Antanas Mockus, el "Cid Campeador"

Antanas Mockus, el "Cid Campeador"

Detalles del extraño comportamiento, para muchos, del polémico líder político desde que perdió las elecciones presidenciales tras liderar la ola verde

Por: Fabio Arévalo Rosero MD
julio 22, 2018
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Antanas Mockus, el
Foto: Twitter

Antanas Mockus ha sido un ser humano entrañable y hasta admirable, pero solo hasta cuando le duró el desempeño desinteresado y genuino. Al parecer luego de su fallida candidatura presidencial que terminó perdiendo con Santos, entró en cierta crisis. Se desvaneció su protagonismo y su ego fue duramente golpeado. Ello seguramente lo llevó a tomar un buen atajo y adherirse al nuevo repartidor de “mermelada”, es decir no fue coherente con su posición y declinó ante su mayor opositor que lo maltrataba y menospreciaba en los debates, por instrucciones de JJ Rendón.

El camino del atajo no fue difícil, encontró un buen pretexto como tantos despistados y oportunistas lo hicieron, para sacarle jugo (y mermelada) al proceso de paz con las Farc. Al verse sin protagonismo ni posición, seguramente su Fundación estaba ávida de contratos para sobrevivir y especialmente para mantenerse vigente. El atajo tomado lo llevó a ser partícipe de la bondadosa mermelada del proceso de paz a través de sendos contratos para organizar manifestaciones de apoyo y hacer unos simpáticos estudios, de los cuales hoy no se conocen en concreto sus efectos o impactos medibles y transformadores (al estilo de Miss Tocarruncho).

En ambiente de paz o convivencia pacífica, los colombianos estamos en crisis, más no las Farc (satisfechas y plenas). El presidente Santos entrega un país más polarizado que nunca, en una absurda “guerra” fratricida, que se ha encargado casi adrede de nutrir. Es decir hizo una débil paz con las Farc y una fuerte guerra o afrenta contra la mayoría de colombianos como lo demuestran estadísticas, plebiscitos y estudios de opinión. Las redes sociales se han convertido en campo de batalla donde tantos desadaptados amparados en el anonimato sacan lo peor de la condición humana. Era allí donde se requería el aporte de Antanas Mockus, para implementar una legítima cultura de paz.

Pero el ‘profe’ terminó de muy ‘amiguis’, seguramente por conveniencia (¿o por principios?) con el impopular Santos. Eso es ni más ni menos como si Petro ya derrotado decidiera apoyar (no incondicionalmente) las iniciativas de Duque y el Centro Democrático. Algo impensable, pero posible si media una actitud pusilánime, débil y entreguista. Pero Mockus, sacrificando un poco la dignidad quiso mostrarlo como un gran acto de “grandeza”, que hasta cierto punto lo fue.

Estas actuaciones algo erráticas, pero convenientes para paliar una falta de protagonismo y la orfandad de poder lo llevó a desdibujarse y a una gran pérdida de credibilidad. Además de ello era evidente que sus condiciones físicas, de elocuencia, histrionismo y desempeño se deterioraban de forma alarmante. Lo que sí posiblemente nunca cambió fue su honestidad, pero quedó maltrecha por cuenta de los jugosos contratos de su organización que lo tuvieron en serios aprietos y casi le impiden posesionarse como senador.

Llevado cual Cid Campeador enarbolando las banderas del Partido Verde encabezó la lista al Senado con una sorprendente votación, aunque estuvo muy lejos de la de Uribe que en total logró más de 1.300.000 votos (deben sumársele las del logo del CD, ya que en realidad votan es por él, el caudillo). Aquí Mockus retoma otro aire y hace algunos intentos por aprovechar su nueva condición, pero aun a pesar de ello es evidente, que ya no es el mismo. Su voz es casi inaudible (con cierto tartamudeo acentuado) y sus expresiones casi inentendibles. Sus gestos monotemáticos y demasiado repetitivos.

Al llegar al Senado, aparentemente un poco desubicado el agotamiento de su capacidad creativa, no le permite innovar y sorprender. Apela a un hecho que en su momento original fue de antología y lo catapultó, bajarse los pantalones y mostrar su trasero y unos interiores raídos (algo desagradable estéticamente). Más allá del morbo natural por una noticia e imagen más pornográfica que simbólica, no produjo ningún efecto constructivo.

La gran mayoría repudiaron esta falsa y malograda “performance”. Las críticas han sido duras, lo cual refleja una decadencia que raya con la decrepitud. Los únicos que lo respaldan son quienes deben a toda costa defender una causa, un partido o la lealtad a una amistad o ponerse del lado del “pobrecito”. Pero seguramente en el fondo saben del acto fallido, falto de innovación y creatividad, tal vez por los efectos degenerativos que otorga el desgaste y el paso del tiempo más aún cuando se tiene cierta predisposición. Más bien ahora se expone a una ejemplar sanción en el Congreso.

Ver: ‘Estamos revisando si se disciplina a Mockus’: Ernesto Macías y Mockus podría ser sancionado por bajarse los pantalones en el Congreso

Pero lo que viene es preocupante e incierto. Mockus ocupará cómodamente su curul y hasta dormitará y soñará en la misma, restregando su trasero en el mullido mueble, con el peligro de producirse una terrible celulitis por el calor en esa piel tan débil y descolorida, apenas protegida por unos interiores de trapo poco fisiológicos, según lo hizo público. Pero, ¿será capaz de debatir con elocuencia, lucidez y consistencia? O se convertirá más bien en un símbolo animador de su movimiento cual Cid Campeador.

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