El mordisco uruguayo que desata polémica en el mundial y los antecedentes de un jugador que da de que hablar tanto por sus goles como por sus acciones poco deportivas.
Era el partido final del grupo de la muerte, tres selecciones excampeonas del mundo, y una pequeña Costa Rica (en lo que a fútbol se refiere), competían por dos cupos a la siguiente fase del Mundial. Se enfrentaban Uruguay e Italia en el partido definitivo por el segundo y último cupo del grupo a octavos. En el minuto 79 el defensa italiano y el delantero uruguayo esperaban un centro dentro en el área de los europeos. Decenas de cámaras, en el Arenas das Dunas en la ciudad brasilera de Natal, trasmitían la imagen en high definition, a millones de ojos en todo el mundo. A miles de kilómetros se podían ver detalles de las gotas de sudor en la piel de los jugadores o pequeños trozos de césped que saltan en cámara lenta o se adhieren, por la humedad, a los zapatos de los futbolistas corriendo y saltando en pos del balón.
Suarez se le acerca por detrás a Chiellini y parece meterle un cabezazo un poco torpe, por encima del hombro izquierdo del italiano. Un cabezazo solapado en el que no se atreve a estirar del todo el cuello, como tratando de disimularlo. La toma de la cámara de televisión se ubica a la espalda de los jugadores. Hoy no se ha conocido públicamente otra toma más clara del mordisco, algún ángulo que muestre de frente la acción, algo un poco extraño en uno de los eventos que concentra más cámaras y atención en el mundo. Suárez se acerca por el lado izquierdo de Chiellini y lo choca, el defensa reacciona sacudiendo el brazo y mandando un codazo, luego se tira al piso tomándose el hombro izquierdo. Suárez se toma la cara y también se desploma. Se repite la ya trillada escena de las canchas de futbol: jugadores se toman una parte del cuerpo revolcándose con gestos de un dolor fingido. Exageración dramática para acusar al contrario de mala intención y fuerza desmedida o simple disimulo por una agresión propia.
Con Chiellini y Suárez en el piso del área italiana el central tiene la obligación de detener el juego, que es justamente lo que hace. Se arma un remolino de jugadores que protestan por la agresión del contrario. Suarez se toma los dientes como si le hubieran tumbado una de sus piezas frontales. Chiellini se descubre el hombro y las cámaras muestran marcas las de una mordida, evidentemente hecha por Suárez. Esta ya es una vieja y conocida costumbre del delantero estrella uruguayo y goleador líder en la Premier League. En el 2013 en un partido entre Chelsea y el Liverpool de Suárez, mordió en el brazo al serbio Ivanovic. Aquella acción le valió una suspensión por diez fechas y el pago de algunos miles de euros. En el 2010 Luis Suarez jugaba para el Ajax de Holanda, esta vez la víctima fue Otman Bakkal un jugador del PSV Eindhoven. El partido estaba detenido y los jugadores se agrupaban alrededor del árbitro protestando alguna acción, Suárez se acerca de frente a su rival y le da una mordida entre el cuello y el hombro. Esto le costó siete fechas de suspensión. Pero el historial de delantero charrúa no para ahí, también se le ha amonestado por declaraciones racistas en un partido entre el Liverpool y el Manchester Unitend en 2011. “Te pego porque eres Negro” le dijo al defensa francés Patrice Evrad. La sanción esta vez fue de ocho partido sin jugar y varias decenas de miles de euros. Cuando Suárez se reencontró con Evrad en las canchas, el suramericano se negó a darle la mano en el saludo protocolario al inicio del partido.
En el mundial de Sudáfrica también protagonizó una acción poco ortodoxa pero esta vez fue el héroe. Se jugaba tiempo de adición después de 120 minutos que incluían la extensión de dos tiempos de 15 minutos. Ghana y Uruguay se enfrentaban por el paso a las semifinales y empataban 1-1. En el área chica uruguaya, a un centro de pelota quieta le siguió algo que pareció irreal. Una serie de rebotes y carambolas febriles: tres cabezazos, dos remates a gol, uno detenido por la pierna de Suárez y otro salvado por el portero Muslera que quedaba desestabilizado y alejado de la pelota. Un africano cabecea nuevamente hacia el arco, el balón se dirige al centro de la portería, pero de nuevo Suárez, parado en la raya, lo detiene, esta vez con la mano. Los Ghaneses corren hacia el árbitro que pita mano penal le muestra la roja al uruguayo que se toca el pecho como diciendo: ¿yo? Los africanos celebran y los suramericanos se preocupan. De no ser por la mano de Suárez, que camina llorando hacia los camerinos, habría sido indiscutiblemente gol. Ya en la entrada al túnel el delantero se detiene y mira hacia atrás para ver el cobro de la pena máxima que pega en el palo y desata la euforia en los uruguayos y la desolación en los africanos. Luis Suárez cambia instantáneamente el llanto por la euforia y entra al túnel corriendo y apretando los puños de alegría. Finalmente el paso a semifinales se decidiría por cobros desde el punto penal que favorecieron a los uruguayos convirtiendo en héroe nacional al autor de la mano salvadora.
