Vivimos en el mundo de las diferencias, de los valores convertidos en antivalores, donde las fieras no se hastían devorando presas indefensas. Diariamente son asesinados varios luchadores reclamantes de los altos valores de la sociedad humana: paz, justicia, igualdad. Las fieras, sicarios, dirigidos directa o indirectamente desde el Estado, cumplen su miserable misión exterminadora a cambio de mendrugos con los que sacian sus vicios por algunos días. Ellos desprecian su propia vida y las de los demás, han sido entrenados para sufrir por matar una rata, pero no a un ser humano. Por eso tampoco les importa el dolor de las familias de sus víctimas. Por el contrario, se pavonean orgullosos de sus hazañas. Hace poco escuchábamos al paramilitar Mancuso confesando, sin inmutarse, que había asesinado a unas 200 o 300 personas y que era responsable de unas 3000 muertes. ¿Por qué se llega a este estado? Que respondan los psiquiatras o los psicólogos o los expertos en este tipo de conductas.
A individuos como ese les gusta la guerra y ver morir a sus semejantes contrarios en ideales porque no admiten pensamientos diferentes al suyo; son enemigos de la paz porque este no es su ambiente; odian a los pobres a quienes culpan de sus propias desgracias; en vez de corazón portan una caja fuerte para guardar todo el dinero que recaudan mediante todo tipo de métodos, legales o ilegales, eso no importa porque “el fin justifica los medios”; competir es su modo natural de vivir y para ellos solo tienen méritos los campeones, los que triunfan en el juego sucio de la competencia; para ellos los triunfadores tienen derecho a explotar la capacidad de trabajo de los perdedores, inclusive hasta esclavizarlos; el derecho a la propiedad privada es ilimitado, sin restricciones; lo natural de la sociedad humana es la desigualdad entre los seres humanos porque esta fue impuesta por el mismo dios. Con estos ejemplos se describe su paradigma de democracia.
En oposición a ellos estamos quienes amamos la vida en paz y aspiramos a vivir en iguales condiciones que ellos. Consideramos que todo ser humano tiene derecho a ser tratado con dignidad, por el solo hecho de ser persona, sin necesidad de riquezas y encumbrados abolengos. Queremos ser reconocidos sin necesidad de armas físicas, solo mediante la racionalidad y la inteligencia de los demás, sobre todo de quienes viven en medio de la abundancia y los privilegios. Queremos trabajar a cambio de un salario que nos permita garantizar nuestro bienestar personal y el de nuestra familia. No aspiramos a montones de bienes materiales, pero sí a satisfacer completamente nuestras necesidades básicas: alimentación, techo, educación, salud, servicios públicos. Si somos viciosos o hemos estado en el vicio no ha sido por placer sino porque no fuimos a la escuela, por ser pobres marginados del resto de la población, por sentirnos desesperados o desengañados de la vida, porque no teníamos trabajo. Algunos amigos crearon grupos guerrilleros para tratar de construir una sociedad justa, verdaderamente democrática, igualitaria, pero no fueron capaces y optaron por el camino de la lucha política para buscar los mismos objetivos. Discutamos un modelo de sociedad y escojamos aquel en que quepamos todos, sin exclusiones de ninguna clase.
En fin, si ustedes, los que nadan en medio de comodidades y ostentaciones, comparten con nosotros parte de sus riquezas, seguramente se acabarán los atracos, los secuestros, los homicidios, hasta los suicidios desesperados y todo eso que en conjunto se califica como inseguridad. Tenemos tanto derecho a la felicidad como ustedes. Permítannos ser felices.