Si se observa en retrospectiva el problema de la educación es fácil darse cuenta de que lo que falla en el sistema educativo colombiano es la indiferencia de la gente con respecto al presente y a la realidad que atraviesa Colombia en la actualidad.
Ya decía William Ospina en De La Habana a la paz: "En uno de esos censos cotidianos que solemos hacer los colombianos de las numerosas miserias nacionales, valdría la pena preguntarnos qué participación tenemos nosotros en el hecho del que se habla. Por ejemplo, Colombia es el país con más criminalidad en el planeta, ello es un hecho pavoroso que todos reprobamos en nuestro corazón. Pero en el momento de mirar los hechos concretos, lo más común es que asumamos frente a ellos una suerte de tolerancia cómplice”.
Para nadie es un secreto que en Colombia a la población, en general, la caracteriza un comportamiento tolerante frente al atropello de los derechos humanos y frente a la injusticia. Es por eso que docentes y estudiantes de todo el país, juntos, han tomado la iniciativa de realizar acciones que conlleven a la transformación del presente, y así proyectar en Colombia un futuro distinto, uno en el que este país sea íntegro y educado.
Colombia es un país desigual y, debido a esto, figura como uno de muy alta criminalidad, y como bien lo decía William Ospina en el 2016, eso no ha cambiado mucho. Una solución viable y efectiva sería, sin duda alguna, la educación de calidad: inclusiva, justa y equitativa.
A día de hoy la lucha por la educación de calidad es una constante que parece no terminar. Entre el avance progresivo del país y la decadencia, la comunidad educativa se ha manifestado a través de múltiples movilizaciones, buscando generar conciencia en defensa de la educación, intentando con estas actividades crear un impacto positivo en la sociedad, pues la educación es un tema que atañe a todos sin distinción alguna; y es por esta razón que se hace admirable todo esfuerzo —de donde quiera que venga— por generar reflexiones alrededor del tema educación.
Afortunadamente, cada vez son más quienes se suman a ser partícipes de una educación pública superior de calidad, tomando decisiones valerosas que, incluso, son arriesgadas y extremas, todo por una causa altruista y en pro del bienestar colectivo. El docente de la Universidad de Caldas, Juan Carlos Yepes, junto con tres docentes de otras universidades públicas del país, ha iniciado una huelga de hambre, a modo de protesta, porque el Estado no ha brindado las condiciones necesarias para financiar responsablemente la educación pública en el país.
Hoy, más que nunca, resuenan las palabras de Jorge Luis Borges en Fragmentos de un evangelio apócrifo: “No basta ser el último para ser alguna vez el primero”. Lo que se hace hoy, es la continuación de la lucha por las causas justas e imprescindibles. Luchar continuamente es sumar esfuerzos para ser los primeros en encaminar a Colombia por un nuevo rumbo, un rumbo que retribuirá toda la lucha empeñada con educación de calidad; sin duda, el camino a seguir es la coalición desinteresada y comprometida de los estamentos sociales; solo este camino nos llevará a plasmar, entre todos los colombianos, un porvenir fructífero.
Expresamos nuestra voluntad de apoyo, como parte del personal estudiantil colombiano, a las justas luchas por la financiación responsable de la educación pública en Colombia, entre ellas y de forma muy especial, a la lucha del profesor Juan Carlos Yepes. Es ineluctable dar crédito a todas las personas que se han visto, de una u otra forma, implicadas positivamente en este proceso, en el cual, lo que se busca, no es otra cosa que la reivindicación del derecho fundamental a la educación.
Para cerrar, como dijo Immanuel Kant: "tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace por él".