El uruguayo es un pueblo profundamente futbolero y con un gran orgullo propio en este deporte. Campeones del mundo en 1930 y 1950 fueron los verdugos de Brasil en el legendario Maracanazo. El país suramericano no alcanza los cuatro millones de habitantes y sin embargo es una potencia exportadora de futbolistas de élite que juegan en los mejores equipos de las principales ligas europeas y se venden en decenas de millones de euros. Actualmente Suarez es la joya de la corona futbolística de uruguaya. Y eso que la selección cuenta con delanteros como Diego Forlan y Edinson Cavani, o el defensa Diego Godín un cabeceador temible que viene anotando goles decisivos y causando estragos en las defensas de los mejores clubes del mundo. Basta recordar que en la final de la Champions League le anoto al Real Madrid un gol que estuvo a un par de minutos de darle la copa al Atlético de Madrid del Cholo Simeone.
Pero Uruguay comenzó el Mundial jugando sin Suarez, que se recuperaba de una lesión de rodilla, y perdiendo contra Costa Rica. En el segundo partido contra Inglaterra los dos goles del partido fueron marcados por él, dándole esperanza a su nación y demostrando lo importante que es para su selección. En el partido contra Italia los dos equipos se jugaban la clasificación a segunda ronda, lo que finalmente lograron los uruguayos con gol de cabeza de Diego Godín. Para cualquiera de los dos habría sido una tragedia y una vergüenza, como lo terminó siendo para Italia, el no clasificar a la siguiente fase del Mundial sobre todo siendo superados en el primer puesto por el seleccionado de Costa Rica que se ha convertido en la revelación del campeonato.
La FIFA abrió investigación de oficio contra Suárez después del partido, y esta mañana lo sancionó con 9 fechas de suspensión y cuatro meses de veto total en los estadios donde se jueguen partidos FIFA, incluyendo en el veto las tribunas. Hoy muchos uruguayos, como el presidente Pepe Mujica o el periodista deportivo Federico Buysan, alegan que no existió mordisco y que fue solo un cabezazo o incluso un resbalón. Lo raro es la ausencia pública de imágenes claras mostrando el mordisco que sin duda existió. Lo feo la actitud de algunos queriendo negar lo evidente al opinar más con el sentimiento que con la razón. Otros opinan que se le sanciona por ser quien es, insinuando que el castigo tiene que ver más con la conveniencia de sacar de la competencia a un rival muy hábil futbolísticamente, que con sancionar una mala acción. Incluso dicen que castigar un mordisco es injusto pues no se hace lo mismo con patadas, cabezazos y codazos. Algo que no es cierto pues las agresiones fuera de juego o sin pelota son sancionadas, como el cabezazo de a Zinedine Zidane en la final de Alemania 2006 y el codazo que en USA 94 que el italiano Tassotti le dio al español Luis Enrique y que FIFA investigo y sancionó de oficio, como lo hizo en esta ocasión con la mordida de Suárez.
Los uruguayos se han caracterizado históricamente por su juego fuerte, no es gratuito aquello de la garra charrúa. Pero aquí lo que se castiga es la agresión pura, la acción que no tiene que ver con el forcejeo natural del juego. Un empujón o forcejeo con los brazos es comprensible y a veces hasta natural en el fútbol, pero las mordidas no son inherentes a los partidos. Por ahora los uruguayos tienen derecho a una apelación que seguramente no prosperará, o apenas servirá para para disminuir una sanción que le parece demasiada severa a algunos. Mientras tanto los colombianos nos preocupamos pues el próximo partido es contra los uruguayos, que con o sin Suárez siguen siendo un equipo de respeto que ha venido de menos a más en este Mundial. Tememos que en la cancha se desate la furia, y ya no la garra, charrúa y cosan a patadas a James o a cualquier otro colombiano. Descansamos también, pues el no tener a un excelente goleador de rival es un alivio. Por el momento el mundial sigue y en unos días esto se convertirá en una anécdota más como tantas otras en el mundo del fútbol.
Federico Murillo