A mediados del primer mes de este 2019 en Colombia, los vestigios del conflicto no han permitido la resiliencia necesaria para fortalecer la paz y tranquilidad en los sectores más vulnerables del país. La opacidad en materia de garantías deja inerme a quien se atreva a desviar la endémica realidad que nos turba de todo progreso.
Inicio de año y las noticias en Colombia van y vienen, ya no nos sorprende nada, solo pequeños destellos de buenas noticias. Inicio de año, y la más fatal noticia para la paz y los derechos humanos: 6 líderes asesinados entre los primeros días de enero. Sí, 6 líderes sociales que a pesar de las ignominias confinaban esperanza entre los más vulnerables. Sabemos que ser líder social en Colombia es ganar la muerte y perder la razón. Pero, Lessing decía: “Hay cosas que te deben hacer perder la razón, a no ser que no tengas razón que perder”. Su lucha y resistencia han quedado en la mente de millones de colombianos, de los cuales no todos tendrán reminiscencia en un futuro ante semejante barbarie. Sin embargo, el colombiano lamenta, pero se acostumbra. Razón tenía Dostoievski cuando definía al hombre como “el ser que se acostumbra a todo”.
Sin escrúpulos los actores de estos homicidios sistemáticos son en su mayoría grupos ávidos por el yugo de lo ilegal y el desperdicio de una paz. Es una filosofía de lo absurdo.
No obstante, nuestra cohesión como colombianos se está viciando, crecerá nuestra pasividad en igual proporción con las cifras de homicidios de los líderes. Hay que considerar el proactivismo social, olvidemos nuestro confort. ¡Claro! Lo que anteriormente señalé en su totalidad es una distopía y una opinión tétrica respecto al futuro del país, sin embargo, un excelso psicólogo, como lo es Viktor Frankl, me enseñó: “Ante una situación anormal, una reacción anormal constituye una conducta normal”. ¿Queremos una Colombia sumisa y displicente? No hay que desfallecer y mucho menos en un futuro considerar el estado de ánimo de “la ilusión del indulto”, no hay que esperar una infundada esperanza mientras volvemos a la violencia, mientras destruimos la utopía, mientras nuestra realidad ya no tenga líderes sociales y nuestra conducta sea normal. Reciclemos utopías y construyamos realidades. Nuestros líderes se rehúsan de una Colombia con su conducta normal. ¿Qué conducta elegiremos?