El 3 de marzo de este año publiqué en esta misma revista una columna de opinión llamada ¿Por qué no apoyar a Mockus en su marcha? en la que invitaba a mis paisanos, con argumentos claros y concisos, a no apoyar al exalcalde de Bogotá, en el marco de una manifestación pacífica convocada por él, que el 8 de marzo iba a llevarse a cabo en nuestro país. Y lo hacía porque no era más que una movilización popular manipulada, con interés oscuros de trasfondo manejados por la mente de Antanas, para darle fuerza y credibilidad a los diálogos de paz.
Sin embargo, como Colombia es un país testarudo, lo único que recibí por parte de los lectores fueron ofensas. Pues, según ellos, el señor Antanas Mockus no era un politiquero más del montón, sino que por el contrario era un varón honorable que con sus ideas iba a sacar a nuestro país del hoyo en el que está metido hace años y del que, sin lugar a dudas, no va a salir nunca gracias a las propuestas de una persona que en épocas electorales se encarga de encantar serpientes, con planes de gobierno que dan risa al leerlos. Mejor dicho: las soluciones para los problemas de Colombia no las tienen los políticos; ellos lo que sí tienen es la fórmula mágica para dejarle más problemas a la sociedad colombiana, por obra y gracia de la corrupción.
De cualquier forma, y aunque muchos ahora no lo vayan a aceptar, Mockus me dio la derecha esta semana, mostrándole al país que él no es más que un oportunista que, a través de las alianzas politiqueras, busca quedarse con algún puestico público valioso. Por eso firmó un trato con Enrique Peñalosa para que el hombre nacido en Washington sea otra vez el alcalde mayor de Bogotá. Algo que, por supuesto, no me sorprendió porque Antanas Mockus ya hizo algo similar con Juan Manuel Santos en el 2014, cuando salió con la palabra paz dibujada en la palma de su mano –lo que seguramente le ayudó al actual presidente de Colombia a sumar algunos votos-, sin importar que en ese momento lo más prudente era callar y no invitar a los colombianos a votar por el malo para que no llegara al poder el peor. Y es que me imagino que él acordó, al menos, un ministerio con Santos, aunque supongo que el presidente lo traicionó, de la misma forma en que hace años le falló a su jefe Uribe Vélez.
Ahora, Antanas Mockus, impúdicamente, salió a gritar a los cuatro vientos que apoya la candidatura de Enrique Peñalosa, uno de los más perversos dirigentes políticos que ha tenido la historia reciente de la ciudad en la que nací. Un golpe bajo a la consciencia, la misma de la que tanto habla el señor que fue rector de la Universidad Nacional entre 1990 y 1993. Espero que ahora sí les quede claro a todos los colombianos que él –Mockus- es uno de los miles de politiqueros que, tratando de parecer vanguardistas, manipulan a masas y ponen o quitan alcaldes en una ciudad como Bogotá, que en estos momentos lo que más necesita es un cambio verdadero y no volver a atrás 20 años.
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