¡Milagro! ¡Providencia divina! ¡Revelación celestial!… …El presidente Santos aprendió a hablar.
Uno no puede decir que sea bruto. Las jugadas de ajedrecista que se craneó durante su mandato lo corroboran. Para sacar adelante la ley de víctimas, supo echarle carne a esas hienas en el congreso sin que le mordieran la mano. Nos doró la píldora con los vecinos hasta el punto de lograr convertir en mejores amigos, aquellos que antaño querían levantarnos. Se estiró logrando atajar el desempleo. Le devolvió la juventud a una economía que hoy en día anda de volantona… pero de hablar, de oratoria que llaman, tiene que reconocerlo, usted si paila. A sumercé señor presidente todas esas neuronas se le estancaban en la garganta y a la lengua no le llegaba ni unita.
Grata sorpresa verlo bien parado, esquivando esos golpes de camionero borracho que le tiraba Zuluaga. Se le notó el coaching de Clara López, se ve que ella lo puso a trotar, a hacer sentadillas y hasta le sirvió de sparring.
Lo digo por la forma, de primeras, ojo, no porque sea lo más importante, sino porque esta vez la altura y decencia con las que llevó el debate, lograron empelotar a ese enanito de monarca al que pudimos ver cómo es: Un matonsito de barrio, un peleonero de esquina con aspiraciones sicariales, un buscapleitos bellaco y buleador que se defiende sacando el pecho y manoteando. Como quedó de mal Zuluaga…y como quedó de bien usted señor presidente.
Le imprimió a su discurso una confianza serena jamás vista. El respaldo de Clara le quitó los gagos, le amilanó por completo el temblor y le chantó en la cara una sonrisa de suficiencia y seguridad, con la que logró derrumbar a su adversario que nunca pudo levantarse de la lona. No me diga que no… esa sonrisa, a usted, se la pintó Clara… ¿Quien más sino ella?
Con esa sonrisa y el sentido del humor del que hizo gala, probó algo muy importante: que como Clara, usted también puede llegar a ser un bacan. Y eso es lo que necesita Colombia, bacanes que logren hacer que la guerrilla entregue los fusiles, bacanes a los que no los salpiquen los gritos, que no nos violenten bañándonos en miedos, bacanes que nos llenen de esperanza y no de muertos, bacanes que sepan defenderse con chistes, ¿Cómo es que le mamaba gallo al arrierito? Tranquilo… tranquilo, le decía... como si tuviera al animal enfrente... oe oe oe toro. Después, mientras Zuluaga respondía tragándose sus propias viseras, de forma espontánea a usted se le sale un: Está como intranquilo. Seguro que la carcajada que me sacó a mí, fue comunal para los millones que lo estaban viendo.
Jamás pensé que fuera a decir esto de usted presidente Juan Manuel Santos: anoche se le prendió la estrella, se le metió adentro un arcángel, se abrió el cielo escupiéndole un chorrión de luz… a usted Clara López Obregón, le inyectó la dosis de carisma que le estaba haciendo falta.
Y Clarita no sólo se le sintió en la forma, esa pechuga colorada le llenó de sustancia el caldo. ¿Sabe qué sucedió?...sencillo: por fin se le creyó lo que dijo. Obvio, algo sirvió que se le haya entendido, pero no fue solo eso. Es que cuando usted hablaba de la igualdad, uno sentía que creía en lo que decía. Que cuando hablaba de la educación y la lonchera de los muchachos, entendía la problemática de todas esas mamás a las que hoy en día les toca empacarlos en la buseta sin desayunar. Que se puso la ruana del campesino y se metió en la tienda del tendero.
Aunque todos sabemos de dónde viene usted, se le notaron las ganas de apoyar a los que no les quedó tan fácil. Con Clara al lado señor presidente, sí se le puede creer que de verdad nos quiera ayudar a todos. Mil felicitaciones, siga así, escuchándola… ojala y no se tape los oídos después de lograrlo.
