infame que Colombia ocupe los primeros lugares en pobreza y desigualdad a nivel mundial, solo superado por Haití y algunos países pobres de África. Es vergonzoso que la corrupción que carcome a esta sociedad sea la causa de que haya colombianos que mueren de hambre en la Guajira, muchos otros que mueren por los deficientes servicios de salud o por las fallas en las Entidades Prestadoras de Salud (EPS), otros que no pueden acceder a educación de calidad, ni siquiera en lo que brinda el Estado, porque viven apartados o solo tienen para una agua de panela.
Entonces antes de llamar xenófoba a Claudia Palacios, piense si que los casi 2 millones de venezolanos que llegaron pensando que Colombia es un paraíso merecen padecer más sufrimiento aquí que el que ya los agobiaba en su país. Piense que usted como habitante de este hermoso territorio, más infortunadamente república bananera y Estado fallido no merece mejores condiciones de vida. Le recuerdo que a usted la educación y la salud no se la regalan como argumentan los populistas de cierta secta de derecha, usted lo paga con sus impuestos, recibe usted lo que está pagando, o le están metiendo los dedos a la boca.
Reitero la invitación que les hace Claudia e incluso los mismos compatriotas venezolanos a sus congéneres, dejen de parir. Lamentablemente el palo no está para cucharas y el Estado no les va a ayudar más de lo que hace por nosotros. Hágalo por usted mismo, se lo digo como colombiano amigo, no añada más sufrimiento futuro a las vicisitudes que sin duda usted tuvo que pasar para llegar aquí.
Finalmente, a usted compatriota colombiano, le recuerdo que en Europa, Estados Unidos y en algunos países vecinos nosotros somos los parias, a los que tildan de delincuentes, narcotraficantes relacionados con Pablo Emilio solo por tener nuestro pasaporte, eso lo ha experimentado cualquiera que haya salido del país alguna vez, así que lo invito a que piense antes de decir que los que roban son los que migran.