Lo primero que debo aclarar es que no soy miembro, como tampoco hago parte de ninguna campaña ni de ningún partido político, simplemente soy un ciudadano del común, con la intención y el derecho de advertir que, bajo mi humilde y personal visión, para esta próxima elección solo existe un movimiento político con la real voluntad, planteamientos, capacidades y dispuesto a hacer los cambios urgentes y necesarios para modificar, enfrentar y detener las estructuras corruptas, de carácter mafioso, que tienen desde hace mucho tiempo cooptado al Estado: El Pacto Histórico.
Aunque reconozco que existen otros con muy buenos ofrecimientos, y alternativas interesantes, incluso idóneos para alcanzar algunos cambios, pero insuficientes ante la emergencia social, ética y moral en que nos encontramos, pues se necesitan cambios radicales, totales y diametrales a los hasta ahora implementados sobre unas sociedades desbalanceadas, injustas e inequitativas.
Dicho lo anterior se puede inferir que el tramposo dilema que se viene generando alrededor de un asunto tan espinoso y delicado, como lo es el tema de la expropiación, para que a través de él se pueda crear una falsa polémica, con la cual poder frenar de pleno al candidato de la oposición con mayor respaldo popular, Gustavo Petro, viene siendo una clara demostración de una malintencionada manera de querer desestabilizarlo, atacarlo y enlodarlo ante una opinión pública muy dada a tragar entero cualquier tipo de mentiras.
Y los medios replican sin contexto pues tradicionalmente han estado al servicio del statu quo, y son quienes exponen el tema sin el análisis profundo y requerido, acusándolo de comunista, por más que la expropiación administrativa es una herramienta legal que siempre ha existido como norma constitucional, lo que brinda a los diferentes gobiernos medios necesarios para impulsar políticas de desarrollo social y de infraestructura, sin que por eso se tenga que catalogar al gobernante que la utilice como un miembro de un grupo terrorista
Lo anterior como si quien hace cambios radicales estuviera financiado por una izquierda internacional, o por el castrochavismo. Tampoco merece ser señalado como un gobernante extremista y dictatorial, aunque en sus discursos este candidato esté anunciando que hará uso de esa herramienta con el fin de mostrar su disponibilidad a realizar muchos de los cambios que el país requiere para tomar de inmediato los caminos que lo lleven por el rumbo del verdadero progreso social (las frustradas reformas agrarias y catastrales, cimentado, basado y estructurado sobre el bienestar general, y no solo para el de unos pocos).
Algo que todos los colombianos sabemos viene ocurriendo desde hace mucho tiempo: para que se materialice este objetivo político se necesita que sean elegidos antes en el Congreso una cantidad suficiente de partidarios y aliados a sus postulados y fundamentos políticos; así que este llamado es para buscar el respaldo hacia esta alternativa, que por fortuna se nos presenta a los colombianos en un momento ideal para producir unos cambios sociales que para algunos parecen paradigmáticos, cuando son naturales, y con los cuales logremos encausar y llevar al país hasta niveles de bienestar general, siendo uno de los anhelos frustrados para muchos.
