Ante un Plebiscito politiquero, la Constituyente por la paz es la salida

Ante un Plebiscito politiquero, la Constituyente por la paz es la salida

"La corrupcion politiquera lo asaltó y extorsiona para obtener más partidas presupuestales"

Por: Horacio Duque
agosto 08, 2016
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Ante un Plebiscito politiquero, la Constituyente por la paz es la salida
Foto: 90minutos.co

Va de mal en peor el Plebiscito de la paz. La corrupcion politiquera lo asaltó y extorsiona para obtener más partidas presupuestales que paran en los bolsillos de los poderosos gamonales bipartidistas y parapoliticos.

Las mayorías ciudadanas repudian este atraco y miran con desconfianza la famosa pedagogía de la paz. Las mismas mentiras de siempre. Por la vía de la paz regresaremos al pasado siniestro de guerra y robo del Estado.

Voy a votar el Si por la paz y la vida en el Plebiscito. Tengo la certeza que el No de la guerra que promueve la ultraderecha fascista será repudiado por la mayoría de los colombianos que rechazan la violencia y el terror.

Sin embargo, esa decisión no me impide ver la descomunal desviación que se está dando en el proceso del Plebiscito por la paz.

La vieja clase politiquera, la que habita en los espacios legislativos, la misma que ha organizado potentes maquinarias clientelares y politiqueras para realizar el saqueo y despojo del Estado, ha protagonizado el más vulgar asalto de las banderas del Plebiscito para acomodarlas a sus planes de reproducción y continuidad enquistada en el aparato estatal.

Tan letal como la violencia es la corrupción. Ya conocemos las cifras de los daños de la guerra e igual vamos conociendo los datos del saqueo al Estado mediante la mermelada petrolera, los cupos indicativos, la contratación fraudulenta en las 4G y las vías terciarias, lo de Reficar, lo de los PAE, lo de Fonade (entregado al paramilitarismo costeño), lo de los niños de la Guajira, lo de la salud y lo del Fondo de Prestaciones del Magisterio.

Este descarado atraco le cuesta anualmente a los colombianos cerca de 13 billones de pesos, que se embolsillan senadores, ministros, gerentes, directores de institutos descentralizados, representantes, gobernadores, diputados, alcaldes, concejales, contratistas y gestores de proyectos de inversión.

Razón tiene quien le está proponiendo a la sociedad que la prioridad política de las mayorías ciudadanas es salirnos de esta banda delincuencial.

Pero está difícil.

Esa camarilla de nuevos multimillonarios se trepo en el Plebiscito, con Opción ciudadana parapolítica incluida (http://bit.ly/2avXz2z ), con el fin de renegociar un nuevo ciclo de repartija y apropiación del excedente canalizado en las planillas presupuestales.

Mal mensaje desde la cúpula oficial.

No habrá pedagogía, ni propaganda que contrarreste esta deriva hacia la cloaca politiquera. La pedagogía es un ejercicio imposible e inocuo si se ignoran las emociones, los afectos, los cuerpos y la multitud.

Don Cesar Gaviria, repudiado por los de su misma cuerda pero para negociar partidas fiscales,  escoge reunirse con las fichas liberales gobernantes del Atlántico y Bolívar para sobreaguar y fortalecer los enclaves clientelares de una desueta armadura electorera).

Los otros, todos en masa, se van a Cali, a orquestar su farsa de la paz .

Definitivamente así, el horizonte de la democracia ampliada  se llena de nubarrones cada día más. La paz se degrada como consecuencia de la piratería del gamonalato oficialista.

Entre tanto Santos se desploma con su tenebrosa reforma tributaria hecha a la medida del FMI.

Razón tiene la delegación plenipotenciaria de las Farc en La Habana al afirmar que si triunfa el No, la negociación y el dialogo para poner fin al conflicto sigue adelante. Esa es una decisión respaldada en la convicción.

Este cuadro es el que hace necesaria la previsión y la decisión de una Asamblea Constituyente por la paz como herramienta imprescindible para superar la guerra y corrupción,  y construir una paz que sea la  esperanza para todo el pueblo colombiano.

La paz no puede ser otro artefacto postizo en manos de las fichas conocidas del desastre ético que arrastra la política de las elites dominantes.

La paz tiene que ser un mensaje de esperanza, de ilusión, de justicia, de equidad y  utopía para millones de seres humanos azotados por la pobreza, el desempleo, la violencia y el timo de los estafadores especializados en recuas electoreras.

El Plebiscito de los gamonales es la Colombia del pasado, la de la guerra.

 

 

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