El panorama político se empieza a mover. La carrera por el 2022 ya da sus primeras rodadas. Pero cual deja vu, el partido de gobierno, como hace tres años, busca barajar dentro de sus posibilidades el personaje que será digno de izar sus banderas en el escenario político. Ya suenan nombres como Carlos Felipe Mejía (hombre de gran voz), la imparcial Paloma Valencia, la salpicada Paola Holguín y la desconocida alma llanera Alirio Barrera.
Lo anterior demostrando que por más desconocido que sea el personaje y carente de cualidades, lo más importante es el partido y el sujeto que lo avala. Y como hace tres años, cuando un Iván Duque desconocido por muchos saltó de 0 a 100 en menos de nada (en un escenario en el que para mayo de 2017 no se encontraba ni siquiera en las esferas de las grandes encuestadoras), pasará lo mismo este año o ya está pasando. El Centro Democrático nuevamente nos demuestra que por más nefasto que sea el personaje, la victoria puede estar a la vuelta de la esquina.
Siempre ha sido lamentable el ejercicio democrático en Colombia, pues mientras el poder se conserve, sea quien sea la persona (agradable o no, con buenos o malos ideales, y con un buen proyecto o no para esta nación que viene pidiendo desde hace años cambios estructurales), se necesitan sujetos idóneos, no partidos, que aporten de manera significativa a los nuevos cambios sociales. Hay que propender por mejores garantías a la clase trabajadora y menos favorecida, amenazada constátenme por reformas nada significativas para su desarrollo.
¿Dónde quedó el ejercicio de ser conocido por todo un país por llevar un buen proceso político?, ¿de hacerse un nombre propio que permita gobernar con criterio e independencia? Pues hay que ser presidente de todos, no de un grupo selecto y privilegiado de personas. En las elecciones pasadas encontraba personas que manifestaban que votaban por el que dijera Uribe, sin importar quién fuera. Esa era la premisa, así se movía y se mueve nuestro escenario político
Llegar a improvisar a un cargo tan importante como la presidencia debe ser cuestionado. Son muchas las salidas en falso de este gobierno, que en vez de corregirse se premian. El rumbo de un país depende de buenas ideas y no de buenos partidos capaces de montar presidentes a toda costa, con campañas sucias llenas de odio y desprestigio por el oponente. El ansia del poder, en palabras de Weber, deja claro que por más vacío el personaje, lo importante es conservar lo que muchos añoran: el poder. Que viva la democracia y que viva nuestro país.